Se buscan vendedores selectos, pudientes y con ganas de invertir en historia

María Guntín
Graduada en Periodismo por la UCM y Máster en Periodismo Avanzado Multiplataforma de La Voz de Galicia. Yo escribo desde la delegación de Lugo, pero tú puedes escribirme a maria.guntin@lavoz.es

El Pazo de San Pedro desborda leyendas e historia. Es un edifico histórico, documentado con manuscritos originales del Rey Carlos IV y está situado en Cerceda, a diez minutos al sur de Lugo. Está rodeado por tres hectáreas de robles y jardines y suma más de 1.400 metros entre terrazas, salones y demás estancias. La crisis derivada de la pandemia sanitaria ha obligado a su propietario, Francisco Terán, a bajar el precio del inmueble. Antes estaba en un millón de euros y ahora, ha bajado hasta los 800.000.

"Me llama alguna gente, pero son más bien curiosos, no interesados. Hay personas que en esta pandemia no tiene nada que hacer y entonces preguntan y preguntan, pero no tienen posibilidades de comprar un inmueble de estas características. Vienen, lo visitan y te das cuenta de que ganan 1.500 euros sin posibilidades de que un banco les dé un crédito", explica Francisco, que hace referencia al perfil selecto que tienen los compradores de este tipo de inmuebles.

El pazo conserva el mobiliario original con bronces, porcelana, tapices, pinturas y esculturas del siglo XIX. Tiene casa de guárdeses, un palomar, patio de caballos, horno de piedra y salas de aperos. Además, está amurallado, cuenta con calefacción y también con piscina.

"Yo soy el propietario de un inmueble que tiene muy difícil venta porque el número de compradores baja a medida que aumenta el valor", cuenta Francisco Terán. 

Hay un porcentaje importante de personas que han pasado el confinamiento en un apartamento de 50 metros cuadrados y que se ha dado cuenta del valor real de una casa con finca, así como de los beneficios de vivir en el rural. Ahora, la demanda de inmuebles que están lejos de las ciudades ha aumentado. La gente busca una casa con terreno en la que tener espacio y, al mismo tiempo, naturaleza. Y esto, ahora que sabemos que el covid-19 ha llegado para quedarse, es una tendencia imparable. "El empobrecimiento que se va a producir en la población va a hacer desaparecer la clase media y la media-alta", explica el propietario del pazo. 

La historia detrás del pazo

Francisco tiene documentada toda la historia de este pazo con manuscritos que parten del año 1760. Lo primero que sabe de este inmueble es que a mediados del siglo XVII un italiano se estableció a las orillas del Neira y se casó con una mujer de O Corgo. Después, un general de brigada del ejército contrajo también matrimonio con una mujer natural de Cerceda. Le ofrecieron dinero a cambio de pasar información a Napoleón. Pero esta filtración trascendió y el general fue asesinado a principios del siglo XIX. La historia dice que antes de que lo mataran él ya era consciente del peligro, por lo que enterró todas las cosas de valor entre el palomar y el pozo de agua. O eso dice la leyenda. Otros propietarios del pazo dieron permiso para pescar anguilas en un tramo concreto del Neira a cambio de una cantidad. El primer habitante del pazo fue Bartolomé y llevó hasta el pazo su escudo de armas. En Cerceda había muchos militares y el pazo ha tenido mucha vida durante siglos, explica Francisco. Además, hacia 1920, en el pazo vivió un ginecólogo que tenía muchos caballos y que recogía a las parturientas de la zona, que daban a luz en el pazo. Ese doctor vivió 103 años y ejerció hasta prácticamente sus últimos momentos de vida.

La voz de las inmobiliarias

Profesionales del sector inmobiliario coinciden al destacar que la demanda de pazos es prácticamente nula en estos momentos. Asumen también que el mercado aún no se ha reactivado, explican que es necesario esperar y que, aunque la demanda de casas rurales aumenta, vender pazos es otra historia distinta: se buscan vendedores selectos, pudientes y con ganas de invertir en historia.

"Ahora está todo parado, los dueños de los pazos aún no han decidido qué van a hacer con ellos. Ahora mismo tampoco se hacen ventas corrientes y aún no se permite el desplazamiento entre provincias", cuenta Isabel, trabajadora de una inmobiliaria de la ciudad. Sus palabras coinciden con las de muchos otros trabajadores del sector.