Realidades y espejismos del «milagro» madrileño

SOCIEDAD

La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, muestra una lista de residencias de mayores antendidas durante la epidemia del covid
La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, muestra una lista de residencias de mayores antendidas durante la epidemia del covid Marta Fernández / Europa Press

La comunidad, que ha reducido su afectación de manera drástica, notifica con retraso más de la mitad de los contagios

13 dic 2020 . Actualizado a las 15:25 h.

La Comunidad de Madrid aún hoy en día suma el 20 % de los casos de coronavirus que se añaden a las estadísticas en España pese a que representa el 14 % de la población. Y lidera todos los registros acumulados, con uno de cada cuatro fallecidos y una tasa muy parecida de los hospitalizados totales en el conjunto del país. Eso no quita que desde mediados de septiembre, cuando la región hizo saltar las alarmas a nivel europeo, su evolución en el control de la epidemia haya resultado más que llamativa. Tanto que los afines a la presidenta Ayuso —porque todo lo que tiene que ver con el covid y Madrid está completamente politizado— llegasen a calificar esa mejoría como el «milagro» madrileño e incluso algún periódico alemán se hiciese eco se esa intervención cuasi divina.

Lo cierto es que los números cantan. A finales de septiembre Madrid, con 784,7 casos por cada 100.000 habitantes en 14 días, tenía una de las incidencias acumuladas más altas del continente y doblaba (casi triplicaba) la media española. Ahora está en 207, algo por encima de la del conjunto del país, pero llegó a situarse en 190, por debajo incluso de la Galicia, lo que convirtió a la comunidad durante unos días en la menos afectada de la península. Tenía ocupadas por pacientes covid el 26 % de sus camas hospitalarias y ahora lo están el 9,6. Incluso llegó a representar más de la mitad de los muertos diarios del país y en estos momentos se encuentra en las mismas cifras que Galicia cuando tiene el triple de población.

Incidencia acumulada

Ahora bien, si los datos de hospitalizaciones, ingresos en ucis y fallecimientos ofrecen poca discusión, no ocurre lo mismo con la incidencia acumulada (IA), que depende mucho del retraso con el que se notifican los positivos detectados. Todas las comunidades van con retraso. Andalucía, por ejemplo, este viernes notificó 317 casos en 24 horas y sumó al total 1.192. Lo relevante está en las fechas a las que se atribuyen esos casos antiguos, porque si el retraso es superior a los 14 días directamente dejan de contar en la IA y solo se reflejan en el total. Pues bien, Madrid tiene días, y muchos, en los que más de la mitad de los casos son tan antiguos (de abril o marzo incluso) que no entran en esta estadística.

La comunidad es de las que ofrece una información más detallada respecto a los registros históricos de la pandemia y permite, por ejemplo, acceder a las tablas en las que se ve a que día concreto se atribuyen esos nuevos casos que en realidad son antiguos. Luis Manzorro, un ciudadano madrileño que, según explica a La Voz, los analiza por iniciativa personal, algunos días hasta altas horas de la madrugada cuando vuelve de su trabajo. Actualiza las tablas con los datos desde marzo y refleja que, por ejemplo, este sábado de los 1.461 positivos que Madrid notifica con retraso 184 son del mes de noviembre, 169 de octubre, 242 de septiembre, 123 de agosto... e incluso hay 11 del mes de marzo. Con lo que, ya sea deliberado o no, no tiene duda de que son cifras que reflejan la realidad de la incidencia de una manera muy particular.

Para el físico de la Universidad de Zaragoza Jesús Gómez-Gardeñes, que lidera un equipo de investigación sobre datos del covid, «es llamativo pero es normal que haya positivos que se queden en el limbo y tiempo después se reubiquen, aunque desconozco el alcance que tienen estos positivos reubicados en el caso de Madrid. Aún así, lo importante es ver las tendencias, evaluadas siempre sobre las incidencias acumuladas en 14 o 7 días, si estos positivos varían la tendencia (tendencia al alza o a la baja) de estas incidencias entonces sí que son importantes. Si no la alteran entonces su impacto es menor». En otras palabras, no es tan importante si se hace o no mal, sino que se haga siempre con el mismo criterio, porque de ese modo, aunque pueda estar distorsionada la imagen diaria la tendencia serviría porque la distorsión es siempre la misma o muy parecida.

