La lucha sin fin de Michael J. Fox: hace dos años tuvo que aprender a andar

Pilar Vidal MADRID / COLPISA

SOCIEDAD

PAUL BUCK | EFE

«Mi memoria a corto plazo está destruida; cada vez me cuesta más recordar los guiones», dice tras publicar su cuarta autobiografía

09 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En plena promoción de su cuarto libro de memorias No time Like Future (No hay otro tiempo mejor que el futuro), Michael J. Fox, ha concedido una entrevista a la revista People en la que habla del momento más oscuro de su vida. Fue en el 2018, cuando le diagnosticaron un tumor no canceroso en la columna que le causaba un dolor horrible en todo el cuerpo. «Iba camino de una parálisis si no me operaban inmediatamente», relata Fox, de 59 años, a la citada publicación. La cirugía para extirparlo era arriesgada pero salió con éxito. El actor de Regreso al futuro tuvo que aprender de nuevo a caminar.

Y cuando pensó que lo peor había pasado se cayó en la cocina de su apartamento de Nueva York y se rompió el brazo. «Estaba apoyado en la pared de la cocina esperando la ambulancia, y sentí que había llegado al punto más bajo. Me empecé a cuestionar todo y me dije a mí mismo que ya no podía afrontar las cosas con optimismo, que no había un lado positivo, que era todo negativo, que todo era solo pesar y dolor», recuerda el intérprete, que tenía 29 años cuando los médicos le dijeron que tenía párkinson, una enfermedad contra la que lucha desde hace casi 30 años y cuyos síntomas han ido afectando gradualmente a su movimiento.

Por suerte, consiguió cambiar la perspectiva y encontrar de nuevo la felicidad. En su libro, el actor comparte con los lectores una de sus grandes lecciones: «Uno aprende muy rápido lo que puede controlar y lo que no. La única respuesta es aceptarlo. Éstos son los principios que practico todos los días: la aceptación y la gratitud». Fox reconoce que la enfermedad le ha pasado factura. «Mi memoria a corto plazo está destruida. Siempre tuve un gran dominio para memorizar mis guiones pero cada vez es más duro».

«Mi memoria a corto plazo está destruida»

Lejos de abandonar el cine se adaptó. «Me costó muchísimo rodar de nuevo», dice refiriéndose a sus papeles como actor secundario en las series The Good Wife, Sucesor designado y The Good Fight. Sus doctores le han recomendado que, a fin de conservar su dicción, practique trabalenguas y similares.

Cayó en el alcohol para tapar su sufrimiento pero su familia le ayudó a no caer en la adicción. Su esposa, Tracy Pollan, con quien se casó en 1988 y sus hijos, Sam, de 31 años, los gemelos Aquinnah y Schuyler, ambos de 25, y Esmé, de 19 son su gran apoyo. «La gente no me cree, pero amo la vida. Amo estar con mi familia. Me encanta estar con Tracy. Me encanta no hacer muchas cosas inútiles que solía hacer, porque no tengo la energía ni el tiempo». Ya no toca bien la guitarra, tampoco puede dibujar y actuar le resulta más difícil que nunca. Así que solo le queda escribir, que por suerte le encanta. Marty McFly siempre vio en el futuro la solución.