Boda de una novia de O Barco tras 21 días en la uci por covid: «Hoy celebro que estoy viva»

Marta Vázquez Fernández
Marta Vázquez OURENSE

SOCIEDAD

Cedida

El 26 de marzo Laura Martínez ingresó en la unidad de cuidados intensivos del Complexo Hospitalario de Ourense porque sus pulmones no estaban bien

27 sep 2020 . Actualizado a las 19:25 h.

Aquel sábado iba a ser un día especial para ella. Había organizado todo para elegir su vestido de novia el 14 de marzo, porque ya hacía algunos meses que Laura Martínez y su pareja, Jairo Couso, habían decidido casarse. Pero el avance del coronavirus provocó la declaración del estado de alarma y esta vecina de O Barco, natural de Matarrosa del Sil (León), tuvo que aplazar la elección de su traje, ajena aún entonces a la pesadilla que se le venía encima. «La semana siguiente empecé con lo que yo pensé que sería una laringitis; tenía una tos seca, tonta, y en los días posteriores empecé a sentir mucho dolor corporal», recuerda. Aún ahora no sabe cómo pudo contagiarse, cree que quizás fue en un supermercado porque para entonces ella ya estaba teletrabajando y solo salía de casa lo justo, pero dos días después de que le hicieran la prueba le comunicaron que el resultado había sido positivo y su salud fue empeorando en apenas unas horas. Le dijeron los médicos que tenía mucha carga viral.

El 26 de marzo ingresó en la unidad de cuidados intensivos del Complexo Hospitalario de Ourense porque sus pulmones no estaban bien. Le diagnosticaron una neumonía bilateral aguda y tuvieron que intubarla. Pasó muchos días en coma inducido, pero logró vencer a la enfermedad y tras 21 días en la uci, pasó a planta. Después de 48 días hospitalizada, el 7 de mayo le dieron el alta y, nada más volver a casa, ella y su novio decidieron que debían retomar los planes de boda. Ayer pudieron por fin cumplir su sueño.

En el pueblo en que nació Laura hace 34 años, ella y Jairo se dieron el sí quiero a la una de la tarde, rodeados de familiares y amigos. «Hoy celebro que estoy viva», aseguraba emocionada esta joven que reconoce que las últimas semanas las ha pasado con muchos nervios, no tanto por la boda en sí, sino por si la situación sanitaria empeoraba y se acordaban nuevas restricciones que la obligaran a posponer, otra vez, el enlace. No fue así.

«Aunque mi salud no es la misma de antes, quiero que el día de hoy lo disfrutemos todos, que nos sirva para demostrar que la vida sigue y que tengo conmigo a mi familia y a mis seres queridos», contaba, feliz por dar este paso junto a su novio «que es una pasada, porque siempre está pendiente de mi».

Medio centenar de invitados

Al enlace iban a ir, en un primer momento, 120 invitados, pero las limitaciones que sigue imponiendo el covid han dejado esa lista en 56. «Mucha gente no ha podido venir, pero es algo que entendemos perfectamente», aseguraba Laura, contenta pese a todo de poder reencontrarse con familiares a los que, en los peores momentos de la enfermedad, pensó que no vería nunca más.

Para que la fiesta fuera no solo especial, sino también segura, Laura y Jairo eligieron un restaurante con una amplia finca. «Tiene capacidad para 550 personas; hemos dispuesto mesas enormes, para que estemos separados unos de otros, y nos hemos preocupado mucho de la seguridad, para pasarlo bien sin que nos pongamos en peligro», explicó.

Y es que ella misma aún sufre las secuelas que le dejó el coronavirus, y sabe lo peligroso que puede ser contagiarse. «No soy la que era; cuando me dieron el alta ya me dijeron que tardaría un año en recuperarme, y mis pulmones ya van mejor, pero lentamente», confiesa, explicando que su salud aún es delicada, por lo que no puede viajar en tren ni en avión, como tampoco coger pesos o realizar grandes esfuerzos. «Salgo lo justo de casa y siempre tomando mil precauciones, porque aunque tengas cuidado, no sabes si te vas a contagiar o no, y para mí ahora un simple catarro puede ser fatal». Pero ayer Laura solo quería pensar en positivo; la vida le ha dado una segunda oportunidad.