Menos responsabilidad social y más pruebas, claves del repunte veraniego del covid-19

Jorge Casanova
jorge casanova REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Terrazas en julio del 2020
Terrazas en julio del 2020 ANA GARCIA

Los expertos consideran que es precipitado hablar ya de segunda ola

10 ago 2020 . Actualizado a las 18:44 h.

En los momentos más complicados de la pandemia y aún con todas las precauciones que recomendaba el desconocimiento sobre la evolución del covid-19, muchos expertos mostraban su esperanza de que el aumento de las temperaturas y el incremento de las actividades en el exterior contribuyeran a frenar el impacto del virus. Nadie se atrevía a asegurar que el coronavirus fuera estacional, pero muchos esperaban que sí. Desde luego, pocos pensaban que en agosto España estaría con cientos de rebrotes, decretando confinamientos locales y tomando medidas restrictivas. Cuatro expertos gallegos repasan los motivos de aquellas predicciones fallidas y sus expectativas para los próximos meses y apuntan al descenso de la responsabilidad social y al aumento del número de pruebas como claves en el repunte de casos.

Los rebrotes

Sorpresa e irresponsabilidad social. «Estos rebrotes no es que me hayan sorprendido a mí, yo creo que nos han sorprendido a todos». Es la opinión de Germán Bou, jefe de microbiología del Chuac. «A nivel microbiológico se sabe que los rayos ultravioleta dañan a los virus y que los que quedan depositados en superficies se ven afectados. Eso podría haber frenado la dispersión». Era la teoría, pero Bou recuerda que muchos de los rebrotes que ahora padecemos se han originado en episodios de ocio nocturno o de reuniones en locales cerrados: «Y en ese contexto, da igual que sea verano que otoño».

Para el microbiólogo Jesús López Romalde, la sorpresa ha sido relativa: «Porque había algunos estudios predictivos que hablaban de posibles repuntes. Pero yo creo que la situación actual se puede relacionar con la forma en la que nos estamos comportando. La radiación ultravioleta inactiva el virus, pero en las circunstancias en las que se están dando estos rebrotes, la radiación no funciona». La inmunóloga África González, menos sorprendida, apunta, como sus compañeros, que detrás del importante número de positivos localizados este verano está el importante incremento en el número de pruebas que se están realizando.

De su lado, Benito Regueiro, jefe de microbiología del Álvaro Cunqueiro, apunta a que lo realmente sorprendente son los cambios rápidos que está experimentando el virus: «Sobre todo porque vemos cómo ha aumentado su capacidad de transmitirse y lo rápido que ha disminuido su agresividad».

¿Segunda ola?

Demasiado pronto. «Deberíamos hablar de una segunda ola cuando haya una transmisión incontrolable, Desde luego, yo no me atrevería a decir que en Galicia hay una segunda ola», opina el doctor Bou. Su reflexión la comparten la mayor parte de los consultados. «Me gustaría pensar que se van a quedar en brotes aislados y que la situación no va a suponer de nuevo un colapso de los sistemas sanitarios, que nos pondría en una situación mucho más compleja», aporta la doctora África González, que apuesta por una mayor atención al personal vulnerable y por el compromiso de las empresas en el control periódico de sus trabajadores. López Romalde tampoco es favorable a referirse a una segunda ola: «Hay mucha variabilidad entre territorios para usar ese concepto». 

Esperando el frío

Un toque de atención. Algunos de los expertos consultados consideran que la inesperada aparición de rebrotes podría ser aprovechada como una advertencia para reforzar la idea de la presencia del virus y evitar la relajación en las medidas preventivas: «Estos rebrotes deberían servirnos como un toque de atención para el otoño, cuando la aparición de la gripe estacional probablemente complicará las cosas y podría llevarnos de nuevo al colapso sanitario», reflexiona el microbiólogo López Romalde. Para Germán Bou, la clave está en que no hayamos alcanzado un punto de no retorno para controlar la situación: «Y que esto nos sirva como un entrenamiento para el verdadero partido, que es el que tenemos que jugar en otoño».

Confinamientos

Locales y menos restrictivos. Nadie opina que vaya a llegar un episodio de confinamiento estricto como el que se vivió en España entre los meses de marzo y abril: «Entre otras cosas, porque la economía difícilmente lo soportaría», apunta López Romalde: «Los confinamientos serán más efectivos cuanto más localizados». África González tampoco ve un confinamiento general como una posibilidad: «Debemos intentar convivir con esta situación y modificar elementos para fortalecer el sistema de salud, ejecutar cambios en los modelos de residencias, y estar mejor preparados». Germán Bou se refiere a subconfinamientos: «Como los que se están aplicando porque un confinamiento global no mejoraría mucho la situación que ya tenemos ahora». 

Por su parte, el microbiólogo Benito Regueiro aporta sobre este asunto una imagen muy gráfica: «Hay que dramatizar lo justo, porque si no acabaríamos prohibiendo los coches para que no hubiera accidentes de tráfico. Hay que poner unas normas y procurar cumplirlas».

La competencia entre virus

El factor desconocido para el otoño. El doctor Benito Regueiro, jefe de microbiología del hospital Álvaro Cunqueiro, asegura que, a nivel técnico, el otoño traerá consigo una experiencia muy interesante al ver cómo se comporta el covid-19 frente a la competencia con otros virus estacionales: «Lo primero que hace un virus cuando toma el control de una célula es eliminar la competencia. Así que está por ver cómo se comporta este cuando lleguen los virus de la gripe y los otros rinovirus». Es un factor relativamente desconocido porque, de momento, la irrupción del covid-19 se ha producido en condiciones casi de exclusividad. ¿Podría ser esta una variable que ayudara a mitigar el impacto del nuevo coronavirus? «Podría mitigarlo, o todo lo contrario —opina el doctor Regueiro—. Todavía tenemos que ver lo que ocurre».

La convivencia del covid-19 con sus competidores en la temporada de otoño invierno no contará esta vez, en principio, con el factor del confinamiento que condicionó el desarrollo de la primera ola. Además varios estudios parecen apuntar a que el covid-19 está empezando a mostrar una deriva evolutiva para garantizar su supervivencia y basada en dos parámetros: una mayor capacidad de transmisión y una menor letalidad. Estas dos pautas le servirían al virus para mantenerse entre sus huéspedes humanos durante más tiempo. Algunos científicos están convencidos de que este proceso ya está en marcha y que será más evidente en otoño.