España abre las puertas al turismo sin un protocolo sólido contra los rebrotes

J. V. Lado / J. Casanova REDACCIÓN

SOCIEDAD

Una pareja de alemanes, a su llegada al aeropuerto de Ibiza este miércoles
Una pareja de alemanes, a su llegada al aeropuerto de Ibiza este miércoles Sergio G. Cañizares | Efe

Galicia dará de alta en el Sergas a todos los visitantes que tengan síntomas del covid-19

18 jun 2020 . Actualizado a las 10:32 h.

Quedan tres días para que cualquier ciudadano de los 400 millones que engloba el Espacio Schengen —a excepción de Portugal que esperará al 1 de julio— pueda moverse libremente por los 26 países que lo integran y en España aún no existe un protocolo sólido para afrontar los posibles contagios importados. Dentro del país, las regiones sanitarias de Barcelona y Lérida acceden hoy a la fase 3 del proceso de desescalada y, en general, todos los residentes podrán desplazarse sin limitación alguna a partir de las 00.00 horas del domingo. De ahí que la preocupación se extienda entre las comunidades y empiecen a reclamar sistemas de control. Canarias reclama que se le hagan test a todos los extracomunitarios y al menos al 25 % de los europeos y la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, quiere blindar el aeropuerto de Barajas —porque cree que fue la «principal entrada del virus» en España— pero con «medidas que no sean coercitivas ni expulsen al turismo».

El propio director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, reconoció ayer que «hay que tener cuidado con los visitantes que nos puedan venir de países de riesgo» y «buscar mecanismos para reducir esos riesgos», que tampoco llegó a concretar. Se limitó a asegurar que «se están haciendo todas las actividades de control y prevención para evitar que los turistas que pudieran tener patologías graves puedan venir», pero en todo caso «son las comunidades las que tienen que tomar las decisiones finales», porque en esta fase el ministerio, básicamente, emite «recomendaciones».

La Consellería de Sanidade, preguntada al respecto, señala que el control en los puertos y aeropuertos le compete «en exclusiva al Ministerio de Sanidad, a Sanidad Exterior», con lo que la autonomía se ha limitado a trasladar más de una vez que es un asunto de «alta preocupación» y que es «necesario reforzar esas tareas». De hecho, ayer mismo la presidenta de la Asociación de Médicos de Sanidad Exterior, Mar Faraco, denunciaba a través de la agencia Efe que no llegan a 150 los profesionales en el servicio y que están ya «al límite de sus capacidades» como para hacer frente a todo este trabajo

La Xunta, por su parte, va a poner un número de teléfono a disposición de «las personas que vengan de fuera de Galicia y puedan presentar alguna sintomatología». Al que no cuente con tarjeta sanitaria del Sergas se le asignará una alta rápida y un profesional que «decidirá en su caso si procede la realización de la prueba». Si es diagnosticado con coronavirus, «el tratamiento se hará exactamente en las mismas condiciones que el de cualquier otro ciudadano».

La amenaza viene de América

Sin embargo, ahora mismo el foco, más que en esta movilidad interna o incluso dentro del entorno europeo, está situado en América Latina, donde la epidemia aún crece de manera exponencial. Y de allí, en circunstancias normales, llegan a Barajas entre 30.000 y 40.000 pasajeros al mes de países como Brasil, Perú, México o Chile, no lejos de los 50.000 que vienen de Estados Unidos. Incluso con el cierre extremo de mayo llegaron 1.302 viajeros de México o 752 de Ecuador, por citar dos ejemplos.

El investigador de la USC Marcos Matabuena es uno de los autores del modelo matemático que prevé la incidencia del virus en el continente y que en el caso de España clavó el resultado que luego dio el estudio epidemiológico. Explica que hay casos como el de Cuba y Puerto Rico en los que existe un control de la epidemia comparable al europeo y otros como Argentina que implementaron una prolongada cuarentena, pero también hay casos «patológicos» como el de Brasil, donde mucha gente «ni siquiera se lo ha tomado en serio» y si el día 7 cuando publicaron su artículo estaba en el 3,79 % de infectados, ahora ya se encuentra por encima del 4. En muchos lugares ni siquiera se dan las condiciones para cumplir con los aislamientos porque, por ejemplo, en Chile, «el 11 % de la población vive hacinada» y hay colectivos indígenas «con un riesgo siete veces superior» de sufrir este tipo de infecciones, con lo que los efectos entre ellos «podrían ser devastadores». Y eso que el propio Matabuena incide en que sus estimaciones parten de los balances oficiales de fallecidos, con lo que la incidencia real podría ser mucho mayor de los cerca de cuatro millones de contagiados y 205.000 fallecidos registrados hasta la fecha en el continente americano.

«Aquí la gente si se queda en casa no come»

El profesor de Salud Pública de la Universidad de Chile, Mauricio Canals Lambarri, explica que la epidemia en el país se concentra en la región metropolitana de Santiago, aunque tienen zonas como Valparaíso con «un crecimiento exponencial», con lo que calcula que los índices no empezarán a descender hasta julio, lo que está llevando el sistema sanitario al límite. «Actualmente tenemos las ucis casi a un 100 % de ocupación y pacientes con ventilación mecánica fuera de las unidades de cuidados intensivos», señala el epidemiólogo, que desde la universidad acaba de publicar un informe con el que demuestra que los 5.000 casos diarios y los más de 180.000 recogidos por el Ministerio de Salud infraestiman la realidad y eso «significa que todos los datos en los que se basan nuestros modelos no son 100 % confiables».

En cualquier caso, para el doctor «el problema fundamental es la pobreza y el hacinamiento», porque impide cumplir las medidas de confinamiento decretadas. «Chile es un país con un sistema capitalista extremo, donde la salud pública ha estado por muchísimos años descuidada. Es prácticamente imposible lograr que la gente se quede en casa sin proporcionarle las condiciones para que esto pueda ser posible. La gente en este sistema con muy escasa protección social dice: ‘si no trabajo no como’», afirma Canals que tiene la «percepción de que en España e Italia hubo una respuesta tardía a la evolución de la pandemia que redundó en una gran tasa de mortalidad a pesar de tener sistemas de salud mejores que el nuestro».