La ciencia resuelve un misterio sobre el cáncer que tenía más de 40 años

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Grupo de epigenética del cáncer dirigido por el doctor Manel Esteller, director del Instituto Josep Carreras
Grupo de epigenética del cáncer dirigido por el doctor Manel Esteller, director del Instituto Josep Carreras IJC

Supone un avance notable en el estudio de tumores como el de colon, estómago y útero

13 ago 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Antes de que se descubrieran las primeras mutaciones en oncogenes en el cáncer humano a principios de los 80, la década de 1970 aportó los primeros datos que sugerían alteraciones del material genético en los tumores. En este contexto, la prestigiosa revista Nature publicó en 1975 la existencia de una alteración específica de la célula transformada: a un ARN encargado de llevar un aminoácido para construir las proteínas (ARN de transferencia) le faltaba una pieza, el enigmático nucleótido «Y».

Después de esa observación destacada, se hizo el más absoluto silencio y el desconocimiento ha reinado durante cuarenta y cinco años sobre las causas y consecuencias de no poseer la base correcta en ese ARN. En un artículo que se acaba de publicar en la revista Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) por el grupo de Manel Esteller, director del Instituto de Investigación contra la Leucemia Josep Carreras, se resuelve este misterio describiendo que en las células cancerosas se inactiva epigenéticamente la proteína que genera el nucleótido «Y», originando tumores pequeños pero altamente agresivos. «Desde el descubrimiento original de 1975 ha existido mucho trabajo bioquímico para caracterizar las enzimas implicadas en los diferentes pasos que llevan al deseado nucleótido «Y», una guanina hipermodificada, pero sin conectar esta caracterización con su defecto en la biología tumoral. Nosotros hemos construido el puente entre estos dos mundos al demostrar que el silenciamiento epigenético del gen TYW2 es la causa de la pérdida del esquivo nucleótido», explica Esteller. Y añade sobre este problema que afecta a uno de cada cuatro paciente que sufren un tumor de colon, estómago y útero, que «el bloqueo epigenético del gen TYW2 tiene consecuencias indeseables para una célula sana». El «cartero» (ARN) que envía la señal para producir los ladrillos de nuestro cuerpo (las proteínas) empieza a acumular errores y la célula adquiere un aspecto distinto, alejado del epitelio normal, que llamamos mesenquimal y que se asocia con la aparición de metástasis. «En este sentido, cuando estudiamos pacientes con cáncer de colon en estadios precoces, la lesión epigenética de TYW2 y la pérdida del nucleótido «Y» se asocia a aquellos tumores que, aunque de tamaño pequeño, ya comportan una menor supervivencia de la persona», dice Esteller.

En la imagen de la izquierda se observan células del colon con niveles normales de TYW2 y la pieza «Y». En la de la derecha, cuando sucede la perdida de TYW2 y el nucleótido «Y», las células del cáncer empiezan a migrar de forma descontrolada.
En la imagen de la izquierda se observan células del colon con niveles normales de TYW2 y la pieza «Y». En la de la derecha, cuando sucede la perdida de TYW2 y el nucleótido «Y», las células del cáncer empiezan a migrar de forma descontrolada. IJC

Este conexión entre química y genética representa un avance muy importante en lo que se refiere al conocimiento del cáncer. «El siguiente paso es que en todas aquellas alteraciones químicas que fueron descubiertas hace ya muchos años también podamos encontrar una explicación estudiando los genes. Y en lo que se refiere a consecuencias más prácticas, como el gen protege contra la aparición del cáncer lo ideal sería que pudiéramos reactivarlo y conseguiríamos un efecto antitumoral. Nuestro conocimiento sobre el cáncer hoy es inmenso. Nos falta el último paso, que es aplicarlo en algo que finalmente sea útil para el paciente. Hoy tenemos alrededor de un 20 % por ciento de fármacos para tratar la enfermedad. Nuestro objetivo es generar el 100 %», reconoce Esteller.