Las medidas

Al margen, por tanto, de la solidez de los datos, cabe preguntarse que hizo Madrid diferente al resto de las comunidades para lograr un éxito teóricamente superior en el control de la pandemia. Primero hay que tener en cuenta que experimentó antes que la mayoría el incremento de contagios tras el verano con lo que, al igual que ahora ocurre con España en comparación con Europa, también tiene cierta lógica que la caída de las curvas epidemiológicas se dé antes. Pero es que la comunidad presidida por Isabel Díaz Ayuso no se ha caracterizado precisamente por imponer las medidas más restrictivas. El toque de queda está en las 00.00 horas, lo más tarde posible dentro de lo permitido por el Gobierno, y la hostelería no llegó a cerrar del todo en ningún momento de esta segunda ola. Las principales diferencias están, por tanto, en el cierre por zonas básicas de salud, la utilización de los test de antígenos y, según la mayoría de los expertos, en la respuesta de la población sobre todo, que una vez que se puso a Madrid en el ojo del huracán pudo adoptar por sí misma actitudes de autoprotección mucho más efectivas que las propias limitaciones legales.

Zonas básicas de salud

El 21 de septiembre empezaron a implementarse los cierres de zonas básicas de salud, un concepto diferente al de los municipios, las provincias o el conjunto de las comunidades, que fue lo que hicieron otras autonomías. Y el 9 de octubre el Gobierno central impuso en Madrid un estado de alarma específico porque entendía que la comunidad no estaba haciendo lo suficiente para frenar los contagios. Cabría, por tanto, pensar que esas limitaciones marcaron el punto de inflexión, pero los datos no dicen eso. Aunque el máximo de positivos detectados en 24 horas se sitúa en el 28 de septiembre, con 13.449 casos, ese pico tiene más que ver con el efecto acumulativo de los informes de los lunes que con la situación propia de ese día. En realidad, es a partir del 23 de septiembre cuando se percibe un cambio claro de tendencia y los contagios empiezan a bajar. Habían pasado dos días desde esos cierres parciales con lo que para nada se pudieron notar al menos en ese inicio de la reducción de contagios. Además, esa restricción, como constatan varios gallegos residentes en Madrid, tiene un carácter más testimonial o psicológico que efectivo, porque en ocasiones parte barrios o incluso calles y el control sobre si una persona sale de su zona por motivos justificados o no es mínimo por no decir nulo.

Test de antígenos

La Comunidad de Madrid se ha destacado por hacer un mayor uso de los test de antígenos, que ahora quiere incluso implantar en las farmacias, y por empezar a aplicarlos de forma masiva antes que el resto de las autonomías. Aunque ahora todas los hacen en ninguna otra superan al número de pruebas PCR y en Madrid las doblan: 99.000 test de antígenos frente a 55.000 PCR en la última semana. Su utilidad ya no se discute a la hora de realizar diagnósticos rápidos, sobre todo en atención primaria, porque permiten detectar positivos muy rápido (en unos 15 minutos) y aislarlos. Existe mucha discusión sobre si se le escapan o no muchos positivos, pero, aunque pueda ser así, cada vez parece que existe mayor consenso científico de que entre los individuos con más posibilidad de contagiar resultan bastante efectivos. Otra cosa es que sirvan de algo en cribados masivos. Los más de 350.000 realizados en dos meses apenas lograron detectar 1.500 contagios, que son los que se producen en Madrid un día cualquiera.

Inmunidad

Ya en las primeras fases del estudio estatal de seroprevalencia —la última se publicará estos días— quedó claro que Madrid fue de las zonas del país más afectadas, con lo que hasta un 11 % de la población habría generado anticuerpos. Además ahora se sabe que hay un porcentaje pequeño de personas que están protegida sin necesidad de generarlos con lo que, si se suman los contagiados en la segunda ola, es muy probable que ese nivel de inmunidad en Madrid esté por encima del 15 %, con lo que, lógicamente, la población que queda para contagiarse es menor.