El extraño caso de la ciudad amazónica donde el covid se desvanece

Álvaro Mellizo LIMA / EFE

SOCIEDAD

Una mujer indígena amazónica con su bebé, en el distrito de Belén, en la ciudad de Iquitos
Una mujer indígena amazónica con su bebé, en el distrito de Belén, en la ciudad de Iquitos Paolo Aguilar | efe

En lo peor de la pandemia, Iquitos, en el corazón de la selva peruana, llegó a registrar 500 contagios al día y numerosos muertos. Pero la segunda ola nunca llegó. ¿Qué ha pasado para que el virus se haya extinguido aquí?

28 nov 2020 . Actualizado a las 20:05 h.

Iquitos sufrió uno de los embates más trágicos del covid de todo el planeta, con cientos de muertos e imágenes dantescas de colapso hospitalario. Llegó incluso a quedarse sin oxígeno medicinal para atender a los pacientes críticos. Hoy, sin embargo, el virus parece haberse extinguido allí sin que nadie sepa muy bien el por qué.

Ubicada en el corazón de la selva amazónica peruana, esta ciudad, la mayor del mundo a la que no se puede llegar por carretera, es un complejo caso de estudio de la enfermedad: llegó a extremos durísimos, pero se desinfló de una forma dramática hasta registrar en la actualidad tan solo un goteo de casos aislados, sin apenas consecuencias clínicas. Desde principios de septiembre, la estadística de muerte, ingresos hospitalarios y avance imparable de la enfermedad se ha difuminando hasta unos números casi irrelevantes, con pocas certezas, pero sí alguna sospecha de lo que puede haber pasado.

En toda la región de Loreto, cuya capital es Iquitos, la semana pasada se detectaron tan solo cuatro casos de la enfermedad. La semana anterior habían sido 19. Según los datos que pudo comprobar Efe, ninguno requirió ingreso hospitalario. Fuentes del sistema público de salud informaron que en los hospitales de Iquitos había este viernes tan solo tres pacientes diagnosticados y dos con sospecha de padecer la enfermedad. También parece haber pocos muertos y, si bien existe aún en la zona un exceso de mortalidad respecto a los registros previos a la pandemia, en la propia ciudad, donde habitan unas 413.000 personas, la inmensa mayor parte de la población de la región, la normalidad parece estar de vuelta.

En Loreto, el índice de positividad de las pruebas covid es muy elevado, alrededor del 35 %, pero desde hace semanas se están haciendo muy pocas y casi todas rápidas, que detectan los anticuerpos, pero no la vigencia del virus. Al margen de las cifras, está la percepción generalizada en la ciudad de que algo ha pasado con la enfermedad.

«Si, es verdad que ya casi no hay casos. Cuando uno conversa con colegas dicen que hay uno o dos por semana, como mucho. Durante la peor época hubo días con 300, hasta 500 por día», confirmó Luis Runciman, decano del Colegio Médico de Loreto. Con reservas, la explicación que el experto encuentra a esta caída abrupta y ya prolongada de los casos, en una economía prácticamente ya sin restricciones y en un contexto social como el loretano, donde el distanciamiento social es una quimera, pasa por cierta «inmunidad de rebaño».

«La dirección de Salud de Loreto hizo un trabajo de investigación, estratificado, por zonas, por edades, muy bien hecho, que reveló que la prevalencia del covid es del 74 % en Iquitos. Se ha repetido en meses diferentes, y esa prevalencia ha sido la misma. Si es así, quedaría tan solo un 25 % de población sin contagiar y esos ahora son los casos esporádicos que se están dando», indicó el médico. En ese contexto, apuntó que al publicar España o Italia los resultados de sus estudios de prevalencia, que indicaban que solo el 5 % de sus poblaciones habían sido infectadas, la lógica hacía pensar que una segunda ola masiva era una posibilidad grande. «Pero esta región tiene una prevalencia mucho más alta, y así menos margen para que suceda algo así. En Iquitos no se ve este comportamiento de segunda ola, hace varios meses que estamos con casos muy, muy bajos, solo esporádicos. No hay una segunda ola, y eso se puede atribuir a la alta prevalencia en los meses del pico de la pandemia. Simplemente es que queda poca gente susceptible de enfermar», razonó.

Sin embargo, el decano médico de Loreto advirtió que «no ha pasado aún el riesgo», y pidió mucha prudencia y no bajar la guardia. «Sucede que no sabemos nada, no sabemos cuantos serotipos puede haber de la enfermedad. ¿Cuántos tipos de covid hay? Podemos decir que pasamos uno, pero puede llegar otro más agresivo, por eso debemos seguir preparados para lo peor», indicó.

Del mismo modo se expresó el matemático y analista de datos Marco Loret de Mola, uno de los mayores expertos peruanos en el avance de la enfermedad, que si bien señaló a la «inmunidad de rebaño» como una posibilidad para lo que sucede en Iquitos, subrayó que son otros los puntos que permiten la atenuación de la enfermedad.

«Es bastante extraño, sí, que no haya tantos muertos ni contagios, y más si se tiene en cuenta que desde octubre se abrió totalmente la economía en la práctica. Pero también llama la atención que estén disminuyendo los casos en todo el país... Por eso yo me inclino a pensar que es más una consecuencia del esfuerzo colectivo de todos para prevenir, con higiene y precaución general, que el efecto rebaño», consideró. El analista advirtió que la matemática «sigue ahí», y que si en Iquitos aún hay un 30 % de población por infectar, todavía existe la posibilidad de que haya «más pérdidas y más fallecidos». «Para mi la inmunidad de rebaño no es la variable principal en esta situación, salvo que pueda ayudar en la conciencia de los ciudadanos, que les de esperanza», añadió.

El aviso no parece haber calado en la población, que asume como un hecho, y por los motivos mas peregrinos, según pudo constatar Efe, que el covid ya pasó. «Sí hay inmunidad, porque en su debido momento era tan fuerte que nos afectó a todos. Ahora la gente está confiada y sabe con qué curarse, usando nuestras plantas de la selva y con eso nos curamos. Hay tranquilidad y la gente está confiada. Estamos a cero», razonó Germán Salas, un vendedor del popular barrio de Belén de Iquitos. Mirna Padilla, una cliente, coincidió en apuntar que los residentes de la ciudad se han «vuelto inmunes» al virus, pues ya pasaron «el mal momento». Explicó que en la zona «se va a convivir con este covid, que todavía no se va del todo, como convivimos con otras enfermedades como el dengue y la malaria. Así seguiremos, protegiéndonos y cuidándonos», añadió. Sin embargo, no supo explicar por qué ahora en la ciudad es muy común ver a la gente sin mascarilla y sin cumplir con las restricciones mínimas de protección, algo que justificó indicando que «algunos reaccionan a lo que nos dicen de la ciudad (Lima) y dicen que las mascarillas hacen más daño, que con el sudor el virus se queda y así se infectan más, y que sin mascarilla están más sanos». Ese argumento ya estaba ahí en mayo, cuando los cadáveres se hacinaban en la morgue de los hospitales de Loreto.