Chelo Ferreiro, directora del centro Raiola, de Verín: «Isto non é unha gardería para os maiores»

SOCIEDAD

Chelo Ferreiro directora (tercera por la derecha) con los trabajadores del centro de dia Raiola de Verín
Chelo Ferreiro directora (tercera por la derecha) con los trabajadores del centro de dia Raiola de Verín Cedida

Denuncia el deterioro de los usuarios por el cierre mientras las familias trasladan sus preocupaciones

05 jun 2020 . Actualizado a las 09:07 h.

El estado de alarma obligó a cerrar los centros de día. Cientos de mayores que viven en sus casas pero precisan cuidados específicos se vieron de un día para otro, como todos, encerrados. Mucho tiempo para ellos y también para las familias, que se han quedado sin un recurso de conciliación y ven que sus mayores están acusando la falta de terapias. Familias a las que el anuncio de que este tipo de centros no abrirán hasta septiembre les ha caído como un jarro de agua fría. Sobre todo porque hasta hace una semana pensaban que el lunes volverían a contar con el servicio.

También en el sector esperaban poder volver a la actividad, en especial desde que el día 18 recibieran un protocolo de la Xunta con las medidas que debían de cumplir. En el centro Raiola de Verín (de titularidad municipal, y que explota una empresa concesionaria) realizaron una desinfección integral, compraron material, habilitaron una habitación en la que poder desinfectar ropa y zapatos de los usuarios cada mañana, y editaron una guía sobre los protocolos que tienen que cumplir usuarios y trabajadores en el centro, pero también usuarios y familias una vez fuera. «Fixen un búnker do centro de día», cuenta la directora, Chelo Ferreiro. Todo con el objetivo de retomar la actividad, de manera escalonada, en un pequeño centro de 36 plazas (alguna todavía vacante) y que celebró su primer aniversario en pleno confinamiento.

Primero serían 20 los usuarios en regresar y después irían aumentado hasta llegar a todos. «Todo como marcaba o protocolo», defiende. Pero ya no. Ella sigue con su cese de actividad, sus siete empleados están en ERTE y las familias «sufrindo», como ella misma define. Ayer tuvieron una reunión. «As familias fixéronnos chegar o mal que o están pasando. Están sufrindo e nós tamén de velos así», relata Ferreiro. Y lo explica: «Os usuarios están tendo un deterioro grande e as familias non poden máis. Isto é un atentado contra a dignidade dos maiores». La directora de Raiola argumenta que la decisión de la Xunta no tiene sentido y pide que dé marcha atrás. «Verín é rural, nesta zona non hai contaxios... E isto non é unha gardería na que se deixan os maiores, isto é un centro de terapias», señala.

Tienen terapias a nivel cognitivo para reforzar la memoria, y también a nivel físico, con sesiones de gimnasio y una fisioterapeuta. Y todo eso falta ahora en el día a día de los mayores. «As familias dinnos que están acusando o retroceso, hai quen está triste, hai quen está perdendo o apetito e ata hai un usuario que camiñaba e agora vai en cadeira de rodas... Hai que pensar na dignidade dos maiores», argumenta.

Asegura, además, que las familias no temen contagios en el centro. «Do que teñen medo é do deterioro dos maiores. O problema está nas feiras, nas festas e nas misas, non nos centros», añade. Y remata: «Para min é moi triste ver chorar ás familias, porque non entendo a decisión de non deixarnos abrir».

A la preocupación por el deterioro de los mayores se une ahora, en algunos casos, la preocupación de cómo cuidarlos. Con la vuelta al trabajo presencial de muchos sectores, la gente utilizaba el centro de día como un recurso de conciliación con el que ahora no pueden contar. Y sí, hay ayudas anunciadas, «pero non chegan, os cartos non dan para pagar unha persoa para coidar ao maior, e moito menos para articular todas as terapias», dice Ferreiro, que manda un mensaje claro: «Nesa loita estamos».

El Concello de Verín anunció que pedirá a la Xunta por escrito que reconsidere la decisión del cierre, al considerar el centro de día un servicio esencial. Lo es para María de los Ángeles Manso. Su marido, José Giraldo, es usuario de Raiola. «Agora eu só pode atender a miña tenda de fotografía entre as 9.00 e as 11.30 horas, porque é a hora na que esperta o meu home. Pecho e teño que marchar para a casa porque somos só nós. Non podo manter o meu negocio pechado ata o mes de setembro e o meu home, dende que deixou de ir ao centro de día, non fala, non quere comer e está moito máis triste. El está mal pero eu estou aínda peor», cuenta. También echa de menos el centro María Cota, según cuenta su hija, Maricarmen Justo: «Miña nai estraña moito o centro, bota todo o día chorando, nin quere comer nin tomar a medicación».