Ana Curieses: «No quise precipitarme al volver, pero tampoco estar en casa porque sí»

SOCIEDAD

Santi M. Amil

Esta médica de familia del centro de Salud de A Ponte, en Ourense, pasó de hacer rutas de 20 kilómetros a no poder, siquiera, bajar al garaje

07 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Ana Curieses, médica de familia en el centro de salud ourensano de A Ponte, suele trabajar en el turno de tarde. Así que, por las mañanas, aprovecha a veces para ir a caminar por las zonas verdes que bordean el campus. El miércoles, de vuelta a casa, tras pasear por Mende y las cercanías del río Lonia, hacía balance del mes y medio que ha pasado desde que superó el coronavirus. «Me incorporé de nuevo el 20 de abril y, desde que se pudo empezar a hacer algo de deporte, pues me puse a ello», dice.

Ella se contagió dentro del propio centro de salud cuando aún no había empezado el confinamiento general en las casas, y lo pasó con su marido, canadiense, que tenía previsto irse a su país de origen antes de que se iniciase el estado de alarma. Pero se quedó al saber que Ana tendría que estar aislada en una habitación mientras se estirase la cuarentena.

Tras padecerlo, esta sanitaria ourensana recordaba que una de sus rutinas habituales durante los fines de semana era irse a hacer rutas de 20 kilómetros por la provincia. Pero el covid-19 le hizo echar el freno de mano. «Tras contraer el virus no podía bajar ni siquiera al garaje, porque te deja tocada y me sentía débil», dice. Ahora dice estar recuperándose poco a poco, y ya va cogiendo vuelo. Algunos días llega a casa con el contador a nueve kilómetros, casi la mitad de los que recorría antes de sufrir la enfermedad. «Y no todos los días tengo tiempo, porque por las mañanas hago muchas cosas», añade.

El fin de semana pasado se marchó a Esgos a hacer una excursión con un grupo de senderistas que también están federados. Fue una de las normas iniciales marcadas por el Gobierno al abrir la mano con la práctica del deporte: grupos de diez personas con su carné de práctica habitual en mano y que hubiesen contratado previamente los servicio de una empresa dedicada a este tipo de actividades.

Y Ana avisa de que el virus, aunque merma la salud y el hábito de entrenamiento de quienes están acostumbrados a esa rutina diaria, tiene doble filo también para los que no lo han contraído pero sí han estado encerrados en casa. «Hay una cosa que se debe entender, y es que tras todas estas semanas no nos hemos movido lo suficiente. Quedas entumecido, y es importante para todos poder salir de ese bucle. La gente que se queda quieta va perdiendo musculatura, pero hablando ya en concreto de nuestros mayores, los que estuvieron sin caminar tienen un peligro añadido. Si los índices de colesterol han subido, también se explica por haber estado parados», advierte. Ella es el ejemplo de que, en cierta forma, lo importante es no precipitarse tras un trance de este tipo, pero tampoco dejarse ir: «No me quise arriesgar a la hora de volver porque lo importante es regresar en condiciones, pero tampoco me gustaba la idea de estar en casa porque sí».