La primera vez que en La Voz se habló de... «Hacienda somos todos»

SOCIEDAD

«[...] a todos nos corresponde contribuir haciendo la declaración de impuestos. Si no, estamos engañando al país, porque Hacienda somos todos [...]». Así rezaba en un anuncio de La Voz de 1978 un eslogan que se iría incrustando en nuestra memoria colectiva: «Hacienda somos todos»

24 jun 2020 . Actualizado a las 12:08 h.

El autor de novelas satíricas típicas de la transición, como Las autonosuyas o Los rojos ganaron la guerra, reavivaba así la mecha de un debate que hoy sigue encendido, más estos días en los que millones de españoles se apuran a presentar su declaración de la renta y en los que el Gobierno de Sánchez quiere sacar de la chistera la fórmula mágica del equilibrio presupuestario con el llamado impuesto a los ricos. Pero en realidad las opiniones sobre las políticas de fiscalidad recorren la historia de las páginas de La Voz desde hace 138 años hasta alcanzar esta misma semana. Y en no pocas ocasiones el archivo histórico del periódico nos regala simpáticas anotaciones.

Es el caso del periodista de esta casa que el 23 de marzo de 1887 —son los años del denominado «Gobierno largo liberal de Sagasta»— y ante una crónica de un corresponsal del Times que ponía en duda la eficacia del nuevo impuesto sobre la renta que debatía el Congreso en Madrid, despachaba de tal guisa la cuestión: «Yo creo, con perdón del corresponsal del Times, que se le puede aplicar aquello de que soñaba el ciego que veía y soñaba lo que quería». Desde entonces y hasta hoy, pasando por el «Hacienda somos todos» de 1978, el asunto de los tributos le ha quitado el sueño a muchos. La viñeta humorística que ilustra esta página, publicada por La Voz en 1955, ironiza sobre ello con toda la acidez que permite la época.

Pero más de uno tuvo que frotarse dos veces los ojos, en 1968, cuando el régimen franquista quiso darle una vuelta a su sistema recaudatorio y anunció, tal y como recoge La Voz el 30 de diciembre de ese año: «Los signos externos a efectos del impuesto sobre la renta: vivienda, automóviles, inmuebles de recreo, cotos de caza y pesca, aeronaves, embarcaciones, sirvientes y celebración de fiestas». Un titular que solo se quedó en un susto para quienes no tenían sirvientes ni aeronaves, aunque quizás sí ganas de fiesta, puesto que pronto el Gobierno se apresuró a aclarar que las mayores cargas sobre vivienda recaerían en los propietarios de varios inmuebles y que en el caso de los automóviles se pondría el principal foco en los de importación. Mas bien parecía que la cosa iba para otros, como esos 53 que, según publicaba La Voz, se declaraban millonarios en la provincia de Pontevedra en 1970: de todos ellos, solo uno aseguraba tener ingresos superiores a los 4,5 millones de pesetas. Apostillaba el periódico, misterioso: «Hay algunos muy conocidos, pero muchos de los millonarios no corresponden con los que cualquier ciudadano podría pensar».

Y mientras algunos quizás trataban de resolver este enigma otros muchos se encontraban por primera vez con un giro lingüístico que ha llegado hasta nuestros días: en mayo de 1972 el ministerio de Hacienda sustituye en sus campañas publicitarias el veterano y temido encabezamiento de Impuesto sobre la Renta por el de Declaración de la Renta, quizás para ofrecer una imagen más amable, aunque el eslogan —«Responda con su verdad»— sonase algo amenazante para quienes ganasen más de 200.000 pesetas al año o tuviesen un chalé, que eran algunos de los requisitos que obligaban a darse un garbeo por Hacienda. Aunque para mensajes desafiantes, el lanzado por el ministro Fernández Ordóñez en 1977: «Se utilizarán computadores y todos los medios al alcance». Y apuntillaba: «El Rey hace declaración de la renta desde antes de su proclamación». (La Voz, 30 de diciembre).

Porque ya se sabe: «Hacienda somos todos».

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