Alberto Cousido: «La primera vez que me vio el médico, me dio vitaminas»

Rosa Estévez
R. Estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

SOCIEDAD

Alberto Cousido, ya de vuelta en Holanda, en el barco en el que trabaja
Alberto Cousido, ya de vuelta en Holanda, en el barco en el que trabaja

Ni tos, ni fiebre. Solo un cansancio extremo y un dolor en el pecho; así se manifestó en este arousano de 34 años, que trabaja en un barco, el covid-19

07 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Vitaminas y antibióticos. Esa fue la receta que le dieron al vilagarciano Alberto Cousido para superar aquel cansancio y aquel dolor en el pecho con el que se despertó un día del mes de marzo. Estaba en Holanda, a bordo del barco en el que trabaja. «El día anterior a empezar a sentirme mal había estado operando en una grúa alta. Hacía viento, un viento bastante frío, y, la verdad, yo no iba muy abrigado», relata este hombre de 34 años de edad. «La verdad es que, cuando me desperté con malestar, le eché la culpa al frío». Y algo así le explicó al médico de a bordo que lo atendió. «No tuve más síntomas que un cansancio enorme y esa sensación en el pecho... Como cuando vas en moto sin abrigarte bien». Aunque el coronavirus comenzaba a perfilarse como la amenaza que finalmente fue, a Alberto ni se le pasó por la cabeza que pudiese ser el covid-19 el que le consumiese toda su energía. «No tenía ni fiebre ni tos, que eran los dos síntomas que decían que había que vigilar». Tampoco el médico que lo atendió pensó en el virus. «La primera vez que me vio, me dio unas vitaminas. Yo voy al gimnasio todos los días, y me dijo que a lo mejor el cansancio era de eso. Pero yo sabía que eso no podía ser, ¡ya llevo mucho tiempo haciendo deporte!». Pasaron unos días, y esa extenuación desconocida para él no remitía, así que volvió a consulta. «Me dieron unos antibióticos; no sé si fue por ellos o por qué fue, pero lo cierto es que mejoré». Y se recuperó por completo.

«La verdad es que, cuando me desperté con malestar, le eché la culpa al frío»

Dos semanas después de aquel extraño episodio de cansancio extremo, Alberto Cousido volvió a Vilagarcía. Para entonces, la crisis sanitaria ya había estallado y el miedo al covid-19 se había extendido. Alberto volvió a sentir frío, un frío distinto. «Tengo pareja y un niño recién nacido. Tenía miedo a contagiarlos, así que cuando llegué mantuve las distancias con ellos y me hice la prueba PCR». Esperó con impaciencia los resultados. «Me dijeron que eran negativos, así que por fin pude abrazar a mi familia», explica el vilagarciano. Pero el recuerdo de aquel extraño cansancio, de aquel dolor en el pecho, lo asaltaba de vez en cuando. «Tenía la mosca detrás de la oreja... Puede que incluso exagerase un poco con las medidas de prevención», dice. O no. Cuando en la clínica en la que trabaja su mujer comenzaron a realizar pruebas del coronavirus, decidió volver a someterse a examen. El resultado: «Positivo en covid-19». «Toda la gente de mi entorno tuvo que hacerse la prueba; afortunadamente estaban todos bien». Aún volvería a someterse, una tercera vez, a examen, esta vez en un hospital público. «Y entonces pude decir que estaba curado, que lo había superado».

«Me dieron unos antibióticos; no sé si fue por ellos o por qué fue, pero lo cierto es que mejoré»

Alberto Cousido vuelve a estar en Holanda, en el barco de una empresa offshore italiana para la que trabaja. Antes de subir a él, tuvo que pasar quince días en un hotel, en cuarentena. No le extraña: la tripulación la forman alrededor de un centenar de trabajadores de numerosas nacionalidades, y en ese contexto es necesario extremar las precauciones. «Desde que se supo lo grave que era esto se empezaron a tomar medidas de control. El gimnasio cerrado, las distancias de seguridad, grupos de trabajo...», relata él. Da las gracias por ello, porque es consciente de que el suyo fue uno de esos casos en los que el covid-19 no enseñó los dientes para desgarrarlo. Por desgracia, miles de personas no tuvieron su fortuna y perdieron la más cruel de las batallas.