Alberto Muñiz nacido en Carballo hace 42 años, vive la pandemia del covid-19 en Hong Kong, donde trabaja como profesor de ajedrez
17 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.Hong Kong está a unos mil kilómetros de Wuhan. Más o menos como la distancia entre cualquier punto de Galicia y Barcelona. Sin embargo, las consecuencias del covid-19 en esta región autónoma especial, que pertenece a China pero tiene un alto nivel de autonomía en muchos aspectos, han sido muchísimo menores que en el epicentro del virus.
No me gustan nada las teorías de conspiraciones, pero sí que me resulta muy curiosa la rapidez con la que se ha expandido el virus a todos los países desde su primera detección en Europa o en América y, sin embargo, en China apenas se anunciaron casos fuera de Wuhan. China es enorme, sí, pero de 83.000 casos detectados en el país, 68.000 se detectaron en una única provincia y en el resto de provincias apenas notaron los efectos. Como ejemplo, Hong Kong, con unos siete millones de habitantes acaba de cruzar los mil casos y con únicamente cuatro fallecidos.
Se puede pensar que los números chinos no son muy fiables y que las cifras reales son mayores, pero en Hong Kong es más difícil falsear las cifras. Para empezar, a cada paciente se le ha asignado un número, y menos su nombre, se publica toda la información sobre cada uno: zona de residencia, dónde trabajaba, qué sitios ha visitado… a fin de alertar a quienes hayan compartido tiempo y espacio con él. En España lo llamaríamos una tremenda invasión de la privacidad. Aquí lo llaman una gran medida de prevención.
También quiero hacer hincapié en el alto grado de compromiso social de los hongkoneses. Sin haber estado nunca forzados a confinarnos en nuestros hogares, sino que simplemente se nos pidió minimizar las salidas al exterior, los contactos con otras personas o los transportes en la ciudad, por ejemplo, la realidad es que las calles estuvieron completamente vacías salvo para necesidades reales. Los comercios en su mayoría siguieron abiertos, pero limitando la entrada de personas. Los restaurantes servían, con mesas espaciadas y alguna otra medida, pero la gente, en su mayoría, pedía la comida para llevar. Se detectaron muy pocos casos de gente queriendo abusar de las reglas, y el Gobierno no vio necesidad de endurecerlas.
Los propios locales mencionan la experiencia de un virus similar en el año 2003, el conocido como SARS (Severe Acute Respiratory Syndrome o síndrome respiratorio agudo grave en español), que, aunque internacionalmente se expandió menos, produjo casi 300 muertes en Hong Kong. La población está muy concienciada con el uso de mascarillas para no contagiar a otros (de hecho, en un otoño normal, mucha gente con catarros usa mascarilla para salir de casa, yo diría que son un producto tan normal en los botiquines domésticos como las tiritas para un español), con la distancia social (que parecía inviable en una ciudad tan masificada), los geles desinfectantes…
Lo único que alteró nuestras vidas a la fuerza fue la clausura de las escuelas, desde la vuelta del Año Nuevo Chino (finales de enero). Esta próxima semana empezará la reapertura escalonada. Cada colegio tiene sus planes y sus autorizaciones, pero básicamente empezarán primero los alumnos de últimos cursos de secundaria, una semana después los siguientes y así sucesivamente. A los que tenemos hijos en preescolar ya nos han confirmado que no habrá más clases para ellos este año.
En el tema laboral, hubo que reconstruirse un poco. Me dedico a la docencia del ajedrez y, afortunadamente, pudimos transformar la mayoría de nuestras clases a formato online. Seguimos la estela que abrieron los colegios, que desde febrero realizan todas las clases en ese formato, y aunque con los críos más pequeños no es tan efectivo, al menos sirvió para mantener el contacto. El ajedrez es el único deporte que se puede jugar a través de Internet, y muchos jugadores ya están acostumbrados a jugar con ratón y pantalla en vez de con las piezas físicas. Creo que las clases se podrán reanudar en breve, pero veo difícil que los torneos presenciales, con gran número de jugadores, vuelvan a celebrarse en los próximos meses.
¿El futuro? Pues personalmente creo que dependerá mucho de la situación global, y no solo local. Por ejemplo, en febrero muchas familias de clase alta se marcharon a Inglaterra, principalmente para escapar del virus. En marzo, una vez que estaba bastante controlado en China y Hong Kong, volvieron, generando una segunda oleada. Y ese es el problema, una sociedad tan globalizada, con tantos movimientos internacionales y que, a la hora de luchar contra el bichito, somos uno.