«Isto agora é un sitio fantasma»: dos emigrantes de las Rías Baixas muestran el desierto en el que se ha convertido Gran Canaria

María Hermida
María Hermida PONTEVEDRA

SOCIEDAD

Cedido

Las gallegas Loli y Marisol, ambas trabajadoras de un hotel y ahora en ERTE, nunca pensaron en ver así las playas, paseos y restaurantes «nos que sempre había miles de persoas»

24 nov 2020 . Actualizado a las 16:07 h.

Si a Loli García, que nació al calor de la Rías Baixas y emigró hace décadas a Canarias, le convalidasen con títulos académicos el esfuerzo que hace por estar cerca de su familia a través del teléfono móvil, por contarle a los suyos vía WhatsApp cómo es su día a día y el sitio en el que vive, tendría varias carreras y doctorados. Ella es una mujer pegada a un teléfono, que manda vídeos a diario interesándose por los suyos, pero contando también cómo está y cómo ve Gran Canaria, la isla en la que se afincó hace más de treinta años.

Antes de que apareciese la pandemia, sus vídeos seguían un patrón bien definido. La mayoría los grababa desde el autobús (la guagua, como ella dice, haciendo suya la expresión canaria), de camino al hotel en el que trabaja, y en ellos mostraba los paraísos turísticos de Gran Canaria llenos de gente, desde Maspalomas a Playa del Inglés. Vídeo a vídeo, hablaba de dos cosas: del gran calor reinante, ese que le gusta mucho a los turistas pero que a ella, currante en una cocina, le asfixia, y de la gran cantidad de turistas que había siempre, sobre todo extranjeros. 

Eran tantos los vídeos que solía mandar Loli, a menudo con la queja del calor canario de por medio, que a veces su familia hasta le reñía y le decía que siempre contaba lo mismo. Pero el coronavirus lo cambió todo. Y, mientras en Galicia la normalidad amaga ya con volver a las zonas de bares, en Gran Canaria, en los puntos fetiche del turismo en la isla, todo sigue paralizado. Así que los vídeos de Loli ya no son lo que eran. Ahora retratan los lugares más turísticos de Gran Canaria convertidos en un desierto. Además, Loli, junto a su amiga y compañera de trabajo Marisol, también natural de las Rías Baixas, tiene más tiempo que nunca para grabarlos, porque ambas están en ERTE y, de momento, sin fecha de vuelta al hotel en el que llevan años y años trabajando.

Loli y Marisol viven en Vecindario, una localidad de Gran Canaria de unos 15.000 habitantes. En esta pequeña ciudad no notan grandes cambios, ya que no es el típico lugar turístico, sino la residencia habitual de muchos trabajadores emigrantes, como ellas, o de numerosos canarios. «En Vecindario hai comercios, supermercados... hai vida, todo segue máis ou menos como antes. Vaise recuperando a normalidade como debe estar pasando aí en Galicia», indica Loli. Pero, cada día, cuando baja el sol, cogen el coche y recorren los escasísimos kilómetros que las separan de los puntos calientes del turismo, como Maspalomas, San Agustín o Playa del Inglés, entonces la cosa cambia y ellas, pese a verlo día tras día, se quedan con la boca abierta. 

«Pola tarde aínda hai algunha xente nas praias, pero ao atardecer, que é cando normalmente os paseos marítimos estaban a tope e os arenais tamén con xente paseando, e que é tamén cando se enchían restaurantes e bares, agora xa non hai nada. Isto agora é un sitio fantasma», señalan las dos al unísono. No se cansan de grabar vídeos de la playa de Maspalomas desierta, del faro sin visitantes, de los restaurantes y hoteles cerrados... «Nunca pensamos ver isto así, aquí había sempre miles de persoas», dicen a la vez. 

Graban y, lógicamente, se hacen preguntas sobre el futuro de la isla, ligado  al turismo, y sobre su propio futuro. Ven desierto donde antes veían visitantes y se preocupan, cómo no hacerlo, pero mantienen la esperanza de que los turistas vuelvan. A muchos, a los clientes de su hotel, a los más veteranos, los conocen por sus nombres y apellidos. Saben sus gustos, lo mucho que disfrutan con el sol canario, el bien que les hace huir del invierno de sus países de origen.... así que esperan que vuelvan, que todo vuelva. Y que ellas, que llegaron de jóvenes a Canarias y casi les salieron canas en la isla, puedan seguir teniendo allí la vida que se ganaron con su esfuerzo, y con ese dolor de estar lejos de los suyos que nunca se logra quitar de encima. 

De momento, ellas pasean y esperan. No les queda otra. Les gustaría dar el salto a Galicia, aunque solo fuese un instante, y abrazar a su familia tras meses de confinamiento en soledad (tanto Loli como Marisol viven solas). Pero, por ahora, tienen que conformarse con el cariño vía WhatsApp. Que también cuenta. Vaya que sí.