España ha perdido una oportunidad histórica de ganar el Nobel de Química

Raúl Romar García
r. romar REDACCIÓN

SOCIEDAD

Francis Mojica, el candidato español al Nobel
Francis Mojica, el candidato español al Nobel J.M. García

Los científicos españoles y el Gobierno lamentan que la Academia Sueca haya dejado fuera a Francis Mojica, sin cuyas aportaciones sería imposible que las dos ganadoras del premio desarrollasen las tijeras moleculares que reescriben el código de la vida

07 oct 2020 . Actualizado a las 20:04 h.

España ha perdido su mayor oportunidad de ganar el Premio Nobel de Química, que nunca ha logrado. Parecía que era solo cuestión de tiempo que la academia sueca acabase reconociendo los méritos del español Francis Mojica (Elche, 1963) como padre del sistema de edición genética CRISPR, que permite modificar el ADN de humanos, plantas, animales y microorganismos con una extraordinaria precisión, lo que ha iniciado una revolución en la medicina y la biotecnología. El momento llegó este miércoles, pero el Comité Nobel dejó fuera al microbiólogo alicantino. Premió con toda justicia a la estadounidense Jennifer A. Doudna y a la francesa Emmanuelle Charpentier, que crearon en el 2012 la herramienta genética que permitió convertir una investigación básica en un instrumento con enormes aplicaciones, aunque muy probablemente su extraordinario hallazgo no hubiera sido posible sin el trabajo previo y experimental de Mójica. Fue el que sentó las bases para el desarrollo de las tijeras genéticas con capacidad de reescribir el código de la vida.

«Hemos perdido una oportunidad histórica, porque es importante saber que cuesta mucho, muchísimo, tener a un español como candidato a un premio nobel. Y Francis Mojica lo era. Nos va a costar volver a tener a otra persona en las mismas condiciones», se lamenta el investigador del CSIC Lluis Montoliu, uno de los científicos que más luchó por promover la candidatura del alicantino. «Hay que saber -constata- que nada de lo que hicieron Jennifer Doudna y Emmanuelle Charpentier lo hubieran podido hacer en el 2012 sin la contribución inicial de Francis».

¿Por qué el español quedó fuera de la habitual terna de premiados? Podría resumirse en el hecho de que el jurado, como ya hizo en alguna otra ocasión, no quiso meterse en problemas. Las dos ganadoras estaban claras, pero para la tercera plaza había hasta diez posibles candidatos. Es cierto que Mojica fue quien inició todo, e incluso fue el que bautizó el sistema edición genética como CRISPR, pero en el largo camino de un descubrimiento vital hubo otras nueve personas que realizaron notables aportaciones. Demasiadas para el jurado, que eludió mojarse. «Ante la disyuntiva de decidir cuál de los diez elegir, optaron por dejarlo fuera. Esto puede ser una decisión fácil desde el punto de vista del jurado, pero es un desastre para los posibles galardonados», resume Montoliu.

No es la primera vez que los Nobel se olvidan del investigador que aportó el trabajo inicial, demasiado básico, pero también existen precedentes en el sentido contrario. Ocurrió en el 2008 cuando se premió, también en Química, el descubrimiento y desarrollo de la proteína fluorescente GFP. Lo recibieron dos investigadores que generaron todos los mutantes de colores fluorescentes, lo que viene siendo la aplicación práctica de una técnica muy utilizada en el ámbito biomédico. Aunque incluyeron a un tercero, al japonés Osamu Shimomura, quien describió por primera vez a la proteína verde en medusas del Pacífico. «Mojica debería haber ocupado el papel de ese investigador japonés», reconoce Lluis Montoliu.

Porque la revolución del CRISPR comenzó en los años ochenta en una laguna salina de Alicante, donde sobrevivía en unas condiciones absolutamente hostiles un microorganismo, la arquea Haloferax mediterranei. En el ADN de esta bacteria encontró Francis Mojica, aunque su verdadero nombre es Francisco Juan Martínez Mojica, unas secuencias genéticas repetidas que le llamaron la atención y a la que dedicó su estudio. Aunque no fue hasta años después en que llegó el momento Eureka. En estos segmentos genéticos aparecían insertados fragmentos de ADN de virus. Eran el recuerdo previo de contactos con patógenos. O, lo que es lo mismo, el investigador descubrió que ciertas bacterias contaban con un sistema de inmunidad adquirida, que se hereda de unas generaciones a otras. Lo que hacen es guardar en su genoma información de sus atacantes para reaccionar contra sus invasores si en algún otro momento los vuelven a atacar. ¿Cómo lo hacían? Con unas tijeras moleculares que aniquilaban a los virus. Y este fue el precedente que permitió a Doudna y Charpentier desarrollar su técnica. El decisivo papel del microbiólogo español fue destacado, de hecho, en el 2017 por la revista Nature, quien lo situó como el precursor de una de las técnicas más revolucionarias de los últimos tiempos.

