Algo extraño está sucediendo en Venus

marina koren THE ATLANTIC ONLINE

SOCIEDAD

maría pedreda

El descubrimiento de moléculas de fosfano en la atmósfera de Venus reaviva la polémica sobre la existencia de vida extraterrestre

28 sep 2020 . Actualizado a las 09:25 h.

Después de la Luna, Venus es el objeto más brillante del cielo nocturno. El planeta es tan radiante debido a su proximidad a la Tierra, pero también porque refleja la mayor parte de la luz que pasa a través de su atmósfera, más que cualquier otro planeta del sistema solar. Pero en esas nubes está sucediendo algo realmente extraño.

 El pasado 14 de septiembre científicos revelaron que han detectado rastros de un gas en la atmósfera de Venus que, según lo que se conoce sobre Venus, no debería estar allí. Los investigadores han considerado muchas explicaciones acerca de qué podría estar produciendo el gas, conocido como fosfano, y se decidieron por una explicación guiada por lo que saben sobre nuestro propio planeta. En la Tierra, la fosfano, un gas tóxico, es producida por microorganismos. «Por loco que parezca, nuestra explicación más plausible es la vida», afirmó Clara Sousa-Silva, astrofísica molecular del MIT y una de las autoras del nuevo estudio.

El descubrimiento de moléculas de fosfano en la atmósfera de Venus no significa que los científicos hayan encontrado pruebas de vida extraterrestre. La detección es simplemente una evidencia de un fenómeno que los científicos aún no pueden explicar. El fosfano podría ser creado por alguna forma de vida o podría ser forjada por un proceso químico que los científicos simplemente no habían visto antes.

 De cualquier manera, Venus, un planeta con reputación de ser cálido e infernal, se acaba de convertir en uno de los lugares más interesantes y cercanos del universo para investigar la cuestión de si existe vida más allá de la Tierra. A diferencia de las misiones en Marte, que buscan signos de vida de microbios muertos hace mucho tiempo, preservados en el suelo oxidado durante miles de millones de años, el descubrimiento del fosfano presenta la tentadora posibilidad de que haya vida en Venus en este momento. Si se confirma este descubrimiento, sabríamos por primera vez en la historia de la humanidad que el sistema solar tiene dos planetas donde existe vida. En un sentido cósmico, ya no estaríamos solos.

El misterioso secreto del fosfano

 Actualmente, hay una nave espacial orbitando alrededor de Venus, aunque no hay rovers en su superficie. La historia de este descubrimiento comenzó en la Tierra, donde Jane Greaves, una astrónoma de la Universidad de Cardiff en Gales, había leído artículos que postulaban que, si eras un astrónomo extraterrestre que miraba la Tierra desde lejos, el fosfano podría ser una firma biológica de nuestro planeta. Decidió probar la idea en Venus, similar en tamaño y masa, usando un telescopio terrestre en Hawai para observar el planeta durante unas horas, casi por capricho. 

 Lo que encontró fue la firma del fosfano, un patrón distinto de luz que emite el gas desde el interior de las nubes del planeta. Observaciones desde otro telescopio, en Chile, capturaron la misma marca. Y Greaves se puso en contacto con Sousa-Silva del MIT, quien ha pasado su carrera estudiando el fosfano.

 Venus es un planeta notoriamente inhóspito, donde las temperaturas de la superficie rondan los 460 grados Celsius. Si se viaja a lo alto de la atmósfera, donde hace más frío, las temperaturas son más soportables, más cercanas a las que experimentamos en la Tierra. Allí es donde los telescopios detectaron la firma de fosfano. Pero la atmósfera de Venus es tan ácida, con nubes formadas de gotitas de ácido sulfúrico, que cualquier fosfano debería eliminarse rápidamente. Para que el gas permanezca, algo debe reponer el suministro.

 Hasta ahora, el fosfano se ha detectado solo en otros tres planetas del sistema solar. En la Tierra, se encuentra en pantanos y marismas, y en los intestinos de algunos animales. En Júpiter y Saturno, el gas se forja dentro de las violentas tormentas de los planetas, bajo condiciones extremas que no se sabe que existan en ningún otro lugar. Utilizando simulaciones por ordenador, Sousa-Silva y otros investigadores imitaron esas tormentas en Venus. Enviaron descargas de relámpagos a través de la atmósfera e hicieron chocar meteoritos contra las nubes. A pesar de que Venus no tiene placas tectónicas, simularon también el raspado de la corteza contra la corteza, ya que no podían pensar en nada más que pudiera producir suficiente energía para forzar la existencia del fosfano.

