Mecenazgo con bonos de diseño de moda para capear el temporal

Begoña Rodríguez Sotelino
begoña r. sotelino VIGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Noemi Díaz Patiño

La Canalla fideliza clientes durante tres meses con tres opciones

30 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Tras la anterior crisis económica del 2008, los diseñadores de La Canalla, firma viguesa creada por los hermanos Fran y Patricia Soto, arrastraron un bajón que les llevó, cuatro años más tarde, a poner en marcha un proyecto colaborativo que les ayudó a superar esa mala racha y financiar el montaje de la tienda online. «En aquel momento el proyecto era totalmente analógico. Contactábamos por carta con los clientes para que sumaran a una cuota que iba desde 5 a 60 euros al mes que abonaron durante casi tres años», recuerda Fran. Con la nueva crisis originada por el parón obligado debido al coronavirus, La Canalla ha vuelto a tirar de esa fórmula, rebautizada ahora como Rewind (Rebobina) que, como explica Fran se basa, sobre todo, en la confianza su trabajo. «Esta vez, obviamente, se hace a través de las redes sociales, y cubriendo un formulario para anotarse. Está siendo emocionante comprobar que hay mucha gente que apuesta por otra forma de consumir. En cinco días teníamos ya 38 personas dispuestas a pagar una cuota que va desde 25 a 200 euros al mes durante tres meses y ahora ya hay más de 70», cuenta.

Con el plan 1+1=2020, que así se llama, ellos pensaban capear este período, pero ha sido más que eso. «No esperábamos semejante respuesta, pensábamos que nos daría para pagar los gastos cotidianos, pero al final tenemos un colchón económico que nos permite estar un poco más tranquilos», reconoce. El sistema de mecenazgo lo iniciaron en abril y lo cerraron en 15 días, pero lo volvimos a abrir porque había lista de espera y ahora lo cerraremos definitivamente el 31 de mayo porque de todas formas, nuestra capacidad es limitada», argumenta. El diseñador añade que están ya trabajando con otros proyectos «y hasta esta semana no abrimos la opción de recogida en nuestro estudio para poner todas las normas de seguridad sanitaria, con la suerte de que tenemos doble puerta y por una se accede a la zona donde está la ropa y se sale por la otra. Lo tenemos todo muy organizado y recibimos con cita previa», afirma.

Existen tres opciones que se eligen a través de un link a un formulario de Google donde hay tres casillas con dos opciones cada una. En la opción Colecciones se pagan bonos de 25 o de 50 euros durante tres meses, para llevarse una o varias prendas ya confeccionadas. Con la segunda opción Al Rescate, la gente les lleva una prenda con valor emocional o un valor de calidad y el precio del bono puede ser o de 30 o de 60 euros. «Dependiendo de la cuota dedicaremos a la prenda 12 o 24 horas de trabajo a 7,50 euros la hora, incluidos los materiales», aclara. La tercera líneas de trabajo es A Medida, para conseguir una o varias piezas de diseño y patronaje, con cuotas de 100 o de 200 euros durante tres meses.

«Si no les vale la prenda se la adaptamos o le hacemos una más ajustada a su talla, porque, claro, no pudieron probarlas. Es el coste de la confianza, ya que muchos son clientes que nos apoyan desde hace mucho tiempo», razona.

«Tenemos gente de Edimburgo, Grenoble, Madrid, Barcelona, etc. Hemos hecho un cubrecamas confeccionado con tejidos recuperados que se va para Oviedo, unos cojines para Madrid, estamos haciendo unas bolsas de playa para una clienta de Vigo... No paramos. Eso ayuda a que no te de el bajón y este parón, además te obliga a reflexionar sobre cómo vivimos y que las agresiones al planeta y el consumo excesivo tiene consecuencias», opina.

Soto indica que desarrollando la iniciativa «pensando que la ropa no es algo de primera necesidad, lo que pasa es lo que sabemos hacer», justifica añadiendo que por ahora descartan diseñar mascarillas. «Nosotros mismos estamos usando las de farmacia, que son las que nos hacen sentirnos más seguros teniendo contacto a diario con nuestra madre, que tiene 80 años y no te puedes arriesgar», razona.

El diseñador argumenta y recuerda que su filosofía va con el slow fashion respetando las condiciones de trabajo. «No entramos dentro de los ciclos de consumo, ropa de temporada, rebajas y superofertas. Es otra cosa. Propusimos a la gente que apoye nuestra forma de entender la vida», resume. «Y nos hace mucha ilusión saber que en los momentos difíciles nos entendemos y brotan las acciones solidarias».