Doloroso último adiós a Rosa María Sardà

La Voz

SOCIEDAD

Numerosos compañeros de profesión acudieron a despedirse de la cómica y actriz

12 jun 2020 . Actualizado a las 13:00 h.

Numerosos rostros conocidos acudían en las últimas horas a dar el último adiós a Rosa María Sardà, que moría ayer a los 78 años víctima de un cáncer que llevaba padeciendo varios años. A las instalaciones del tanatorio Sancho de Ávila, en Barcelona, el mismo al que trasladaron los restos de Álex Lequio tras su reciente fallecimiento por la misma enfermedad, se acercaron numerosos rostros conocidos, desde su hijo Pol Mainat, a su hermano Xavier Sardà, muy afectado. Carlos Latre acudía en compañía de su amigo Boris Izaguirre, quienes se han mostrado completamente rotos por la pérdida de una gran humorista y hermana del que fue su jefe durante los años de Crónicas marcianas, un programa que catapultó a ambos a la fama. Muy emocionado

El humorista Juan Carlos Ortega también se ha dejado ver por las instalaciones del tanatorio, así como el presentador de televisión, Toni Cruz. La expareja de Rosa María Sardà y productor de televisión, Josep María Mainat, se bajaba del coche con gafas de sol y mascarilla y, aunque era difícil reconocerle, tampoco ha querido faltar al último adiós de la humorista. Precisamente él publicaba ayer en su cuenta de Twitter uno de los homenajes más emotivos, una foto de ambos con su hijo en los años 80. 

Especialmente emotivas son las palabras que les dedicó Dani Rovira, que actualmente está en tratamiento contra el cáncer linfático que sufre, a la actriz, con la que coincidió en la película Ocho apellidos catalanas. «Maestra. Mujer crítica, libre, divertida e infalible. Así te voy a recordar siempre», escribía en su cuenta de Instagram. 

El actor se despedía apenas hace unos días el cantante Pau Donés, que moría de forma prematura a causa de un cáncer de colón. 

Los homenajes y el pesar por su muerte se han sucedido en las redes sociales por parte de muchos famosos y compañeros de profesión. «Su grandeza artística y personal estará en nuestra memoria para siempre. Ha muerto en casa, como ella quería, en compañía de su hijo y sus hermanos. Hace tres meses vino a la radio. Las dos sabíamos que era la última vez», escribía Julia Otero. 

«Con gran tristeza decimos adiós a una de las grandes de la escena española. Querida por todos en vida y ahora en el recuerdo. DEP Rosa María Sardà», escribía Antonio Banderas. 

«Querida Rosa. Que pena que te vayas. Cuánto reímos, y cuanto aprendimos de tu inmenso talento. Que mujer especial y brillante fuiste. !Hasta Siempre!», publicaba Javier Cámara. 

«Hasta siempre querida Rosa María. Se nos va para mí una de las grandes, en el cine, en el teatro, en el humor, como maestra de ceremonias y como… Todo lo que se propusiera. Siempre fue muy amable y cariñosa conmigo. Te echaremos de menos...Un beso a mi querido Javier Sardà...», lamentaba Carlos Latre. 

«Te has ido querida Rosa. Te admiraba desde siempre por tu inteligencia, tu agilidad mental, tu sentido del humor, tu acidez, tu forma de decir e interpretar... Pero tuve la suerte de trabajar contigo, de conocerte, y ahí descubrí tu enorme corazón maravilloso. Hasta siempre amiga», tuiteaba Santiago Segura. 

«Dice el tópico: “Siempre se van los mejores”. Pero hoy se cumple. Se nos fue la Sardà. La mejor de las mejores. Un faro para una generación de titiriteros y gentes de la comedia Gracies per tant, Rosa María», añadía José Corbacho. 

El pesimismo de Rosa María Sardá con Jordi Évole

Hace unos meses Rosa María Sardà participaba en el programa Lo de Évole y confesaba que no estaba pasando por su «mejor momento». «Tengo cáncer, pero no saben dónde lo tengo y se lo inventan. El cáncer es invencible, no es una lucha, es una cuestión de que los que se ocupan de tengan más o menos tino al programar unas ciertas medicaciones o lo que sea, pero no se trata de un "Match" de a ver quién gana, porque el cáncer siempre gana», explicaba la actriz, hermana del presentador Xavier Sardà y divorciada de Josep María Mainat (uno de los miembros de La Trinca), con el que tuvo un hijo llamado Pol. 

