La economía sumergida alivia levemente la demanda de alimentos

Jorge Casanova
jorge casanova REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Ángel Manso

La petición de ayuda sigue muy por encima de la etapa anterior al coronavirus

09 ago 2020 . Actualizado a las 13:17 h.

El cerrojazo de la economía durante el pasado confinamiento puso de manifiesto la debilidad en la que vivían muchas familias en Galicia, que tuvieron que demandar ayuda urgente de las instituciones benéficas. Desde Cáritas a los bancos de alimentos constataron cómo se disparaba el número de usuarios y se modificaba su perfil. En las colas para el reparto de alimentos se colaron familias que nunca antes se habían visto en semejante situación de precariedad.

Poco más de un mes después de que se levantara el estado de alarma, las colas permanecen, aunque los responsables de estas instituciones admiten que la presión de los demandantes se ha aliviado ligeramente: «Hemos dejado de recibir a algunas familias que venían a recoger la comida y que no habían venido antes -explica Óscar Castro, de la Cocina Económica de A Coruña-. Aquí pasamos de 200 usuarios a 500. En el comedor, sin embargo, los usuarios siguen creciendo». Castro lo atribuye a la reactivación de la economía sumergida: «El fraude no se puede defender nunca, pero es cierto que está salvando a muchas familias».

«Algo hemos bajado, afortunadamente -admite Amadora Núñez, del Banco de Alimentos de Lugo-. Aquí llegamos a atender incluso a empresarios. Y la gente no viene porque sí, sino porque tienen necesidad. Muchos tienen que superar una gran vergüenza. Recuerdo un señor que me llamó desesperado porque me dijo que tenía dos niños y nada que poner a hervir en una cazuela».

Los que no salen

«Nosotros seguimos más o menos igual -explica José Fernández Pernas, presidente de la Asociación Renacer-. Aquí llegó mucha gente que se quedó sin empleo y no tenía un colchón económico. Esos siguen igual». Para muchos usuarios de estos servicios ni siquiera la economía sumergida les ha dado La oportunidad de aliviar una situación desesperada de la que no consiguen salir, especialmente entre inmigrantes sin papeles.

La mayor parte de estas instituciones han capeado este pico de demanda con el mismo personal, aunque sí han recibido muchas más ayudas por parte de particulares y también de algunas Administraciones, sensibles ante el aumento de las necesidades.