«Para Galicia, esto es una oportunidad»

Jorge Casanova
jorge casanova REDACCIÓN

SOCIEDAD

PEPA LOSADA

Crecen las reservas en pisos turísticos bajo el estímulo de la seguridad frente al covid-19

21 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Galicia tiene numerosos atractivos para convencer al turista: entorno natural, gastronomía, patrimonio y otros intangibles como la personalidad hospitalaria que caracteriza a sus habitantes. Son razones que los visitantes destacan en las encuestas de satisfacción y que únicamente se enfrentan al que tradicionalmente ha sido su mayor hándicap: unas presuntas condiciones meteorológicas desfavorables. Este verano, el más atípico de los últimos tiempos, empieza a mostrar un atractivo más para viajar hasta Galicia: su condición de destino seguro frente a la amenaza que ha tenido a los españoles confinados en sus casas durante toda la primavera. «Es un hecho que las reservas para los pisos turísticos se han desplazado hacia el norte de España y eso, para Galicia, es una oportunidad», confirma Dulcinea Aguín, presidenta de Aviturga, la asociación que grupa a los propietarios de pisos turísticos en Galicia.

Las especiales características de esta temporada turística hicieron que el proceso de reserva no se pusiera en marcha hasta hace pocos días, pero con un ritmo que hace prever una buena temporada: «Entendemos que para el mes de julio, las reservas van a llegar a última hora, por la incertidumbre que existía sobre la posibilidad de viajar, pero para agosto ya se están recibiendo muchas», confirma Aguín. El propio presidente de la Xunta confirmó ayer que las reservas están multiplicando por ocho las cancelaciones y señaló que los turistas que regresan: «no son visitantes, sino parientes que se reencuentran con parte de su familia». Lo dijo ayer en la presentación de una campaña que, precisamente, lleva por título: «Galicia volve».

Menos reserva en las ciudades

Parece que los turistas que tradicionalmente elegían Galicia como destino preferencial en sus vacaciones no van a fallar. Lo que sí están detectando los responsables de las viviendas turísticas es una tendencia a reducir la movilidad, es decir, las peticiones son para más días en el mismo destino, en contra lo que ocurría otros años en que se diversificaban los días con pernoctas en diferentes puntos de la comunidad.

Otra característica de este verano es un incremento en las reservas que los turistas están cerrando en pequeñas villas, frente a las grandes ciudades que, proporcionalmente, recibirán menos visitantes.

Información elaborada con los textos de Mónica Torres, Yolanda García, Melissa R., Marcos Gago, Serxio González y Ana Gerpe

J.M.M.

Begoña Martínez, odontóloga de madrid

 Viajo ilusionada pero con el recelo que todos debemos

Begoña Martínez cuenta con los dedos de una mano las vacaciones que no pudo pasar en Galicia y, ahora, los días que restan para volver a subirse al avión que la traiga de nuevo. Esta vez, con su hija Aroa, de cuatro años y fiel candidata a mantener la tradición de los veranos en Baiona que su familia inició hace ya varias generaciones. «Estoy más ilusionada que nunca, pero con el recelo que todos debemos. Me falta tiempo para reencontrarme con parte de mi familia a la que hace meses que no he podido ver por la crisis sanitaria y de que mi hija disfrute de sus tíos y primos», explica esta odontóloga vasca, residente en Madrid, con los billetes ya reservados para su primer descanso vacacional poscovid», confirmó ayer a La Voz desde la capital de España.

«Soy consciente del temor que a todos nos atenaza, tanto para viajar como para recibir a personas de otras comunidades, pero el covid no nos debe dividir», considera esta mujer que asegura sentirse tan madrileña como gallega. «Solo por eso voy con el amor de mi vida. Mi hija no para de preguntar cuándo vamos al Castillo del Monte Boi, paseo habitual de mis veranos a su misma edad», recuerda emocionada Begoña Martínez.

«El covid no entiende de fronteras y nuestro mayor seguro, antes y ahora, es unirnos respetando todas las recomendaciones sanitarias, que también son iguales para todos los españoles porque el enemigo es solo uno», defiende.