Que el jurado del Nobel decisiese lavarse las manos para no meterse en problemas con la elección del tercer premiado probablemente fue el hecho decisivo que dejó fuera a Mojica, pero también influyó el frágil lobby de la ciencia española en el escenario mundial. Carece de los mecanismos de presión de potencias como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, China o Japón para situar en buena posición a sus candidatos. «El no reconocimiento a Francis Mojica está sin duda relacionado con la falta de presencia institucional de España en la ciencia europea e internacional. No solo es necesario hacer investigación de excelencia, también hace falta la presencia institucional», admite el matemático e investigador del CSIC Manuel H. de León.

Y en esta linea abunda Lluis Montoliu. «Francia y Estados Unidos apoyaron sus candidatos a muerte e hicieron todas las labores de lobby. Y la pregunta es si nosotros hemos hecho lo suficiente aquí. Yo creo que no», advierte el científico del CSIC, que lamentó un mayor apoyo institucional y de las sociedades científicas a la candidatura.

Al margen del debate, otros científicos españoles también lamentaron ayer la exclusión de Mojica del Nobel. «Nobel merecido, pero que ha dejado a investigadores sin premio, aunque lo merecían, como Francis Mojica. Le queda la satisfacción de saber que sin su gran aportación en investigación básica no existiría este Nobel. Y el reconocimiento de todos los que conocemos su trabajo»,  asegura la genetista de la Universitat de Barcelona Gemma Marfany. En la misma línea se pronunció el neurocientífico Pablo Barrecheguren. «Me parece -dice- muy triste que se desprecie tanto la investigación básica. Emmanuelle Charpentier y Jennifer A. Doudna tienen merecidísimo el Nobel por desarrollar las técnicas basadas en CRISPR, pero esas herramientas no existirían sin los descubrimientos de Francis Mojica».

La decepción también llegó al Gobierno de España a través del ministro de Ciencia, Pedro Duque. «Es un sentimiento agridulce. Como ha dicho el propio investigador, a él le produce la misma satisfacción que cuando tus hijos llegan a más de lo que llegaste tú, eso es muy noble por su parte, pero desde el punto de vista del Gobierno de España hay un poquito de desilusión», dijo.

En cualquier caso, no hay duda de que el reconocimiento a la técnica CRISPR y a sus dos creadoras está fuera de toda duda. Y así lo reconoció el jurado. «Hay un poder enorme en esta herramienta genética, que nos afecta a todos. No solo ha revolucionado la ciencia básica, sino que también ha dado lugar a cultivos innovadores y dará lugar a nuevos tratamientos médicos innovadores», aseguró Claes Fustafsson, presidente del Comité Nobel de Química.

La tecnología desarrollada ya está teniendo un impacto revolucionario en las ciencias de la vida. Está contribuyendo a nuevas terapias contra el cáncer y «puede hacer realidad el sueño de curar enfermedades hereditarias».

Francis Mójica: «Es como el hijo de uno que triunfa en la vida»

El considerado padre de la técnica CRISPR galardonada este miércoles con el Nobel de Química, el español Francis Mojica, ha afirmado que el premio le «ha pasado cerca» y ha añadido que, pese a no haber sido reconocido por el comité, se siente como si «el hijo que uno tiene ha triunfado en la vida».

Sin perder la tranquilidad y con una sonrisa, Mojica ha hecho estas declaraciones a la agencia Efe en su despacho del departamento de Microbiología de la Universidad de Alicante momentos después de conocer que el Nobel de Química recaía en Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna por desarrollar un método para la edición del genoma a partir de su descubrimiento al estudiar unas bacterias en las salinas de Santa Pola (Alicante) hace un cuarto de siglo.

