Pero además, también hay una cuenta pendiente en batallar contra los miedos de las personas a las que les cuesta interiorizar que la esclerosis convivirá con ellos. «Algunos ven a otros afectados que están en silla de ruedas y se marchan, porque prefieren no verlo. Y eso no quiere decir que a ellos les vaya a pasar», concreta Fernández.