Además mostraba su pesimismo sobre la actual situación que vivió España con la crisis del coronavirus. «Algunos no dejarán de seguir haciendo lo que sea para acumular millones. Se seguirán vendiendo armas, explotando gente y vendrán pateras llenas de gente que no quiere nadie», decía. 

«Este fragmento no lo emitimos. Porque tenías razón, Rosa María. No estábamos preparados para que te fueras», escribía Jordi Évole. «Ojalá esta semana no hubiese existido nunca. Adéu Rosa. No t´oblidaré mai», añadía. 

Andreu Buenafuente también hizo un homenaje a Rosa María Sardà al comienzo de su programa junto a Maruja Torres, en una semana en la que también hizo un homenaje a Pau Donés:

Rosa María Sardà: cómica genial y ciudadana libre

La actriz falleció a los 78 años en Barcelona tras más de un lustro luchando contra el cáncer

OSKAR BELATEGUI

Rosa María Sardà patentó fuera de los escenarios una actitud que bebía a partes iguales del descreimiento y el sarcasmo. Cuando un periodista trataba de hacerle alguna pregunta pretendidamente incisiva, la actriz lo hundía en la miseria. La Sardà, que primero nos hizo reír en televisión antes de descubrir que podía hacernos llorar, rebajó el ritmo de su oficio hace seis años, cuando tenía 72, para luchar contra «el bicho», como llamaba ella al cáncer.

El cine y el teatro catalán no se entienden sin Rosa María Sardà, que trabajó a las órdenes de directores como Fernando Trueba, Fernando Colomo, Ventura Pons, José Luis García Sánchez, Luis García Berlanga y Pedro Almodóvar. La mejor maestra de ceremonia de la historia de los Premios Goya (condujo la gala en tres ocasiones: 1994, 1999 y 2002) ganó dos estatuillas como mejor secundaria por Sin vergüenza y ¿Por qué le llaman amor cuando quieren decir sexo?

Su padre fue un campesino que emigró a Cataluña y acabó de transportista de bidones químicos. Antes hizo la guerra como sanitario en el lado republicano. Su madre fue costurera, y después enfermera. Una familia roja y humilde que crio a su prole con los curas del barrio jugando con pelotas de trapo. Ella fue la mayor de los cinco hijos que tuvo la pareja: era hermana de Santiago, escenógrafo; Federico, empresario; Xavier, el popular periodista y tertuliano; y Joan, que murió de sida en los albores de la epidemia. Su madre enfermó siendo los hijos muy jóvenes y Rosa María se ocupó de sus hermanos. «Nunca nos soltó de la mano, ni siquiera ahora», ha dicho en alguna ocasión Xavier Sardà.

A los 7 años ya apareció en un escenario vestida con el traje de su primera comunión, y triunfó en los teatros barceloneses interpreto en Madrid obras como Esperando a Godot, de Samuel Becket, y Madre Coraje y sus hijos, de Bertold Brecht. Terenci Moix, Josep María Benet i Jornet, Lluís Pasqual, Adolfo Marsillach, Josep María de Sagarra y Mario Gas, entre otros, la quisieron en sus funciones. De los espectáculos de La Trinca en los años setenta, Rosa María Sardà supo cruzar la frontera a territorios dramáticos en obras como Wit. Aquella obra, en la que interpretaba a una intelectual que se enfrenta a un cáncer de ovarios en fase terminal y que decide ser un conejillo de indias para los doctores pensando que todo en su vida puede seguir siendo exento de sentimiento, le reportó el Max a la Mejor Actriz Protagonista, el Fotogramas de Plata y el Ercilla de Teatro.

Nunca daba consejos. «No sabría enseñarlo, solo sé que es imprescindible tener sentido común. Los ojos verdes ayudan». La Sardà se arrepentía de haber llegado tarde al cine para haber sido mujer objeto, bromeaba, y nunca hablaba de su hermano Xavier ni de la televisión que le brindó popularidad en los ochenta con programas como Vídeos de primera y Ahí te quiero ver.

Ligada al PSOE

Rosa María Sardà jamás ocultó su simpatía por el Partido Socialista, y en los últimos años dejó clara su postura contraria a la independencia de Cataluña, llegando a intervenir como oradora en una marcha de Sociedad Civil Catalana, denunciando la deriva del procés. En el 2015, dio vida en  Ocho apellidos catalanes a la iaia , la patriarca independentista de una familia del Ampurdán. Recostada en un sillón, se despertaba sobresaltada y exclamaba: «He tenido una pesadilla, he soñado que volvíamos a ser españoles».