«La probabilidad (de que le premiaran) era muy remota» pero «ha pasado cerca», ha confesado Mojica, quien ha visto la distinción a Charpentier y Doudna con «mucha alegría porque, independientemente de lo que te consideren», ha dicho en referencia al jurado de los Nobel, «he estado implicado en esto muchos años».

«Se lo han dado al niño aquel que teníamos aquí y que nadie le hacía caso, y es un orgullo. No está bien decirlo, pero es como que el hijo que uno tiene ha triunfado en la vida», según Mojica, quien cree que «ahora se oirá mucho más hablar del CRISPR de lo que ya se hace» y eso es «un motivo de orgullo enorme».

Francisco Juan Martínez Mojica, que firma sus artículos de ciencia básica como Francis Mojica, ha manifestado que «estaba bastante claro» que la técnica iba a ser premiada con el Nobel «en algún momento» y también que se daría por la edición genética.

«Y algunos teníamos la esperanza de que tuvieran en cuenta que nada sale de la nada y que hay un trabajo siempre detrás. Y que hace falta una investigación básica de laboratorio, sin saber muy bien dónde vas y que contribuye a ampliar el conocimiento, para que luego se desarrollen herramientas fantásticas como ésta», ha recalcado.

Para Mojica, CRISPR se podría haber reconocido de dos maneras, la primera de ellas como el sistema que utilizan las bacterias «procariotas para defenderse frente a virus», en referencia a su trabajo inicial en Santa Pola que desembocó en el CRISPR.

Si hubiera sucedido así, «habría sido una demostración del reconocimiento» por parte del jurado del Nobel de Química «de la importancia de la investigación básica».

Mojica ha subrayado que, «los que somos muy románticos en ese sentido, nos parece que habría estado genial», pero ha agregado que en el fondo «a quién le importa» ese trabajo inicial, sino los resultados de su desarrollo.

En este caso, ha comentado que la Academia sueca ha reconocido «una herramienta, lo que ha derivado la investigación» básica inicial que él descubrió, la cual tiene casi infinitas aplicaciones en la Medicina y otros campos.

Aunque precisamente las mayores expectativas del CRISPR está en la Medicina porque «facilita muchísimo la investigación biomédica» todavía no ha habido tiempo de «curar a nadie».

Por lo tanto, un posible Nobel de Medicina «habría requerido un poco más de tiempo» para distinguir una terapia contra una de las grandes enfermedades.

En todo caso, «dárselo a Emmanuelle (Charpentier) y Jennifer (Doudna) es fantástico» ya que «ellas no se podían quedar fuera si se reconoce la tecnología» por ser las primeras en usar esta herramienta en la edición genética. Preguntado por si le parece injusto no haber sido incluido en la lista como tercer galardonado, ha exclamado «¡qué le vamos a hacer!».

Ha especulado con que el jurado ha podido pensar que «habría muchos padres, quizá: padres, primos, hermanastros» porque «la familia CRISPR es muy grande e identificar al responsable de esta revolución es complicado, y han tirado por lo más sensato si uno no quiere complicarse demasiado la vida».

Mojica es consciente de que el Nobel se le ha escapado, seguramente de forma definitiva, de entre los dedos, y ahora se siente «en paz de espíritu».

«Ya no tendré periodistas en la puerta los primeros días de octubre» (cuando se fallan los Nobel) ya que «para mí ya no hay ninguna posibilidad ya».

¿Qué es el CRISPR-Cas9?

Las científicas Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna son las ganadoras del Premio Nobel de Química por reescribir el «código de la vida» y «el desarrollo de un método para la edición del genoma». La herramienta se llama CRISPR-Cas9, pero ¿en qué consiste, cuál es su potencial y quién sentó sus bases?.

¿Qué es CRISPR/Cas9?

Es una herramienta biológica que permite modificar el genoma con una precisión sin precedentes, y de forma mucho más sencilla y barata que cualquier otro método anterior. Al igual que un editor de textos, el CRISPR/Cas9 es capaz de manipular el genoma mediante un mecanismo que «corta y pega» secuencias de ADN.

Este sistema está copiado del mecanismo de defensa de las bacterias, que es una sorprendente herramienta de edición genética válida para el genoma de cualquier organismo.

¿Dónde está este sistema?

