La mayoría de los niños obesos tienen déficit de hierro, calcio y vitamina D

a. laya REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

En los últimos cuarenta años, los más pequeños de la casa pesan de media siete kilos más, aseguró la pediatra Rosaura Leis en las charlas saludables de La Voz

18 sep 2020 . Actualizado a las 11:13 h.

«Desde el punto de vista nutricional, en estos momentos, nuestros niños son víctimas de una pandemia, la obesidad». Así de tajante se mostró ayer la pediatra y directora del comité científico Fundación Dieta Atlántica, Rosaura Leis, en la charla saludable organizada por La Voz de Galicia, en colaboración con Vegalsa-Eroski y la Fundación Dieta Atlántica. Sostiene que, en los últimos cuarenta años, los más pequeños de la casa pesan, de media, siete kilos más. Y aseguró que, además, mucha de esta obesidad lleva aparejado un déficit de hierro, calcio y vitamina D.

El problema, añade la también coordinadora de la unidad de gastroenterología, hepatología y nutrición pediátrica del Complejo Hospitalario de Santiago (CHUS), es que nuestros pequeños «llevan estilos de vida poco saludables y presentan enfermedades que son típicas de los adultos». Y eso está provocando que el índice de masa corporal, que mide la cantidad de grasa, «se haya incrementado en tres puntos». Eso implica que, por ejemplo, un niño de ahora pese siete kilos más de media que uno de hace cuarenta años y mida cinco centímetros más. «Esto es un reflejo del cambio en el estilo de vida. Los niños han ganado talla, es cierto, pero han ganado más peso», argumenta.

Leis explicó que la obesidad es un aumento de la grasa corporal y que son, sobre todo, las razones medioambientales las que llevan a un incremento de esta dolencia. «Nuestros niños realizan menos actividad física y pasan más tiempo delante de las pantallas», afirmó. Esa grasa corporal «produce sustancias que son causa de enfermedades» y, de hecho, la mayoría de los niños obesos tienen déficits nutricionales, «porque toman alimentos que son ricos en energía, pero pobres en nutrientes».

Modificar el estilo de vida resulta así fundamental para acabar con este problema. «Estamos en una sociedad que estigmatiza la obesidad, pero que también la genera porque no facilita una dieta saludable o la práctica de la actividad física», añadió. Fijarnos en lo que hacían nuestros abuelos, en los alimentos que consumían y en la forma de cocinarlos es el primer paso para volver a los estilos de vida saludable, que se enmarcan dentro de la dieta atlántica. Pero también hacer ejercicio físico. «Nuestros abuelos vivían en Galicia e iban caminando a todos lados. Los niños también tienen que moverse, ir a los recados», dijo. Apostó, también, por «volver a sentarse a la mesa, recuperar el placer de cocinar y hacerlo todos juntos» como una forma de transmitir esa dieta atlántica. De lo contrario, «nuestros hijos van a vivir mucho menos que sus padres y sus abuelos», concluyó.