Kevin: «Tiña que medir a comida que mercaba para que me chegaran os cartos»

Melissa Rodríguez
melissa rodríguez CARBALLO / LA VOZ

SOCIEDAD

ANA GARCIA

Este joven malpicán se vio afectado por un ERTE que tardó meses en cobrar y se buscó la vida como repartidor de una gran compañía de comercio electrónico

24 jun 2020 . Actualizado a las 22:09 h.

Al malpicán Kevin, de tan solo 24 años, le cambió la vida de un día para otro con la llegada de la pandemia. De bien para mal. Por la semana cursaba un ciclo de climatización industrial en A Coruña, mientras que por el fin de semana trabajaba de camarero en un bar de su pueblo para pagarse sus gastos. Pero el 14 de marzo todo mudó. De repente se convirtió en uno de los tantos rostros en el mundo que se vieron muy afectados por la crisis económica desatada a causa del coronavirus. Se vio afectado por un expedientes de regulación temporal de empleo y eso no fue lo peor. Primero, al igual que la mayoría de los españoles, pensó que sería por unos quince días, pero al final el parón se acabó extendiendo a meses en los que estuvo sin cobrar la prestación. Además, sus padres también pasaron de la noche a la mañana a estar sujetos a un ERTE, y tiene una hermana pequeña, lo que lo llevó a verse obligado a buscar un nuevo empleo. «As facturas ían crecendo: alugueres, praza de garaxe... E comecei a verme un pouco negro», explica.

Ser repartidor: pros y contras

Se apuntó a una Empresa de Trabajo Temporal con la intención de trabajar en el puerto, haciendo descargas. No obstante, esta primera opción se le truncó al necesitar hacer unos cursos que estaban paralizados por causa del covid. Pero al disponer de carné de conducir, en la ETT le propusieron ser repartidor de una gran compañía estadounidense de comercio electrónico, sector que vio incrementado su trabajo en este período de confinamiento. «Colléronme dun día para outro. Nunha xornada fixen un curso e ao día seguinte xa estaba traballando», comenta. En su día a día se encontró con todo tipo de situaciones, asegura: «Ser repartidor, a verdade, é bastante complicado. Á hora de desprazarte e aparcar, o estado de alarma si que axudou, porque non había xente. Pero tamén por outra parte, ter que levar a máscara posta... Mais moita xente era remisa a abrirche a porta e había moitos máis paquetes». Y esto no es todo. Este joven destaca otros aspectos negativos de esta profesión que vivió en sus propias carnes: «A xente non ten nada de empatía, é unha maleducada. Nós dependemos de entregar todos os pedidos que temos asignados para o día para acceder a unhas bonificacións económicas. Pois atopeime con persoas que á hora de recoller o pedido che dicían que estaban na praia. Ti ofrecíaste a levarllo e negábanse». Asimismo, habla de contratos muy cortos y de sobrecarga de trabajo: «A empresa aproveitábase da situación, de que había xente moi necesitada. Tamén se repartía pola fin de semana, cando non se pode, e a xornada ás veces estaba mal planificada, pois tiñas que facer unha viaxe moi larga para só entregar un paquete».

Una alimentación mala por necesidad

Pero la dureza del estado de alarma fue más allá del trabajo para Kevin: «Cando ía ao supermercado, tiña que medir a comida que mercaba para que me chegaran os cartos», cuenta. El virus lo pilló haciendo dieta para cuidarse. De esta manera, le fastidió la alimentación, dice: «Adoito comer moita froita, leite de améndoas, iogures de proteínas, peixe... Produtos que este tempo non puiden porque son moi caros, algo que non entendo, pois así obríganche a comer mal». El mcalpicán llega a una reflexión: «Todo isto serviume para ver como cambia a vida dun día para outro. Estás acostumado a un nivel de vida e atópaste isto». No fue el único que se vio en estas circunstancias. Relata que en su trabajo temporal se topó con «unha pila de xente nova» que accedió a ese trabajo por pura necesidad.

Otra crisis económica por delante

Ahora todo ha vuelto a la normalidad para este malpicán, aunque con excepciones, cuenta: «Xa cobrei o ERTE, o bar xa abriu e acabei o ciclo. Pero agora atópome con que unha oferta que tiña de traballo polo outro ciclo de electricidade que teño se esfumou a causa do coronavirus e, con el, todas as posibilidades de atopar traballo aquí en España. Así que xa estou mirando para ir para Francia. Quero comezar un oficio».