«Hay que cambiar el modelo de las residencias y crear unidades de convivencia más pequeñas»

María Cobas Vázquez
maría cobas O BARCO / LA VOZ

SOCIEDAD

Santi M. Amil

José Luis Gavela es presidente de la Fundación San Rosendo, que gestiona setenta centros de mayores y dependientes y registró 825 contagios en 18 de ellos

21 nov 2020 . Actualizado a las 20:45 h.

La Fundación San Rosendo gestiona 70 centros para mayores en Galicia, 44 en el rural -un modelo que defienden por mantener el arraigo de la gente y crear empleo fuera de las ciudades-. Y con esa experiencia previa, su presidente compareció en la comisión parlamentaria para la reactivación económica, en la que José Luis Gavela apostó por un cambio de modelo.

-Era algo que nosotros ya estábamos haciendo, pero que ahora con la pandemia se va a acelerar. La tendencia era que no podíamos convertirnos en hospitales, sino que siempre quisimos ser continuación de hogares. Y en eso estamos trabajando.

-¿Cómo?

-Desde el 2016 estamos intentando aplicar un modelo centrado en la persona. Poner a la persona como centro nos obliga a conocerla más, para así poder ofrecerle lo que necesita, pero es un cambio lento. Hay que cambiar esa idea de que sabemos mejor que el propio usuario qué le viene bien, y que sea la persona la que decida. Ofrecerle una cartera de servicios. Porque vemos, por ejemplo, que había mayores que hacían actividades que no habían hecho nunca, y que nunca habrían elegido de poder escoger.

-Pero no es solo la oferta, también hablan de cambios arquitectónicos en las residencias.

-Hay que cambiar el modelo y crear unidades de convivencia más pequeñas. Los centros pueden ser grandes, pero con unidades de convivencia pequeñas. Se pueden aprovechar servicios comunes como la cocina, pero la atención a los mayores que sea por pisos. Eso nos sirve para el día a día, y también para el covid. Tenemos que seguir siendo hogares.

-Apelan siempre a que no son hospitales.

-La parte de coordinación con el sistema sanitario se revisa cada año o dos años, y entonces vemos las carencias. Y damos pequeños pasos, pero pequeños. Esta es una buena oportunidad para que el sistema vea cómo son las residencias. No tenemos servicios médicos o enfermeras en los centros porque nos obliguen, sino porque dan un servicio al dependiente. En Galicia se retrasa mucho el ingreso en las residencias y eso hace que la gente sea cada vez más dependiente. Con el tipo de usuario que tenemos ahora nos hemos tenido que proveer de más personal sanitario y asumir más funciones del sistema asistencial de las que nos corresponden, más hacia un sistema sanitario. Pero no somos un hospital. Nosotros podemos cuidar, pero no podemos curar. No podemos estar preparados para cuidados especiales. Las personas mayores que viven en una colectividad tienen que ser atendidas por el médico que le corresponde por su tarjeta de la seguridad social, independientemente de que el centro tenga un médico. Cuando ingresan en una residencia no pierden su derecho a la atención sanitaria. Fortalecer el plan de hospitalización a domicilio es una buena solución, para evitar traslados innecesarios.

-Están a punto de abrir Lobios, ¿aplican ya el nuevo modelo que proponen?

-No es un centro especialmente pequeño, son 80 plazas, pero en todos los pisos sí hemos puesto salas y terrazas, por si hay que sectorizar y se podrían crear esas unidades de convivencia. Pero para eso necesitamos una adaptación de la normativa. Ahora nos dejan readaptar los centros para el covid, sectorizar. En Lobios de momento tenemos un solo comedor, que ahora es impensable. Si conseguimos poner en las mismas zonas a personas que necesiten las mismas cosas, la atención será mejor. Que los válidos están junto a los válidos, que las personas dependientes compartan espacio, y que las demencias estén en el mismo lugar. Las residencias del futuro tienen que estar pensadas también para una persona que elige ingresar en una de ellas, no solo para los dependientes.

-San Rosendo ha estado vinculados a algunos grandes brotes en residencias.

-En esta segunda ola hemos tenido más contagiados y más fallecidos que en la primera, pero las medidas funcionan. Ahora no estamos aislados en casa [como en la primera ola], así que la gente se contagia. Pero muchos de esos casos en trabajadores se detectan antes de entrar en la residencia (con los controles quincenales o los que debe pasar cualquier empleado tras volver de vacaciones). De los 70 centros que gestionamos, ha habido casos en 18. De los 5.460 usuarios y trabajadores, se contagiaron 825 personas, y hubo 103 fallecidos.