A-68, un gigante de hielo a la deriva

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Un iceberg más grande que la provincia de Pontevedra circula sin rumbo por el Atlántico sur

29 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Un gigante de hielo anda suelto por el Atlántico austral. En julio del 2017 se desprendió de la barrera Larssen-Charlie, en el mar de Weddell, el mayor generador de icebergs del planeta. Su nombre es Alpha 68. La comunidad científica únicamente bautiza a los de mayor tamaño. Y las dimensiones de A-68 impresionan. Actualmente tiene 150 kilómetros de largo y 45 de ancho. En total ocupa unos 5.800 kilómetros cuadrados, más que la provincia de Pontevedra. Se trata de uno de los más grandes registrados.

Desde que abandonó la banquisa, los científicos no le quitan el ojo de encima. Los enormes bloques de hielo se mueven siguiendo las corrientes oceánicas. Al principio se pensó que el iceberg podría dirigirse hacia las Sethland del sur, donde están las bases antárticas españolas Juan Carlos I y Gabriel de Castilla. Si hubiese tomado esa trayectoria, podría haber taponado la parte de la Antártida que hay entre el archipiélago y el continente ya que la distancia es de 125 kilómetros, menor que el tamaño del Alpha 68.

Finalmente, el bloque de hielo tomó una dirección nordeste, alejando la posibilidad de que afectara al archipiélago antártico. Sin embargo, en el nuevo rumbo amenaza a Georgia del Sur. La última imagen por satélite tomada por la misión Copernicus Sentinel-1, capturada el pasado 25 de noviembre, muestra que el extremo oriental del témpano está ahora a solo 255 kilómetros de Georgia del Sur. La buena noticia es que parece estar girando hacia el oeste, una dirección que lo alejaría de la isla.

Si el iceberg llegara a sus costas, como se temía, y todavía no se puede descartar por completo, podría embarrancar en las aguas poco profundas de la costa y amenazar a los pingüinos, las focas y el krill. Como estos animales necesitan acceso al mar para alimentarse, el iceberg podría bloquear fácilmente sus rutas de alimentación, impidiéndoles alimentar a sus crías. También podría perturbar el ecosistema de abajo al aplastar la vida animal y vegetal en el fondo marino.

La Antártida, al igual que el Ártico, son las regiones del mundo más vulnerables al calentamiento global debido al efecto albedo. Casi toda la radiación solar que incide en el hielo regresa al espacio, ya que el blanco tiene un albedo muy elevado. Debido al calentamiento queda al descubierto el océano, que absorbe la radiación en lugar de reflejarla. Por ello, el efecto en los extremos de la Tierra es doble. El cambio climático está incrementando la descarga de icebergs antárticos. Aunque, de forma paradójica, esto podría ayudar a retrasar el calentamiento global en el hemisferio sur, según un artículo publicado en la revista Nature Climate Change.