Así puede generar un cambio climático una pandemia global

SOCIEDAD

NASA

Un artículo publicado en el 2015 en la prestigiosa revista PNAS describe cómo varios eventos extremos propagaron la Peste Negra desde Asia a Europa

25 may 2020 . Actualizado a las 11:29 h.

Una de las incógnitas que la ciencia tendrá que despejar sobre la crisis del covid-19 es el origen de esta pandemia. De momento, algunas tesis apuntan al mercado húmedo de Wuhan y sus lamentables condiciones de insalubridad, que intensifican la carga vírica de los animales. También se señala a la pérdida de biodiversidad, que altera los ecosistemas y provoca que los seres humanos y algunas especies estén cada vez más cerca, aumentando la probabilidad de que se produzca una zoonosis.

Hasta ahora apenas se ha hablado sobre la posibilidad real de que el cambio climático pueda estar detrás, quizás por la dificultad para encontrar una relación directa entre el clima y la expansión del coronavirus. Sin embargo, en el año 2015 la prestigiosa revista PNAS publicó un artículo en el que se explica cómo el clima puede crear una pandemia, mencionando el caso de la Peste Negra, que diezmó la población europea a mediados del siglo XIV. La enfermedad también surgió como consecuencia de una zoonosis, de tipo bacteriana, de ratas a humanos. Se produjeron varios brotes hasta que la bacteria Yersinia pestis desapareció en el siglo XIX.

La Peste Negra llegó a Europa procedente de Asia a través de las vías comerciales terrestres, marítimas y la Ruta de la Seda. Los investigadores se centraron en estudiar las condiciones climáticas que precedieron a la propagación de la enfermedad, recopilando datos históricos epidemiológicos de más de 7700 brotes de peste y en los anillos de los árboles de varias regiones de Asia central. El trabajo sostiene que el origen de los diversos brotes de peste en Europa no fueron reservorios en ratas locales, sino varias reintroducciones de la bacteria desde Asia como consecuencia de diferentes eventos climáticos

La investigación menciona 16 años en los que se produjeron la recirculación de la bacteria (1346, 1408, 1409, 1689, 1693, 1719, 1730, 1737, 1757, 1760, 1762, 1780, 1783, 1828, 1830 y 1837). El estudio halló hasta nueve sucesos climáticos extremos que se habían registrado previamente. «Cuando hablamos de eventos climáticos nos referimos a unos pocos años de precipitaciones superiores a la media, seguidos de una sequía. La razón por la que encontramos interesante esa secuencia particular del clima se basa en estudios previos de peste en roedores del desierto en Asia central, donde la lluvia equivale a más vida vegetal y más alimento para los roedores, que posteriormente se vuelven más numerosos», explica Boris Schmid, autor principal del artículo. 

 «Luego, una sequía reduce repentinamente la capacidad de un ecosistema para mantener a la población más numerosa de roedores y a medida que mueren sus pulgas están repentinamente desesperadas por encontrar nuevos hospedadores y aprovecharán la mínima oportunidad de aferrarse a cualquier otro animal que pase, que pueden ser camellos, ovejas o pastores. Y eso marca el comienzo de un nuevo evento de propagación de la peste desde los roedores silvestres hasta los humanos», añade el científico. 

Según los autores, la peste alcanzó Europa en tres fases. En una primera (1-2 años), los cambios climáticos en Asia redujeron la población de roedores, lo que forzó a las pulgas a cambiar de huésped y a otro tipo de animales y a humanos. En la segunda, en un proceso de 10 a 12 años, la bacteria viajó al continente europeo a través de las rutas comerciales a una velocidad de unos 330-400 kilómetros al año. Por último, se propagó por todo el interior del continente tras haber desembarcado en los 17 puertos europeos más importantes, casi todos en la costa del Mediterráneo. 

«El cambio climático puede desempeñar un papel seguro en la aparición de las pandemias ya que tiende a aumentar la variabilidad del clima, desestabilizando a las poblaciones de vida silvestre, lo que a su vez genera una situación más propensa a que produzcan brotes entre las especies. Hay, además, otras formas de propagar los virus de la vida silvestre, como cazar carne de animales salvajes o simplemente o que la civilización invada la naturaleza», concluye Schmid.