La anomalía de Dante: el clima que creó «El Infierno»

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 Dante Alighieri, Divina Comedia, Infierno, Canto VI
Dante Alighieri, Divina Comedia, Infierno, Canto VI Wikipedia Commons

En el año 1310 la humanidad asistió a uno de los cambios climáticos más abruptos de la historia

26 may 2020 . Actualizado a las 15:46 h.

El clima puede ser una poderosa fuente de inspiración. Mery Shelley creó a Frankenstein durante los días oscuros del famoso «Año sin verano» de 1816 que provocó la potente erupción del volcán Tambora, en Indonesia, cuya nube de cenizas cubrió el planeta entero. Además, la literatura también puede resultar una valiosa fuente de información sobre las condiciones del pasado.

Cinco siglos antes que Shelley, entre 1304 y 1314, el poeta italiano Dante Alighieri se encontraba escribiendo El Infierno, el primer episodio de su obra La Divina Comedia. En el texto menciona como se castiga a los pecadores con «una lluvia incesante, granizo y nieve», y añade que «se retuercen en el lodo que huele a cultivos que se pudren en los campos». Es ambiente tan hostil, más que el producto de la imaginación de Dante, representa la descripción de la atmósfera de su época.

Los investigadores que estudiaron el clima de comienzos del siglo XIV descubrieron un profundo y rápido cambio de patrón meteorológico. Durante la primera década, Europa había registrado años con sequías y veranos muy calurosos. Pero en 1310 el clima cambió radicalmente. Las anomalías de precipitación pasaron a ser positivas (por encima de la media) y las anomalías térmicas negativas (por debajo). El poeta italiano no lo sabía, pero estaba siendo testigo de un intenso y repentino cambio climático. «El mecanismo meteorológico que precipitó este cambio aún no está claro y seguimos investigando», reconoce Martin Bauch, investigador de la Universidad de Leipzig. 

 

El período cálido medieval que había permitido al viejo continente disfrutar durante siglos de altas temperaturas y un tiempo estable que favoreció la conquista y expansión de imperios como el Romano, dio paso a uno nuevo que se prolongaría hasta mediados del XIX, la Pequeña Edad de Hielo, una etapa radicalmente diferente, en la que proliferaron las enfermedades y las revueltas populares. Entre 1314 y 1317 se produjo la primera crisis con «La Gran Hambruna» debido a las pésimas cosechas que generaron las bajas temperaturas y las intensas lluvias del invierno y la primavera. En aquellos años proliferaron los robles, un árbol que crece en condiciones húmedas y gélidas. Sus anillos hoy dan fe de aquella etapa trágica.

El cronista inglés Johannes de Trokelowe dejó constancia en uno de sus escritos sobre los  terribles efectos que generaron las intensas precipitaciones y las bajas temperaturas en 1315. «La carne y los huevos comenzaron a agotarse. Los animales murieron de plagas, los cerdos no pudieron ser alimentados debido al precio excesivo del forraje. Las lluvias de verano fueron tan fuertes que el grano no pudo madurar. El pan no tenía su poder y fuerza nutritiva habitual porque el calor del sol de verano no alimentaba el grano. Aquellos que lo tenían, incluso en grandes cantidades, volvieron a tener hambre después de un tiempo». 

El cambio climático del que fue testigo el poeta italiano y que fue bautizado en el 2001 por el erudito inglés Neville Brown como «La Anomalía da Dante» nos enseña una lección importante. La gestión de una crisis de esta naturaleza se gestiona mejor con solidaridad y prevención. En Italia, por ejemplo, fallecieron menos personas que Inglaterra porque el poder económico de las ciudades se preocupó de alimentar a los suyos, aplicando una política seria respecto a la importación y el almacenamiento del grano. Los historiadores aseguran que en otras zonas, como al norte de los Alpes, los ciudadanos fueron abandonados a su suerte y se habla incluso de episodios de canibalismo. «Países como Inglaterra, Francia y Alemania sufrieron pérdidas masivas de población, hasta un 10%. En Italia eran ricos, bien organizados y estaban más orientados hacia el bien común. En el norte de Europa, la hambruna y las malas cosechas se consideraban la ira de Dios o simplemente un mal destino», sostiene. 

El Infierno de Dante se trasladó de las páginas a la realidad. «Creemos que algunos pasajes de la Divina Comedia reflejan las condiciones naturales de la época. Probablemente no sea una coincidencia que los pecadores de la gula sean castigados por lluvia incesante. Aquellos que comieron demasiado durante su vida tienen que sufrir condiciones meteorológicas que causarán, en la mentalidad de cualquier hombre medieval, que esto era bastante obvio, una hambruna», concluye Bauch. La hambruna acabó con un sexto de la población de Europa y debilitó a los supervivientes antes de que llegará otro fatídico episodio, el de la Peste Negra