PEPA LOSADA

Begoña Lorenzo, Cámping de Viveiro

Temos uns 12 clientes que veñen dende fai 30 anos

Eduardo Lorenzo fundó en 1964 el primer cámping de la provincia de Lugo y lo hizo en Viveiro. Situado al lado de la playa de Covas, en un entorno privilegiado, sigue siendo el lugar de vacaciones de varios clientes, año tras año. Son fieles a A Mariña y al establecimiento. «Él, con 91 años, desde su casa en Viveiro aún está pendiente de todo», comenta desde recepción la nieta Talía Martínez mientras cuelga carteles con las normas covid. Es la tercera generación en el negocio. Su madre, Begoña Lorenzo, de la segunda y directora, dice: «Temos clientes que son como da familia, incluso no inverno aínda mantemos o contacto. Somos como unha gran familia. E algúns ata veñen sempre para a mesma parcela». Mañana recibirán, por ejemplo, a una familia asturiana que veranea ahí desde hace unos 30 años. Esta temporada, aunque marcada por la situación sanitaria del coronavirus, regresa a su cámping viveirense. Con veteranía similar hay más: «De 30 anos temos uns dez ou doce clientes, ou máis». Así, Begoña Lorenzo recuerda a una pareja de Ponferrada de más de 80 años y otros clientes de Lugo.

¿Qué les sigue atrayendo?: «A zona, porque aquí vivimos no paraíso, e o trato que damos á xente. Agora, moitos cámpings queren ser hoteis horizontais e están despersonalizando o cámping. Eu estou empeñada en que este sexa como os de toda a vida». «Ten parte de negocio pero tamén moita parte sentimental e emocional», subraya. 

Teresa Negreira y Ángel Domínguez, matrimonio madrileño

Desde hace más de 40 años veraneamos en Laxe

Teresa Negreira Antelo y Ángel Domínguez Gómez, de 74 y 80 años, son un matrimonio de Madrid que lleva veraneando en Laxe casi medio siglo. De hecho, en los últimos años, desde que Ángel se ha jubilado, ya no solo visitan esta villa de la Costa da Morte en los meses de más calor, sino que hacen el camino de ida y vuelta unas tres veces al año. Este 2020, pese a las circunstancias que vive el país, no será una excepción. De hecho, el confinamiento ya los pilló de vacaciones en el pueblo marinero. El pasado jueves, por unos trámites que debían realizar en la capital, tomaron el tren de regreso a casa. En julio esperan poder estar de vuelta en la localidad que los enamoró por «el paseo, el faro, la playa, la comida...», ensalzan.

«De Laxe nos gusta todo. Vinimos a parar aquí hace más de 40 años por mis abuelos, que eran de Santa Comba. Al principio, alquilábamos lo que había libre cada año, pero desde hace 16, ya siempre nos vamos a la misma casa», comentan. Su casera no les ha puesto impedimento alguno en este 2020 pese a la creciente madrileñofobia que se está dando a causa del coronavirus: «Al contrario, el jueves incluso nos puso un guasap preguntándonos qué tal el viaje», cuentan. En Malpica, otra mujer que alquila pisos a turistas nacionales y que prefiere mantener el anonimato, asegura tener las puertas abiertas. Por el contrario, se está encontrando con que, de meomento, «este año la gente se echa para atrás por miedo al covid», explica.

Pasar el estado de alarma en Laxe ha sido para Teresa y Ángel «mejor» que hacerlo en Madrid, aunque tuvo el inconveniente de «estar lejos de la familia», admiten. Tuvieron que soportar «alguna que otra mirada de la gente» cuando salían a pasear, relata la pareja, aunque se quedan con que otros muchos vecinos se preocuparon por ellos.

Ramón Leiro

Beatriz García, canelas, Sanxenxo

Aquí todos vivimos del turismo

La pontevedresa Beatriz García Pérez lleva varios años alquilando en verano una casa junto a la playa de Canelas y a un tiro de piedra de Portonovo. Afronta este verano con optimismo y destaca la buena impresión que esta comarca causa entre sus inquilinos. Está acostumbrada a una clientela nacional, de la Meseta, e internacional, como unos clientes alemanes que repiten año tras año, que ya reservaron en noviembre y mantienen su intención de venir. Sobre la polémica turismofobia es rotunda: «Yo no lo viví, no sé de donde sacaron eso porque aquí todo el mundo vive del turismo». Añade que durante el estado de alarma tampoco notó la avalancha de madrileños. «Lo que sí hubo fueron madrileños pero porque sus padres son de aquí y tienen casa aquí, gente que se fue a vivir allí pero que son de aquí y son gallegos y no madrileños». Ella entiende que, a pesar de la polémica, madrileños y turistas en general vendrán y serán bien recibidos. En su cartera de clientes tiene una familia de Jaca (Huesca), otra de Ciudad Real, madrileños y extranjeros. «Los alemanes es que se enamoran de aquí, les encanta la comida y el clima».

