O Cebreiro, de 400 peregrinos diarios a solo 70: «Agora a xente busca soidade»

«Es el momento de disfrutar del silencio que hay en el Camino de Santiago», dice una peregrina
O Cebreiro es una localidad peculiar, con ese encanto, ambiente y magia característicos de la comarca de Os Ancares. A diario, aquí viven aproximadamente 15 personas durante todo el año y trabajan entre 35 y 40, que por lo general residen en otras zonas de los alrededores. Aunque el frío aprieta a 1.330 metros de altitud, el paisaje diario por las rúas empedradas de este pueblo no se entiende sin los peregrinos, que pasan por aquí con el horizonte puesto en la Praza do Obradoiro. Sin ellos, todo se transforma por el silencio, que aunque no resta encanto al lugar, sí pone en peligro la forma de vida de sus habitantes. Pero al caminar una mañana cualquiera por la zona también aparecen historias interesantes. Es el caso de José María Núñez, que está jubilado y limpia un sinfín de especies de setas a las puertas del mesón Venta Celta. Además, este manjar irá a parar a los platos del restaurante. Él nació en una de esas casas y vive entre Pedrafita y Portugal. "Son un amante do noso país veciño, aunque paso a meirande parte do tempo aquí", confiesa. Pero cuando está en Galicia, José María también se dedica a hacer la colma -cubierta vegetal de las pallozas- con la intención de teitear las casas de la zona. Si algo espera es que el covid-19 abra la mente de aquellos que solo contemplaban su forma de vida en las ciudades y que la pandemia deje tras de sí una oportunidad para el medio rural y una salvación para las aldeas despobladas, una imagen que, desgraciadamente, es frecuente en Os Ancares. Este jubilado tiene también un hórreo con huerta incluida. Además, dentro de la construcción, de base cuadrada, hay una tienda y, de cuando en vez, se realiza algún acto cultural. Llama la atención que junto al hórreo se levanta una grúa romana llegada desde Ourense. El mundo celta, el romano y el actual se funden en este rincón, a las puertas de Pedrafita.

Irina es de Eslovenia y está haciendo el Camino de Santiago. Dice que no le tiene miedo al coronavirus siempre y cuando tomo el mundo acate las precauciones recomendadas y se comporte de una manera cívica. Otra peregrina, Lisa, que llega desde Inglaterra, explica que el Camino ahora está en silencio y que ofrece una experiencia sensorial completamente distinta a la que mostraba hace unos meses. "También es posible disfrutar, pero hay que hacerlo de otra forma, cambiar el chip". Estas dos caminantes han decidido emprender la peregrinación solas para explotar al máximo esta nueva posibilidad que se abre por la pandemia: silencio, reflexión y serenidad. Ambas coinciden en que están pasando por uno de los momentos con mayor estabilidad mental que recuerdan en toda su vida.
«Antes levaba peregrinos, agora levo de vez en cando algún señor facer o Simtrom»

El Rubio, al frente del taxi que lleva su nombre impreso en el capó, lleva 12 años ofreciendo sus servicios y no duda en admitir que no recuerda una situación tan dramática como la actual, que el panorama al que se enfrenta día tras día es desolador y que el ritmo, si se compara con el que tenía hace un año, ha bajado hasta un 10 %. "Antes non paraba en todo o día e agora pouco fago, e iso se teño a sorte de ter algún cliente", comenta el hombre, que asegura que aguantará "porque non queda outra".
Además, el Rubio está al frente de otro negocio hostelero de Pedrafita. Hasta que empezó la pandemia, tenía a varios camareros contratados. "Vinme obrigado a prescindir deles porque non gañamos como para pagar a alguén", explica. Antes, los viajes consistían en trasladar peregrinos o a sus equipajes. Ahora, en el mejor de los días, lleva a algún señor mayor que vive en aldeas de la zona hasta el centro de salud a hacer el Simtrom. "De momento, o que me salvan son os cartos que tiña aforrados, pero despois veremos que é o que fago", sentencia el taxista.

Hostelería y comercio: «Sin nosotros, el Camino dejaría de existir»
Desde el Mesón Antón, uno de los siete locales de hostelería que hay en O Cebreiro, puntualizan que a principios de agosto fue cuando más turistas se dejaron caer por la localidad, todos llegados desde distintas zonas de España y, especialmente, desde Valencia y Cataluña. "Ahora, no llega nadie y los peregrinos se ven a cuentagotas", explican. Antes, en días de semana, pasaban por O Cebreiro unas 400 personas, pero ahora no llegan más de 70. Además, buena parte de los bares y restaurantes permanecen cerrados con motivo de la pandemia y como consecuencia de la baja afluencia de caminantes. "Nós claro que temos medo a contaxiarnos, pero máis medo nos da pasarlle o bicho á nosa familia", comenta el responsable de este mesón. Ahora, en días buenos, da de comer a aproximadamente diez personas, mientras que hace un año, la cifra rondaba los 60. Lo esperanzador es que cada vez son más los vecinos de la zona que se animan a tomar algo en los bares, "é o que nos salva", cuentan orgullosos desde este acogedor local.

La situación en los albergues de Pedrafita es parecida a la que describen desde el Mesón Antón. Y así lo confirman en Venta Celta, que también tiene hospedaje. Cuentan que la ocupación no llega al 30 %. "Nosotros abrimos en cuanto se nos permitió y de 11 habitaciones que tenemos, solo hay tres reservadas", explicaba Irene Alcorta hace apenas unos días desde las puertas de su local. Además, sus huéspedes llegan desde todos los puntos de España pero apenas viene gente del extranjero. Alcorta recuerda que los establecimientos de O Cebreiro viven de los peregrinos y turistas internacionales, por lo que no ve factible sobrevivir si la situación no cambia. "Podemos aguantar un tiempo, y no vamos a cerrar de momento porque sin nosotros, el Camino dejaría de existir porque los peregrinos no tendrían dónde dormir", añade. Este año, Venta Celta cerrará sus puertas a mediados de octubre, a la espera de ver si la pandemia de coronavirus da una tregua. De seguir la situación como hasta ahora, no reabrirán hasta que llegue la Semana Santa. "Siempre hemos cerrado en el mes de noviembre, pero este mes hemos decidido adelantarlo", confirman.
En Artesanía Grial, José Manuel Grial ofrece productos destinados al peregrino y también habitaciones. Dice que agosto y septiembre fueron meses flojos y coincide con sus compañeros al asegurar que el turismo se ha vuelto nacional. "Se non nos podemos queixar é porque podemos ter aberto. Este é un ano moi especial", explica este propietario. También cuenta que este 2020, por su tienda pasa un 90 % menos de gente que hace un año y que los peregrinos que se atreven a hacer el Camino viajan solos, "para saír das cidades e desconectar despois destes meses", añade. Además, los autobuses que llegaban hasta O Cebreiro cargados de peregrinos y turistas han desaparecido. Por el momento, no se sabe cuándo será el ansiado día que recuerde un poco a la vieja normalidad y algún vecino ya augura que, después de esta pandemia, "as cousas non volverán ser iguais".