El CHUO, que llegó a tener 165 aislados a la vez, se libra del covid-19

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

CEDIDA

Medicina Interna incide en la capacidad de despiste del virus en los cuadros clínicos

11 jun 2020 . Actualizado a las 13:19 h.

Primero fue el comarcal de Verín a mediados de mayo. Después le llegó el turno al hospital del distrito sanitario de Valdeorras, ya a inicios de junio. Y este miércoles fue el CHUO el que se despidió por ahora del covid-19, tras la recuperación de los dos últimos positivos que había en el recinto. Uno de ellos, de 59 años, todavía sigue ingresado pero ya dio negativo en su última prueba PCR, por lo que no es contabilizado como paciente covid.

Manuel Fernández Muinelo, jefe de servicio de Medicina Interna en el CHUO, aún habla con cautela porque intuye que esto todavía no ha terminado. «Llevamos un par de semanas en las que casi no hay nuevos positivos y los que siguen en casa están estables, y lo de este miércoles es un dato simbólico que da alegría pero no debe nublarnos la vista», avisa. Muinelo estima que entre finales de marzo y principios de abril, cuando la epidemia estaba en su momento más crudo, «el pico de enfermos en la unidad específica para críticos fue de 24, y en Medicina Interna llegamos a tener a más de un centenar de afectados a la vez».

Según indica, las predicciones de lo que podía pasar en Ourense cuando se constató que había llegado el coronavirus «hablaban de que, en el peor de los escenarios, podríamos llegar a tener a unos 70 enfermos críticos de covid». Tras esa estimación, hubo quien salió de la reunión del Comité Clínico con las piernas temblando, como le pasó a Muinelo. Finalmente no fue así, y él se muestra aliviado porque nunca se vieron en otra igual. «Hubo mucho miedo y antes del confinamiento fue caótico. Si no llegamos a quedarnos en casa, no sé qué hubiese pasado». No es una frase al aire, porque por las puertas del hospital siguen entrando personas susceptibles de padecer la enfermedad, «aunque de sospecha baja».

El virus jugaba al despiste

En Medicina Interna recuerdan la incertidumbre de los inicios al encontrarse con que las reacciones físicas de los pacientes positivos eran radicalmente distintas. Esa capacidad del virus para pasar desapercibido a ojos del resto la despejaron, por ejemplo, las radiologías de tórax. «Había personas con cuadros clínicos gravísimos y otros más banales, pero nos llamaba la atención la propia percepción de la gente sobre lo que les ocurría, porque muchos estaban realmente mal pero no se sentían así», dice el facultativo.

Manuel Fernández Muinelo, jefe de servicio de Medicina Interna en el CHUO
Manuel Fernández Muinelo, jefe de servicio de Medicina Interna en el CHUO

El covid-19, que tanto puede pasar de puntillas como arrasar con todo a su paso, también aprovechaba para jugar al engaño con el cuerpo del afectado. «Ahí veías el efecto que podía tener sobre el sistema nervioso central de una persona, porque no todos notaban la fatiga propia de una neumonía», explica Muinelo. A su manera, el coronavirus también era capaz de ejecutar el arte del despiste, lo que obligó a los sanitarios a aprender sobre la marcha.

«Lo que más nos impactó fue el tema del aislamiento», cuenta el jefe de servicio de Medicina Interna. Hasta que llegó el covid-19, en Infecciosas se concebía como grave el tratamiento de casos de tuberculosis que obligasen a dejar en cuarentena al afectado. «Pero lo que nunca tuvimos fue que aislar uno a uno a un positivo, y así hasta llegar a más de 100 casos en unas semanas», ilustra Muinelo. Ahora, con algo más de calma, él recuerda la imagen del inicio en el hospital: «Aquello parecía más propio de una película postapocalíptica».

El Sergas, que constata cuatro nuevos contagios, cifra en 2.012 los casos registrados

Actualmente hay 34 casos activos por coronavirus en Ourense, todos ellos en régimen de aislamiento domiciliario. Manuel Fernández Muinelo, jefe de servicio de Medicina Interna en el CHUO, aludía también a esta circunstancia, que ha obligado a los afectados a recluirse en habitaciones individuales de sus casas o a que sus parejas y familia se tuviesen que marchar a otras viviendas para evitar el riesgo de contagio durante sus cuarentenas particulares. «Ya no es únicamente la gente que estuvo en una cama y sin compañía en el hospital, porque esos pacientes tampoco recibieron visitas. Pero las personas que estuvieron en su domicilio esperando a que remitiese su virus lo han hecho, en muchos casos, en soledad», dice.

Los datos del Sergas han constatado en la provincia cuatro nuevos contagios en las últimas 48 horas, lo que eleva los casos registrados desde el inicio de la epidemia a 2.012. De todos ellos, 1.846 personas han conseguido recuperarse. Otras 132, mientras tanto, perdieron la vida.

En las residencias, a la espera

En esa lista de afectados que aún aguardan a poder dar el portazo a la enfermedad están cinco empleados de los geriátricos de la provincia: son tres en San José Hermanitas (Ourense), uno en Nuestra Señora de la Esperanza (Ourense) y otro en la residencia San Carlos (Celanova). Además, en los recintos para personas con capacidades diversas hay dos trabajadores de la Santa María (Ourense) y uno de la residencia Monterrei (Pereiro de Aguiar), todavía están pendientes de recuperarse.