Arturo Iglesias, gallego en Estrasburgo que padeció el covid-19: «No es para tomárselo a broma»

SOCIEDAD

Arturo Iglesias, ingeniero gallego en Estrasburgo
Arturo Iglesias, ingeniero gallego en Estrasburgo Cedida

Teme consecuencias tras vencer al virus recluido en casa y mira hacia Galicia con incertidumbre

02 jun 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Justo en la frontera entre Francia y Alemania. En el peor momento de la crisis sanitaria. Arturo Iglesias no llegó a ser hospitalizado. Quién sabe si, en ese caso, hubiese sido trasladado en uno de los trenes que dispuso el gobierno francés para movilizar pacientes procedentes de Alsacia por todo el país (y países vecinos). Este gallego-canario sufrió el covid-19 recluido en su domicilio de Estrasburgo. «A pesar de que mi cuadro fue leve, estuve mucho tiempo con 39 de fiebre, perdí muchos kilos y me encontraba realmente agotado», recuerda.

A duras penas podía organizar, precisamente, el protocolo de prevención sanitaria de la quimiquera para la que trabaja como jefe de planta este ingeniero industrial formado en Vigo y con familia también en Ribeira, agravado por la falta de material de protección en el mercado en aquel momento. Fueron dos semanas eternas, en las que su esposa e hijas también presentaron síntomas de covid-19. «No es para tomárselo a broma. Tengo cierto miedo por si me acarrea consecuencias futuras que todavía no he notado o desconozco, como trombosis o similares», asegura mientras continúa manteniendo todas las medidas de seguridad frente al coronavirus.

Desde la distancia, observa la evolución de sus queridas Galicia y Canarias. «Creo que han sido afortunadas en primera instancia. El aislamiento les ha protegido», piensa. «Las noticias que llegaban de España eran muy malas, condicionadas por la situación de Madrid. Se comparaban con Italia y se pensaba que ambas estaban más impactadas que Francia y mucho más que Alemania», relata al tiempo que recuerda que las fronteras en su zona se cerraron de inmediato, aislando a los trabajadores transfronterizos. «También a mis hijas les alteraron los estudios. Y ahora estamos a la expectativa para saber si podremos volver a Galicia...», concluye.