O Brasileiro, un hombre con vida dura que no podía con la soledad

María Hermida
maría hermida REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

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José Ramallo era el vecino con el que todos podían contar

22 nov 2020 . Actualizado a las 22:59 h.

La familia del ribeirense José Ramallo Paz, conocido como O Brasileiro, es consciente de que él lo tenía muy difícil para combatir el coronavirus. Contaba con 86 años y vivía con un solo pulmón. Pero lo que más les duele cada día es que tuviera que fallecer en soledad. Sin una mano familiar que le agarrase. Sin palabras de los suyos. Murió en el hospital y trató de comunicarse por videoconferencia con sus sobrinos y su cuñado, con el que vivía. Pero no oía bien y se ponía nervioso. Así que no pudo ser. «Ata para morrer hai que ter sorte», dice un sobrino suyo con tanta verdad como impotencia.

O Brasileiro, un hombre que rebosaba generosidad y con el que siempre se podía contar, no tuvo una vida fácil. Con 17 años dejó Ribeira para buscar porvenir en Brasil, de ahí su apodo. Trabajó todo cuanto pudo y se hizo cocinero. También formó una familia y tuvo tres hijos. A uno de ellos lo mataron en Brasil para robarle una moto, un hecho que marcó a la familia y que José seguía contando a sus familiares con pena infinita.

Cuando tenía unos cincuenta años, la vida le volvió a traer a su tierra, a Ribeira. Se aferró a su familia. De hecho, comenzó a ir a coger percebes con sus sobrinos hasta que tuvo edad para jubilarse. Vivía con uno de sus cuñados y era una persona imprescindible para la familia. Dicen que nunca fallaba, que si un favor estaba en su mano lo tenías garantizado. Normalmente era tímido, pero a veces rompía esa barrera y se lanzaba a cantar y contar historias.

Tuvo cáncer y otras patologías. Pero siempre logró ir tirando. A finales de octubre, sufrió una neumonía y lo ingresaron en el hospital de Barbanza. La superó y le dieron el alta. Una vez en casa, empezó a encontrarse mal de nuevo. Tanto él como su cuñado, que eran convivientes, dieron positivo. A José lo llevaron para el Clínico. Estuvo allí dos semanas y el 6 de noviembre el espíritu luchador de O Brasileiro se apagó.