Galicia vive su San Xoán con menos chispa

Noelia Silvosa
NOELIA SILVOSA REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Los espacios más emblemáticos de la fiesta permanecen cerrados y sin fuego, que queda para las celebraciones privadas

23 jun 2021 . Actualizado a las 21:23 h.

Galicia celebró su noche de San Xoán más descafeinada en una noche en la que, por encima de todo, impactó el cierre de los espacios más emblemáticos. La afluencia en las calles se redujo a la búsqueda de establecimientos de hostelería con sardinas y churrasco. Muchos de ellos optaron por sustituir las brasas por la plancha para trasladar la iniciativa al interior del local y evitar las aglomeraciones. Otros, incluso se decidieron a hacer sardinas para llevar. Apenas hubo hogueras en espacios públicos. Una de ellas, la de la quema de la plaza de Cantodarea, en Marín, con accesos controlados y la mascarilla como elemento imprescindible. La gran mayoría de las cacharelas se han prendido «a puerta cerrada», previa autorización de los concellos, ante la prohibición de hacerlas en espacios públicos. Todo para celebrar contra viento y marea un San Xoán en el que, por una vez, las llamas no fueron las grandes protagonistas.

Las playas estuvieron cerradas y con vigilancia policial en cada uno de los arcos de control de acceso para evitar que nadie se saltara la prohibición. Esta ha sido la foto en A Coruña, que nada tuvo que ver con la que ofrece cada año en una celebración que se ha convertido en una de sus señas de identidad. Es habitual que la fiesta empiece ya la madrugada anterior, con grupos que ocupan su espacio en la arena para guardar el sitio de cara a la noche siguiente. Las guardias se suceden hasta que la playa acaba parcelada y repleta de maderas, a la espera de que la quema de la falla en Riazor dé la señal para hacerlas arder. Pero ayer martes la ciudad herculina vivió el San Juan más atípico que se recuerda, sin la presencia de decenas de miles de personas tanto en Riazor como en el Orzán en torno a las hogueras, o simplemente reunidas para compartir una noche especial en la que estuvo ausente el principal elemento, el fuego.

A pesar de estas limitaciones, se mantuvo un amplio dispositivo de seguridad para evitar incumplimientos y posibles aglomeraciones en alguna de las 300 parrillas de la vía pública previa solicitud. La mayoría de los locales de hostelería del centro optaron por abrir, pero con poca presencia de la sardina y del churrasco, que se han hecho notar más en barrios como Los Rosales, Matogrande y Novo Mesoiro.

En Vilagarcía, la playa clásica para celebrar la noche más corta del año es la de A Concha-Compostela. En esta ocasión, sin embargo, tampoco brilló ni un ascua ante la prohibición de encender hogueras en espacios públicos. No es que el arenal estuviese desierto durante la jornada. El calor, de hecho, lo convirtió durante toda la tarde en imprescindible escenario para la reunión y el chapuzón de los vilagarcianos. Sucede que, en lugar del precio de las sardinas, lo que ayer se debatía en la orilla eran los resultados del análisis que valoró la calidad del agua como excelente, después de cinco días en los que un estudio previo había aconsejado su cierre al baño.

Siguiendo esta estela, en Ferrol no se pudieron encender ayer las grandes luminarias que ardían todos los años en la noche de San Xoán. La prohibición  para evitar aglomeraciones hizo que la ciudad naval se quedase este año sin la monumental hoguera del barrio de Esteiro -la de Batallones-, y que el valle de Esmelle (uno de los enclaves más bellos de la zona rural ferrolana) tampoco pudiese prender su tradicional luminaria. Las celebraciones han quedado, este año, para el ámbito privado para entidades como el Club de Campo, que ha reunido a 250 socios en una churrascada. Aunque, eso sí -como subrayan desde la junta directiva del club- extremando las medidas de seguridad, distribuyendo a los comensales en distintas zonas del club para mantener la distancia social y exigiendo el uso de mascarilla.

Más municipios encendieron únicamente fuegos privados. Se solicitaron unas 500 cacharelas en Santiago. Entre las públicas, las más populares cada año suelen ser las del barrio de San Pedro y la de la praza da Oliveira, en el casco viejo. También la de Vista Alegre, un barrio al que esta fecha le coincide además con sus fiestas patronales. Este año no podrá celebrar ninguna de las dos debido a las medidas sanitarias. Del mismo modo, en Barbanza se solicitaron permisos para más de 800 cacharelas, de nuevo todas en terrenos particulares. Muchas familias se han reunido para asar sardinas y carne, mientras que algunos bares y chiringuitos también se han animado a realizar sardiñadas. Y en Carballo, solo en el municipio se pidieron permisos para 800 cachelas.

Información realizada con las aportaciones de David García, Serxio González, Ramón Loureiro, Rosa Martínez y Ana Gerpe.