 Sin embargo, bajo esos escenarios los investigadores solo lograron producir fosfano en pequeñas cantidades, no lo suficiente como para ser detectado desde la Tierra. Así es como Sousa-Silva y el equipo se encontraron considerando seriamente la explicación que los científicos mantienen al final de la lista, porque generalmente es la menos probable. «Soy escéptica», indicó Sousa-Silva. «Espero que toda la comunidad científica sea igualmente escéptica, y los invito a venir y demostrar que estoy equivocada, porque hemos llegado al punto final de nuestra pericia».

 Varios científicos que se especializan en Venus y que no participaron en la nueva investigación, dicen que los hallazgos son convincentes. Pero, al igual que Sousa-Silva, son escépticos.  

La idea de que la vida podría residir en las nubes venusianas ha estado flotando en la comunidad astronómica durante décadas. El astrónomo Carl Sagan exploró el concepto en un artículo de 1967 con el biofísico Harold Morowitz. Antes de que Venus se convirtiera en un horno del tamaño de un planeta, era un mundo acuático, cubierto de océanos que fluyeron durante miles de millones de años, tan habitable como los mares de la Tierra. A medida que la atmósfera se hinchaba con gases que atrapaban el calor y el agua se evaporaba en el espacio, las formas de vida en la superficie, obligadas a adaptarse, podrían haber escapado a los cielos. Si la vida realmente reside en la atmósfera de Venus, podría ser el último remanente de una biosfera destruida.

 Sousa-Silva sueña a menudo despierta con cómo podrían ser esas formas de vida aéreas: «Es fascinante imaginar qué tipo de complejidad podría surgir si no le tienes miedo al ácido sulfúrico». Las formas de vida de Venus tendrían una existencia más difícil si se parecieran a los microorganismos terrestres, explica Sousa-Silva, porque tendrían que trabajar duro para extraer el escaso vapor de agua de la atmósfera para poder sobrevivir.

 Reconocible o no, cualquier vida venusiana probablemente olería mal. El fosfano es tan tóxico que se ha utilizado como agente químico en la guerra y por grupos terroristas. «Hemos evolucionado para pensar que las cosas tóxicas huelen mal», afirmó Sousa-Silva, y agregó que cualquier ser venusiano podría estar programado para sentirse de la misma manera con respecto a nosotros.

 La presencia de fosfano en Venus y sus orígenes misteriosos significan que los científicos de todo el mundo deben volver a examinar lo que creen saber sobre el segundo planeta desde el sol. El descubrimiento también refuerza el argumento para enviar nuevas misiones a Venus, como orbitadores para mapear las cimas de las nubes y sondas de globos para examinar la atmósfera. «Tenemos que volver a esa atmósfera y averiguar, ¿qué podría significar esto?», afirmó Jim Garvin, el científico jefe del Goddard Space Flight Center de la NASA, que dirige una propuesta de misión a Venus.

 Pero incluso con una nave espacial en el lugar, el misterio del fosfano podría no resolverse fácilmente. Considere, por ejemplo, el metano, otro gas producido por pequeños microbios en la Tierra. A lo largo de los años, los rovers y otras naves espaciales han detectado metano en la atmósfera de Marte. Las moléculas de metano no sobreviven mucho tiempo en los cielos marcianos, debido a la radiación del sol y la interacción con otros gases. Esto ha llevado a algunos científicos a sugerir la presencia de formas de vida productoras de metano. Pero las interacciones naturales y aburridas entre la roca y el agua también pueden producir el gas, y los picos podrían ser bocanadas de moléculas, formadas hace miles de millones de años, que se elevan a través de nuevas grietas en el suelo. Hoy, el metano en Marte sigue siendo un misterio.

Si los científicos alguna vez encuentran vida en Venus, ese descubrimiento será la base de nuestras ideas sobre los seres extraterrestres.

 Si los científicos alguna vez encuentran vida en Venus, ese descubrimiento será la base de nuestras ideas sobre los seres extraterrestres. Durante mucho tiempo, los principales candidatos han sido seres misteriosos escondidos en el suelo de Marte o criaturas diminutas que nadan en océanos subterráneos en lunas heladas como Europa y Encélado. Quizás es hora de imaginar la vida suspendida en los cielos de un mundo cercano. ¿Y si, después de años de exploración espacial, los científicos encuentran vida en Venus en lugar de en Marte? «La gente de Marte estará tan enojada», bromeó Gilmore. «No me importa dónde lo encontremos. Si lo encontramos en la puerta de al lado, mejor aún».

(c) 2020 The Atlantic Online. Distribuido por Tribune Content. Traducción, Lorena Maya