El perfil del ourensano que va a Cáritas: mujer, de mediana edad y con poca formación

Pablo Varela Varela
p. varela OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

Miguel Ascón

Con la epidemia, en el comedor social han detectado a gente con empleos inestables

11 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La memoria económica de Cáritas Diocesana de Ourense correspondiente al año 2019 parecía ya un preludio de lo que vendrá a continuación del coronavirus. María Tabarés, directora de Cáritas, y José Ángel Feijoo, delegado episcopal, calculan que durante el estado de alarma «se triplicaron las atenciones en el comedor social». Antes de la epidemia eran unas 272 diarias, pero en el pico de contagios llegó a haber una demanda de 667. Ahora, oscilan en torno a 500 al día tras el bajón de la curva.

En parte por ello, desde Cáritas indican que uno de sus frentes inmediatos de acción pasará por «fomentar la empleabilidad de las personas para que consigan puestos de trabajo dignos y decentes». Al comedor social, según indican, acudieron durante la epidemia vecinos de la ciudad cuya economía quedó mermada por el confinamiento o directamente personas que no cobraron los ERTE. Pero también acudían afectados que sí tienen empleo pero marcados claramente por la inestabilidad, la temporalidad o los bajos ingresos.

Durante el año 2019, Cáritas Diocesana de Ourense constató 1,9 millones de euros en gastos, de los que más de 865.000 euros se fueron en atenciones sociales especializadas, como los programas de ayuda a mayores, el plan de ayuda a la mujer, el proyecto de inserción social para colectivos de etnia gitana o también de reclusos de Pereiro de Aguiar. Otros 607.000 euros ayudaron a sufragar iniciativas de acogida y asistencia como el propio comedor social, programas de acompañamiento familiar o los pisos de acogida. Y el área de formación y empleo implicó gastos por valor de 401.000 euros.

En total se atendieron a 12.905 personas en la provincia, de las que 5.207 acudieron a través de Cáritas Parroquiales. «Y la mayoría de los que acuden a buscar soluciones a Cáritas son personas de mediana edad, con escasa cualificación profesional. Y un 56 % de ellas son mujeres», avisan.

María Elena Sánchez, dueña de Carelen
María Elena Sánchez, dueña de Carelen

El empujón a María Elena

Uno de los casos que se escapa a ese perfil es María Elena Sánchez, que llegó desde Cuba en el año 2011 y ahora regenta un establecimiento de arreglos de costura y ropa a medida en la calle Juan XXIII. «Vine aquí porque mi esposo es hijo de gallegos, aunque nacido en Cuba, y fue difícil adaptarse a una nueva vida con todos los cambios que implica tras estar en la isla», dice. Cáritas le ayudó a dar forma a su idea tras tres años sopesando cómo llevarla a cabo. Al final, en un local que llevaba cerrado 25 años y estaba en alquiler, la puso en marcha. ¿El nombre? Carelen. «Lo puse para conjuntar a la vez a Cáritas y parte de mí, Elena», decía con orgullo.