Cupido resiste el envite del covid-19

SOCIEDAD

cedida

Cuatro parejas de la comarca que tuvieron que aplazar su enlace relatan cómo han seguido con sus planes de boda

02 jun 2020 . Actualizado a las 20:14 h.

El coronavirus obligó a numerosas parejas a aplazar sus planes de boda. Muchas se decantaron ya por fijar nueva fecha en el 2021, mientras otras apostaron por el otoño y temen ahora posibles rebrotes. Encajar el puzle de restaurante, cura y fotógrafo fue tarea complicada, pero todos mantienen la ilusión.

 Serxio Carballo y Charo Cespón: «Cando cancelamos todo, respiramos, pero custounos atopar nova data»

Tenían previsto contraer matrimonio el 21 de marzo en la iglesia de Tállara, ante unos 140 invitados. Una semana antes, cuando todavía no se había decretado el estado de alarma en España pero el coronavirus ya empezaba a ser considerado una amenaza seria, Serxio Carballo y Charo Cespón tomaron la decisión de suspender la boda. Pese a que nada prohibía por aquel entonces seguir adelante con la fiesta, la pareja no lo veía claro y había invitados que le habían trasladado el miedo que les producía asistir: «Foi un pouco deprimente, porque tiñamos moitos plans feitos. Aínda así, cando cancelamos todo, respiramos, pero custounos atopar unha nova data».

Su primera parada fue el Pazo do Tambre, donde iba a celebrarse el banquete: «Cando fomos alí, o 12 de marzo, había varias parellas na mesma situación que nós», explica el novio. Añade que lo complicado fue encajar de nuevo todas las piezas del puzle: «Para este ano só había tres datas nas que coincidiran dispoñibles fotógrafo, restaurante, cura, coche...». Antes de cancelar la boda, ya habían pospuesto la luna de miel: «Tiñamos contratada unha viaxe a Tailandia. A nosa idea era casarnos e deixar a escapada para máis adiante, pero ao final, nin unha cousa nin a outra».

La pareja está ahora en modo espera. Su intención es pasar por el altar en octubre, pero tendrá que ser un domingo, pues el restaurante ya tenía todos los sábados ocupados, y asumen que será una boda distinta: «Non vai ser o mesmo en canto a bicos e abrazos, pero hai que adaptarse á situación».

Jennifer Blanco y Alejandro Mora: «É triste aprazar cando levas seis meses esperando que chegue o día»

Desde comienzos de septiembre llevaban preparando su gran día Jennifer Blanco y Alejandro Mora. Pero dos semanas antes de que amaneciera el 28 de marzo, la fecha que habían elegido para darse el sí quiero en la iglesia parroquial de Santiago de Lampón, recibieron una llamada del restaurante Torre de Xunqueiras, donde habían contratado el banquete: «É triste aprazar cando levas seis meses esperando que chegue o día, pero dixéronnos que era o mellor e, visto o que ocorreu despois, así foi».

La novia admite que, en su caso, por tratarse de una fiesta con unos sesenta invitados, la suspensión no les generó grandes quebraderos de cabeza, pero siente especialmente una cosa: «O 4 de febreiro naceu o noso neno, Hugo, que iamos bautizar o mesmo día da voda e iso é o que máis nos amolou».

La ceremonia, por partida doble, tendrá lugar, si todo sale según lo previsto, el 27 de marzo del 2021: «Elixiramos a data porque é un día especial para min, así que cando tivemos que suspender xa pensamos desde o primeiro momento en aprazar un ano a voda e todo o que tiñamos contratado está dispoñible para entón, así que non nos ocasionou moitos problemas nese sentido».

Ahora creen que tomaron las decisiones correctas, tanto a la hora de aplazar la boda antes incluso de que comenzara la cuarentena, pues la boda acabaría siendo inviable, como a la de dejarla para el año que viene. Están ilusionados con ese nuevo gran día, pero no ocultan cierto temor: «Cada vez que falan de posibles repuntes temos medo a ter que aprazar de novo, pero hai que ser positivos».

Rebe Crujeiras y Manolo Muñiz: «Para montar a festa grande que queremos non era o momento»

Unos 200 invitados tenían previsto reunir Rebe Crujeiras y Manolo Muñiz en el restaurante Baiuca el 4 de julio. Llevaban un año preparando la que estaba llamada a ser la boda del año en Ribeira, pero a finales de abril optaron por dejar su gran día aparcado hasta agosto del 2021. Aunque si la desescalada continúa al ritmo marcado es probable que pudieran pasar por el altar y compartir banquete con amigos y familiares en la fecha que habían elegido en un primero momento, no se arrepienten de haber optado por el aplazamiento: «Ao contrario, para nós foi un respiro tremendo tomar a decisión, pois hai xente que vai vir de Madrid e queremos que poida asistir», explica la novia. Teme que, de no haber dado el paso, ahora estaría mucho más nerviosa: «Para montar a festa grande que queremos non era o momento».

A pesar del chasco inicial, ahora Rebe Crujeiras se toma con humor lo sucedido: «Teño 39 anos e non me casei nunca, para unha vez que me decido pasa isto. En parte, mellor, xa que para o ano casarei con 40 e xa sairá todo redondo». Esta divertida novia le ve pocos inconvenientes al aplazamiento: «Así teño máis tempo para adelgazar, porque eu empeño poñíalle, pero non o daba conseguido». Entre las anécdotas que formarán parte de sus recuerdos estarán los anillos, grabados con el 4 de julio del 2020: «Xa os tiñamos e imos quedar con eles». Ahora, ambos son optimista y esperan que el coronavirus les deje celebrar el 14 de agosto del 2021 la gran boda que tienen planificada.

Rosa María Figueira y Sergio Bouzas: «Se á segunda non se pode, pois cambiamos e co dobre de gañas»

En vilo y temerosos ante ese posible rebrote para el otoño del que hablan algunos especialistas están Rosa María Figueira y Sergio Bouzas. La pareja tenía previsto contraer matrimonio el 9 de mayo en San Xusto de Lousame y aplazó la ceremonia y el banquete posterior en el restaurante Scala para el 24 de octubre. Saben que, visto lo visto, ya no está en su mano la elección de la fecha definitiva, así que se lo toman con bastante paciencia: «Levamos 17 anos xuntos, así que é case un mero trámite». Sin embargo, tienen claro que habrá fiesta: «Se á segunda non se pode, pois cambiamos e co dobre de gañas», asegura ella.

En su caso, el aplazamiento de la celebración no les supuso contratiempos importantes. Pese a que tomaron la decisión ya entrado el mes de marzo, todavía tenían muchas cuestiones en el aire, pendientes de resolver. El novio aún no había comprado el traje y tampoco estaba contratada la luna de miel: «Pensáramos nas illas, non máis lonxe, porque Sergio tenlle pánico a voar, pero foi xusto cando puxeron un hotel de Canarias en corentena e decidimos esperar».

Encajar restaurante, fotógrafo y cura fue la tarea más complicada, pero tras desechar julio y agosto, meses que ya estaban completos en cuanto a bodas, pudieron elegir fecha sin mayor problema: «Nós xogamos con vantaxe porque fomos dos primeiros en aprazar, xusto antes de que fora decretado o estado de alarma. Supoño que a partir de aí xa se desataría a loucura e estaría moito máis difícil atopar unha data para este ano».