Nuria Álvarez: «Un abuelo jamás dejaría desprotegido a su nieto»

Pablo Varela Varela
Pablo Varela OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

Nuria Álvarez, empleada en un geriátrico de Coles (Ourense)
Nuria Álvarez, empleada en un geriátrico de Coles (Ourense) CEDIDA

Esta empleada de un geriátrico de Coles (Ourense), pide que los jóvenes no olviden a sus mayores tras el covid-19

07 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

La lista de agradecimientos de Nuria Álvarez, trabajadora en una residencia del concello ourensano de Coles, alcanza incluso el municipio asturiano de La Felguera, corazón de la cuenca minera desde donde llegó una donación de hidrogel desinfectante. Desde Xove, en Viveiro, algunas cartas y dibujos para los mayores que residen en el geriátrico. «Pero creo que no hay nada que celebrar y sí mucho que aportar, porque hay gente que ha sufrido muchísimo y es el momento de cambiar el chip con respecto a nuestros mayores», avisa Álvarez.

Por cuestiones de confidencialidad, prefirió no revelar en qué recinto trabaja y tampoco su edad, pero se enorgullece de la reacción de empresas e instituciones provinciales y autonómicas a la hora de brindarles su apoyo. «Durante este tiempo he ido anotando cada día las muestras de solidaridad que hemos recibido», explica. Entre ellas están las de Protección Civil, la Diputación de Ourense, la Consellería de Medio Rural o el propio concello de Coles. Así, en una larga lista que sigue extendiéndose con el paso de los días, pero ahora su principal cometido es otro: «Hay mucho trabajo por hacer, porque hay que seguir dándole al trapo, pero las familias quieren volver y toda medida es poca».

Nuria avisa de la importancia de que la reacción para salvar a los ancianos del desastre durante la epidemia no debe quedarse ahí, sino que debe hacer reflexionar sobre el papel que juegan en la sociedad a la hora de trasladar su experiencia y vertebrar las familias. «Debemos volcarnos con ellos cada día como lo hemos hecho desde marzo. Llevarles la compra, hacerles recados y devolverles todo el amor que han dado a sus allegados a lo largo de sus vidas, que seguramente fueron mil veces más duras que las nuestras. Debemos seguir luchando por ellos», reivindica. Desde que se inició el estado de alarma, Nuria sumó a su trabajo habitual las tareas de desinfección en la residencia, y reconoce que todo el mundo dio todo de sí para sacar adelante el recinto. «No hubo ni una queja, porque hemos elegido esto. Tengamos mejores o peores medios, es lo que escogimos y debemos defenderlo», agrega.

«No bajéis la guardia»

Mientras tanto, por sus manos pasaba el periódico que llegaba enrollado por las mañanas. «Lo fumigábamos y se entregaba para su lectura», dice. Porque su otro empleo, en cierta forma, fue aportar normalidad al ambiente para ayudar a los residentes a evadirse de lo que pasaba fuera. Pero a ojos de Nuria, algo sí debe cambiar. Y ella pide algo más de tolerancia y comprensión con los veteranos: «Ellos han hecho de nosotros lo que somos y lo que tenemos. Merecen que nos dejemos la piel para protegerlos. No bajéis la guardia, porque un abuelo jamás desprotegería a un nieto».

«Tengo muchísimos agradecimientos que dar, entre ellos a una enfermera del Sergas y un médico, María Ángeles y Celso, a un inspector de la Xunta, Roberto. Cada mañana, día tras día, nos llamaban para saber qué tal estábamos, pero también para darnos ánimo. Y debemos dar gracias también a la que fue la primera mano tendida, la del personal del puesto de la Guardia Civil de Tamallancos, que en todo momento estuvieron pendientes de nosotros. Mi afecto sincero a los centros y a las familias que han sufrido pérdidas por esta enfermedad, y mi agradecimiento enorme a quienes luchan, sin pensar en nada más que en hacer el bien», concluye Nuria.