El sistema CRISPR/Cas9 es un mecanismo de defensa que poseen las células procariotas (bacterias y arqueas), es decir, los organismos unicelulares sin núcleo definido y con el material genético disperso por la célula.

¿En qué consiste?

El mecanismo de defensa de estos organismos les permite defenderse de los virus de una manera versátil y muy eficaz. Y es que, para adquirir inmunidad frente a un virus, los humanos debemos vacunarnos generación tras generación porque no somos capaces de heredar esa inmunidad.

Sin embargo, el investigador español Francis Mojica descubrió que las bacterias que desarrollan inmunidad frente a un virus transfieren genéticamente esa inmunidad a las células hijas que derivan de ellas. Se trata, por tanto, de un sistema inmunitario adaptativo que se transmite de generación en generación.

¿Quién realizó este descubrimiento?

Tras varios años de estudiar las procariotas de las salinas de Santa Pola , Mojica realizó este descubrimiento en el 2003, pero no lo publicó hasta el 2005, cuando la revista Journal of Molecular Evolution aceptó su trabajo.

Hasta entonces, el investigador visitó sin éxito las revistas más prestigiosas, que no terminaban de creer que un microbiólogo de Alicante pudiera haber descubierto algo tan importante (que las bacterias tenían un nuevo sistema inmune, de defensa, adaptativo con una base genética).

Doce años más tarde, las bioquímicas Emmanuelle Charpentier y Jennifer Doudna han sido reconocidas con el Nobel de Química por desarrollar la técnica, pero Mojica, considerado el padre de la herramienta, se ha quedado fuera.

¿Quiénes son los padres de CRISPR/Cas9?

Mojica identificó la secuencia CRISPR en microorganismos y descubrió que se trataba de un sistema de defensa natural, y sobre esta idea, en 2012, Charpentier (Francia) y Doudna (Estados Unidos) desarrollaron una herramienta universal de edición genómica.

¿Quién la puede utilizar?

Esta técnica de edición genómica ha abierto la puerta a multitud de aplicaciones en prácticamente cualquier organismo. Desde su creación en 2012, CRISPR/Cas9 se utiliza para buscar nuevos tratamientos contra numerosas enfermedades -incluyendo el cáncer y el sida-, así como para obtener nuevas variedades vegetales o en aplicaciones medioambientales.

¿Por qué ha supuesto una revolución?

La técnica recorta considerablemente -de años a días- el tiempo necesario hasta ahora para alterar el genoma a voluntad, y muchos se han referido a ella como la democratización de la edición genética porque ha colocado esta tecnología al alcance de cualquier laboratorio de biología molecular.

¿Qué consecuencias tendrá CRISPR/Cas9 para la medicina del futuro?

Esta es ya una de las revoluciones más importantes para la biología y la medicina. A las numerosas aplicaciones que ya conocemos, derivadas del uso de las CRISPR, habrá que sumar las tremendas posibilidades terapéuticas de esta herramienta que seguirá desarrollándose y mejorándose, ganando en seguridad y eficacia, hasta convertirse en tratamientos útiles para los millones de pacientes afectados de alguna de las miles de enfermedades congénitas que existen y que todavía hoy no tienen cura.

¿Dónde empezó todo?

En 1989, Mojica se incorporó al grupo de Microbiología de la Universidad de Alicante con un contrato para medir la calidad del agua de las playas alicantinas y, en paralelo, empezó su tesis doctoral centrada en el microorganismo Haloferax mediterranei. Su intención era averiguar los mecanismos moleculares que permiten a esta procariota vivir en las salinas de Santa Pola.

Durante su investigación, Mojica descubrió que en el genoma de estos microorganismos había secuencias genéticas que se repetían a intervalos regulares. Intrigado por este enigma biológico, tuvo que esperar a tener su propio laboratorio, a mediados de los noventa, para intentar esclarecer para qué servían estas curiosas secuencias.

Ante la falta de fondos públicos para financiar su trabajo, Mojica tuvo que recurrir a la bioinformática para poder hacer su investigación. Aprovechando que por fin se empezaban a publicar genomas completos de distintos microorganismos, el investigador consultó en las bases de datos accesibles a toda la comunidad científica y descubrió que las secuencias repetidas a intervalos regulares son muy abundantes en todo el mundo microbiano. Estas secuencias tenían un origen ancestral y una gran relevancia biológica, tanto que hoy han logrado un Premio Nobel.