«Los centros para Difuntos no se pueden reutilizar; si al menos lo hubiésemos sabido antes, minimizaríamos los daños», lamentan
31 oct 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Apenas unos minutos después del anuncio de las nuevas restricciones de movilidad en Galicia, los teléfonos echaban humo. Las floristas fueron las nuevas brokers. Pero en este caso, en lugar de la bolsa, lo que se les iba era la vida. El aluvión de cancelaciones de los pedidos para Difuntos no tenía precedentes. Los euros en forma de flores a punto de morir se colaban a miles por el agujero en la línea de flotación del sector que implicaron las restricciones inmediatas. «Es la ruina definitiva», claman desde el sector de la ornamentación floral.
Elvira Rosario Lage, propietaria de la floristería La Camelia (de Vigo) y vicepresidenta de la Asociación Española de Floristas, aseguraba que «desde agosto, los empresarios del sector llevan pidiendo a las autoridades que planificasen con antelación las medidas vinculadas a estas fechas». «Era mejor haber cerrado los cementerios hace semanas y no hacerlo a última hora. Porque, ¿qué hace un cliente, o qué hacemos nosotros, con un centro de muertos que no se puede entregar? Este tipo de ornamentación no es reutilizable en el salón de tu casa», apunta.
Una de las claves del gran impacto económico que tuvieron las medidas restrictivas de la movilidad anunciadas ayer está en la propia sociodemografía gallega. Muchas de las personas que realizaron encargos en floristerías urbanas tienen como origen familiar el entorno rural. «Aunque queramos repartir los centros en los cementerios de Ourense o Verín no tenemos capacidad logística para ello de un día para otro. Incluso tengo pedidos que iban para Ribadavia», apunta Elvira Rosario, que apenas salvará parte de la mercancía en los camposantos de Fornelos de Montes y A Lama.
Flor cortada
La vicepresidenta de la asociación nacional apunta que «en otras comunidades, como en Asturias, se optó por una solución mejor: anunciarlo a principios de semana». «Aunque la restricción fuese más dura, tener tiempo de planificación hubiese minimizado los daños», insiste. «Los encargos del sábado, si la flor aún no está cortada, pueden salvarse, pero los que hemos estado preparando a lo largo de toda la noche del jueves, no», asegura.
La indignación por la manera en la que se enteraron de la norma restrictiva las floristerías se extiende a la gran mayoría de los negocios del sector de la flor ornamental. Tania Alonso, propietaria de Floristería Calo (A Coruña) también lamenta la imposibilidad de la distribución rural de sus encargos. «Si nos lo dicen antes, no invertimos en tanta mercancía que supuso un riesgo tan alto. Se desperdician 80.000 euros en producto. Sucedió lo mismo el Día del Padre y han vuelto a cometer el mismo error», recuerda. «Esto nos lleva a la ruina, a la absoluta ruina. No es para salvar al pueblo, es para hundirlo. Porque tendremos que pagar esa mercancía, al personal extra contratado para hacer frente a los encargos, los impuestos cuando corresponda... justo cuando intentábamos remontar», se queja.
Con todo, matiza: «Entiendo que en términos sanitarios es por el bien de todos, pero hace una semana las propias autoridades no dieron ejemplo acudiendo a una fiesta sin mascarillas. Y nosotros solo queremos trabajar».
En la misma línea se pronuncia Mercedes Calvo, de Merchy (Vigo) y última presidenta de la Asociación de Floristas de Galicia. «Esto no puede ser. Yo puedo salvar algunos hasta el martes en la cámara, pero el daño es grande, aunque sea un cierre durante tres días. Estuvimos trabajando cinco días para esto. No se puede anunciar un cierre de repente. Jugaron con nuestro trabajo y dinero», analiza. «Aunque tuviésemos un plan B, no podemos llevarlo a cabo», lamenta.