Leonor García es de Ciudad Real y se alojará con su familia en la casa de Canelas. Vino el año pasado, con sus cuñados, asiduos al verano sanxenxino, y no se lo pensó a la hora de volver. «La casa de Beatriz es una maravilla y es una anfitriona estupenda», indica. «Quedamos prendados de la zona, lo bonito que es todo». Apunta que «la gente es muy cordial, el agua maravillosa, la comida no te digo más, y los paisajes, y no pasas calor, que en otros sitios te achicharras». No cree que el trato vaya a cambiar. «Pienso que vamos a ser recibidos como siempre». Añade: «A Galicia no voy con miedo, creo que vamos a ser atendidos como siempre, Es como todo, siempre habrá algún gracioso que haga un comentario, pero eso pasa en todas las cosas, siempre hay alguien que se va un poco de madre, pero estoy segura de que vamos a ser muy bien atendidos y bien mirados».

Vicente Herrero, Tiene casa en Carril

Llevo 40 años yendo a Galicia; es mi casa

Se llama Vicente Herrero López y se define como «un madrileño de pura cepa», lo cual no excluye que se identifique en buena medida con Galicia, que conoció hace décadas y no ha dejado de visitar desde entonces. «Hombre, llevo cuarenta años yendo, llevo cuarenta años casado con una gallega, creo que puedo opinar con conocimiento de causa y Galicia también es mi casa», reivindica. Él y su esposa recorrieron a la inversa ese camino de la pandemia que se atribuye a los madrileños, convertidos en una especie de etiqueta genérica a la hora de referirse a la gente de fuera. «Lo cierto es que en marzo estábamos en Carril (Vilagarcía de Arousa), donde hace años que tenemos nuestra segunda vivienda; cuando vimos que el confinamiento se iba a implantar nos volvimos rápidamente a Madrid, porque nuestro nietecillo se iba a quedar sin guardería y teníamos que echarles una mano a nuestra hija y a nuestro yerno, que siguieron trabajando».

A Vicente, la madrileñofobia y la policía de los acentos le parecen «una solemne estupidez». «Los madrileños y los gallegos siempre nos hemos llevado espectacularmente y yo, personalmente, tengo la familia de mi mujer, que es gallega, y varios amigos íntimos que son gallegos; realmente mi segunda patria es Galicia; es mi segunda casa y, en ocasiones, la primera». De lo que desde luego no tiene ninguna duda es de que viajará a Carril en cuanto tenga ocasión. «Al principio, cuando empezaron a difundirse noticias sobre gente de Madrid que por lo visto estaba incumpliendo el confinamiento para irse a refugiar a Galicia, algún amigo nos llamaba para hacernos bromas. Nos parecía hasta gracioso. Pero ha llegado a un punto, no sé si porque la política se ha entrometido, en el que tenemos que cortarlo ya». Con eso y con todo, no cree que se pueda encontrar un ambiente hostil o extraño en el momento del regreso: «Me comentan mis amigos que esos son cuatro. Mira, en Galicia, como en Madrid, hay descerebrados, pero la mayoría somos buena gente».

Elvira Cepedano, madrileña en Ribeira

Mi hogar en verano está en Ribeira

Desde hace más de cincuenta años, Elvira Cepedano acude a Ribeira para disfrutar de las vacaciones de verano. Consciente de los comentarios que circulan, cuando se le pregunta si tiene previsto venir asegura: «Somos muchos los que vamos a Galicia para disfrutar de la playa. Algunos dicen que ahora no nos quieren porque aquí hubo muchas personas contagiadas, pero no creo que eso sea cierto. Yo siempre he tenido muy buena relación con la gente».

Elvira reconoce que los tres meses de encierro domiciliario le han pasado factura: «Ahora he comenzado a ir a casa de mis hijos. Menos mal que tengo un piso grande, con terraza y soleado, pero ha sido duro». Sin embargo, ya está pensando en su escapada estival, que este año se ha visto obligada a retrasar por la crisis sanitaria: «Supongo que me marcharé a mediados del próximo mes, cuando en Madrid comience a apretar el calor. Generalmente voy en avión, pero en esta ocasión me llevará en coche mi hijo. Mi hogar en verano está en Ribeira».

Elvira Cepedano comenzó a veranear en Ribeira con su marido, fallecido hace 27 años, y sus hijos: «Al principio nos alojábamos en el hostal Moderno, que ya no existe. Después decidimos comprar un piso y, además de en verano, también nos desplazábamos en Semana Santa. Incluso, hemos ido alguna vez en Navidades. Yo estoy encantada de ir a Galicia».

Risueña y muy activa a pesar de su avanzada edad, a Elvira Cepedano le gusta conversar y acudir a la playa de O Touro, situada solo a unos minutos caminando de su residencia: «Tengo ganas de ir, aunque solo sea para pasear por el Malecón y sentir en la cara la brisa del mar, que me sienta muy bien. Amo mucho la tierra gallega, es un lugar que me encanta», explica desde su vivenda de Madrid, desde la que se desplazará a su lugar habitual de vacaciones.

Alguno de sus hijos también veranea en Galicia: «Llevan años acudiendo a O Grove».