Un camino de camelias, luz y azúcar

SOCIEDAD

Martina Miser

Creada sobre el tendido ferroviario que desde 1899 comunicó Vilagarcía con Pontevedra, la Vía Verde do Salnés propone un paseo por un buen pedazo de la historia de Galicia a través de Portas y Caldas

07 nov 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El polvo de este camino de hierro que huele a historia se arremolina en torno a un año que, extrañamente, se repite en cuanto rodea el origen de la primera Vía Verde que discurre íntegramente en territorio gallego y acaba de entrar en servicio, por así decirlo, entre los municipios de Vilagarcía de Arousa, Caldas de Reis y Portas. Son nueve kilómetros de un recorrido levantado sobre la antigua vía de ferrocarril que comunicó la capital arousana con Pontevedra a partir de 1899. En desuso desde la apertura del nuevo trazado del Eixo Atlántico, en el 2008, la infraestructura languidecía, devorada paulatinamente por la maleza, hasta que el empeño de la Diputación de Pontevedra y de los tres concellos involucrados, al que se acabó sumando la Consellería de Medio Ambiente, consiguió rescatarla para el uso público, en forma de senda que puede ser transitada a pie o en bicicleta; a caballo, incluso.

Ya se sabe que, en Galicia, el asunto del tren se toma su tiempo. Y este camino es, a grandes rasgos, el mismo que recorrían las esforzadas locomotoras de vapor que inauguraron la vía, dando continuidad al primer tendido ferroviario del país, aquel que en 1873 puso en contacto las localidades de Cornes, hoy Santiago, y Carril. Así que aquí hay materia para que la imaginación del andarín se eche a volar paso a paso.

John Trulock, el abuelo de Camilo José Cela que anduvo entre raíles y fijó su residencia en Iria Flavia para desatascar aquella obra. La entrañable máquina Sarita, que Vilagarcía ha reclamado una y otra vez, de momento sin éxito, para su Museo do Tren. El pazo de Rubiáns, engarzado en el brumoso origen de la villa, en torno a la primigenia torre fortificada de los Caamaño, con sus magníficos jardines en los que reina la camelia. La Fábrica da Luz de Caldas, al pie de la cascada de Segade, dispone de su propia ruta, con la que es sencillo enlazar desde esta Vía Verde do Salnés. Las diez edificaciones que constituían la antigua central hidroeléctrica comenzaron a funcionar, por cierto, en 1899, para proporcionar energía a Cambados, Vilagarcía e incluso Padrón. La Azucreira de Portas, al final del trayecto, que los hermanos Salgado pusieron en pie en plena fiebre azucarera para suplir, a base de remolacha, lo que la caña de Cuba ya no podía ofrecer tras la pérdida de la última colonia del Caribe. La factoría, dominada por una chimenea de 65 metros de altura, un mirador al que hay que atreverse a subir, fue explotada por una sociedad que no duró demasiado, pero, mire usted por dónde, echó a andar en 1899.

A lo largo de estos nueve kilómetros se disponen cuatro áreas de descanso y tres miradores. Uno de ellos, sobre el puente de hierro con el que el tren salvaba el río Umia muy cerca de Paraíso, que viene siendo una aldea de Portas. Construida por la compañía Joseph Westwood & Co, la estructura conecta esta vía con las grandes obras de ingeniería que el Imperio británico sembró en cuatro continentes durante la época victoriana. Difícilmente se le puede pedir más a una caminata que se cubre sin dificultad en un par de horas, a paso de sábado de escaparates.