Más de 1.200 familias auxiliadas para comer

Marga Mosteiro m. m. SANTIAGO / LA VOZ

SOCIEDAD

Sandra Alonso

En la tercera semana se incorporaron personas que nunca acudieron a Servizos Sociais

19 may 2020 . Actualizado a las 22:14 h.

En los Servizos Sociais del Concello de Santiago nunca imaginaron que llegarían a tener que auxiliar a trabajadores que hasta ahora no tuvieron que ir a sus oficinas, porque tenían ingresos mensuales suficientes para llevar una vida independiente y normalizada. El covid-19 hizo saltar toda la organización del departamento de Servizos Sociais, que sin tiempo para la reflexión, se rehízo casi inmediatamente y consiguió llegar a las 1.282 familias que necesitan auxilio social para satisfacer las necesidades básicas de alimentación. Mila Castro, concejala de Servicios Sociais, reconoció el esfuerzo de su departamento y de todos los voluntarios de Protección Civil «sin los que no podríamos llegar a todos».

En las dos primeras semanas del confinamiento, el departamento de Servizos Sociais se centró en la atención de aquellas familias que son usuarias habituales de los Servizos Sociais, y que reciben cada mes lotes de alimentos de asociaciones sociales, que no pudieron seguir con su labor debido al confinamiento de sus gestores. La situación se complicó a partir de la tercera semana cuando en el Ayuntamiento comenzaron a recibir llamadas de auxilio de familias que «nunca precisaron ayuda para comer. Eran familias afectadas por los ERTE, que no había cobrado, y familias que trabajan en la economía sumergida, que se quedaron sin nada». Entre ellas, muchas unidades monoparentales, trabajadores del servicio doméstico y del cuidado de mayores. «Fue un momento duro. Eran personas que pedían para comer, para pagar el alquiler, la luz y el gas, y muchas jamás pensaron llegar a tener que recurrir a nosotros», recuerda Castro.

Las líneas de ayuda directa se centran en dos opciones. La primera es la entrega de tarjetas, por valor de 50 euros, para comprar en diversos establecimientos. Se entregaron 4.429 vales a 1.282 familias (3.247 personas) hasta el 12 de mayo. Por zonas, en San Lázaro, San Marcos, Lavacolla, Aríns, Sar y Ensanche se llegó a 468 familias; en Conxo, Pontepedriña, Castiñeiriño, Vite y parte de la zona rural del norte, a 433 unidades familiares; y en la zona de Galeras, Porta do Camiño, San Lourenzo, Casco Histórico y barrios de su perímetro, y el rural Oeste, a 360 familias. Los tiques también se entregaron a familias derivadas desde los servicios de emergencia, UMAD y otras dependencias sociales. Estos boletos de compra se entregan, en función del número de miembros de la familias, semanal o quincenalmente, y siempre previo informe de las técnicas de Servicios Sociais. Las tarjetas de compra se repartieron por los barrios y parroquias de todo el municipio.

La segunda línea de ayuda está siendo la entrega a domicilio de lotes de alimentos, procedentes de los fondos de los bancos de alimentos Rías Altas y Santiago, y que distribuyeron entre 302 familias, que corresponden a 1.366 personas. Este trabajo es realizado ahora por voluntarios de Protección Civil en todos los barrios de la ciudad y en el rural. Estas entregas, en condiciones de normalidad, son distribuidas por los voluntarios de diversas entidades, que tuvieron que suspender su labor de forma repentina, porque entre sus colaboradores hay personas de riesgo.

Por otro lado, desde Servicios Sociais se hicieron 1.300 llamadas a personas mayores de 65 años que viven solas. El objetivo de este programa es conocer sus necesidades y realizar una labor divulgativa de las medidas higiénicas. Además, treinta personas de Servicios Sociais hicieron otras 7.000 llamadas para mantener el seguimiento sobre casos atendidos en su departamento, y otras 628 llamadas a usuarios del servicio de Axuda no Fogar.

Tania Fernández: "Lo que estamos viviendo y lo que vemos es un  golpe de realidad"

Tania Fernández es educadora social, y su llegada a Protección Civil de Santiago, hace seis meses, le ha permitido «seguir aprendiendo de una situación que ni podríamos imaginar», y que compagina con sus estudios como opositora. Tania reconoce que, en los primeros días, fue necesario un esfuerzo mental para «adaptarnos a lo que estábamos viviendo. Al principio, había personas que eran habituales de los Servicios Sociales, pero después aparecieron muchas personas que perdieron su trabajo, vendedores de mercadillos, del sector de la limpieza y de la economía sumergida. Familias que llaman porque no tienen nada para dar de comer a sus hijos». La voluntaria de Protección Civil reconoce que «esta situación es muy dura, lo que estamos viviendo y lo que vemos es un golpe de realidad. Es algo que le puede pasar a cualquiera. Todos nos podemos ver en esa situación. Tienes un trabajo y al día siguiente estas en un ERTE y sin recursos».

Una de las situaciones más duras es atender la llamada de personas que «percibes que les cuesta pedir ayuda, nunca se vieron así, y sienten vergüenza, pero no pueden hacer otra cosa. Es lógico que les cueste asumir todo esto». En medio de esta locura, Tania asegura que las personas son «solidarias. Hay gente que, aunque van ajustados cuando tienen algún recurso, te dicen que se lo lleves a otro que lo precisa más». Las personas, por su experiencia, lo que más echan de menos es «hablar con alguien, y los mayores echan en falta a los nietos». Pese al cansancio acumulado después de muchas semanas de trabajo, Tania considera que «la satisfacción de ayudar da fuerzas para seguir adelante».