«Los sanitarios me dijeron que nada de notas, que volviese allí a visitarlos al recuperarme»

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

Santi M. Amil

Un ingresado por covid-19 se despidió en su alta con un mensaje de agradecimiento a los sanitarios escrito en una servilleta

11 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Hay quien, como Sting en su famosa canción a finales de los 70, mandaba un mensaje en una botella pidiendo socorro. En el caso del ourensano Enrique Lorenzo, la nota la dejó tras recibir el auxilio de los sanitarios durante los días que estuvo convaleciente por el coronavirus en la unidad residencial medicalizada de Piñor. Y lo hizo en una modesta servilleta, para agradecerles sus cuidados mientras permaneció a merced de la enfermedad.

Lorenzo estuvo algo más de un mes ingresado entre el CHUO y Piñor, pero a él le preocupaba realmente otra cosa. «Yo ingresé por urgencias porque no resistía el dolor que me dio tras un ataque de ciática, pero cuando me subieron a planta ya fue porque me habían detectado la enfermedad. Y, en mi caso, lo que recuerdo es que me dio más jaleo la ciática que el coronavirus, porque fue terrible», dice.

A punto de cumplir los 82 años, él sospecha que contrajo el «bicho» tras un encuentro con un familiar que, previamente, había estado con un amigo que dio positivo. «Y yo estuve tres días con respiración artificial, pero después me la retiraron y tampoco tuve más fiebre, así que lo llevé bien», explica. Mientras tanto, asistió a la vorágine de casos que se agolpaban a su alrededor. Así que, para no perder detalle de lo que pasó, pidió en el hospital un papel y un bolígrafo para anotar los nombres de los sanitarios y no olvidarlos. «Son unos fuera de serie, entre ellos mi vecina. Pero me dijeron que nada de apuntes o notas, que tendría que volver allí para visitarlos al recuperarme», cuenta.

Enrique, que aún se restablece del trance sufrido, espera poder cumplir pronto esa promesa. Pero su plan no se quedó por el camino. Ya en Piñor, aprovechó para dejar un mensaje de agradecimiento a los profesionales sanitarios allí presentes. «Ya no les pedí ni un papel decente para no molestar a nadie, pero es que impresiona la dedicación de esta gente con la de dolores y calamidades humanas que se veían allí», recuerda. Improvisó y, con una servilleta que dejó sobre una mesilla, escribió: «Perdón por el papel. Gracias, y otra vez gracias. Sois algo más que seres humanos. Sois ángeles cuidando de las miserias de los demás. Dándoles algo de lo que nuestro mundo carece. Solo así construiremos un mundo mejor. Un abrazo fuerte a todas y a todos».

El mensaje fue recogido por los enfermeros que trabajan en Piñor, que lo plastificaron y conservaron en la instalación hasta que se cerró la unidad de hospitalización. Parte de las vivencias que hubo en ella se las llevó Enrique, que al ir dejando atrás la enfermedad optó por buscar la risa fácil de los que estaban a su alrededor. Entre ellos estaba Alfredo, un vecino de O Barco de Valdeorras al que Enrique rebautizó como Alfredín. «Por la mañana le preguntaba: ‘‘Alfredín, ¿cómo va la familia?’’», rememora Lorenzo. Otras veces lo vacilaba con que cuándo lo invitaría a un vino.

Ocurrió que, al final, tras la convivencia hasta los enfermeros y médicos llamaban Alfredín a Alfredo, quien al principio apenas levantaba un brazo de la cama para indicar que se iba encontrando mejor. «Y yo me veía cada día con más salud, así que hacía un poco el indio para dar algo de alegría a todos los que estábamos allí. Había gente de O Barco, de Castro Caldelas, de todas partes...», explica Enrique.

El día que él se fue, antes de que arrancase la ambulancia, una enfermera de Piñor salió de la instalación para despedirse. Supieron que Enrique era el autor de la nota. «Me llamó por mi nombre y me vino a dar un abrazo. Y dijo que por cosas así es por lo que su trabajo valía realmente la pena», concluye Lorenzo su relato.