Olga Valladares: «Conduje hasta los 96 años y fue el coche el que me dejó a mí»

María Xosé Blanco Giráldez
m. x. blanco RIBEIRA

SOCIEDAD

Carmela Queijeiro

El paso a la fase 1 permitió a la ribeirense Olga Valladares soplar las 100 velas acompañada

12 may 2020 . Actualizado a las 22:12 h.

Tiene un siglo de vida, pero María Olga Valladares Rey se encuentra tan bien que todavía puede permitirse el lujo de vivir sola. La entrada de Galicia en la fase 1 hizo posible que ayer soplara las 100 velas acompañada de un pequeño círculo de amigas y de su nieta Olga Gómez, que la visita con frecuencia en su casa del centro de Ribeira. Fue con ella, que es la dueña del hotel Pesquería del Tambre, con quien pasó el encierro en dicho complejo, pero ayer volvió a instalarse en su piso de Santa Uxía, donde tiene previsto seguir confinada.

A Olga Valladares, el coronavirus apenas le ha trastocado el día a día. Los problemas para pasear y salir de casa libremente le llegaron antes, cuando le empezó a fallar la vista y le flaquearon las fuerzas en las piernas: «Me encantaba la playa y todavía el verano del 2018 lo pasé en Coroso, nadando cada día y alejándome bastante de la costa, porque era muy arriesgada. Ahora ya no me siento segura, porque allí donde caigo me tengo que quedar, al no poder levantarme sola».

Antes, había tenido que renunciar a otra de sus pasiones, aunque en ese caso no fue por voluntad propia: «Conduje hasta los 96 años y fue el coche el que me dejó a mí, porque se hizo viejo. Aún tenía el carné vigente cuando se estropeó, pero decidí no comprar otro, porque con esa edad me parecía absurdo».

Dice que nunca se enfrentó, durante su larga vida, a una situación como la actual, pero tampoco siente un miedo especial: «Temor sí, porque nunca había oído hablar de nada como el coronavirus y eso que soy de antes de la guerra, pero me adapto con facilidad a las circunstancias». Comer y beber son placeres de los que sigue disfrutando. Ayer, con motivo de su cumpleaños, saboreó uno de sus manjares preferidos: «Tocó lamprea, que me encanta, y un vinito bueno, claro, porque la lamprea con agua no pega». En lo que a comidas se refiere, se siente afortunada: «Me apunto a todo, aunque sea una buena laconada en carnaval. Hago cenas suaves, pero por lo demás no me privo de nada. Lo de las indigestiones a mí no me afecta. Eso son pamplinas».

La tele, su compañera

La falta de vista le obligó a prescindir de la lectura, la que en el pasado fue otra de sus grandes pasiones: «Miro con frecuencia el periódico, pero solo puedo leer los titulares». La televisión es ahora su principal aliada: «Gracias a ella me entero de todo lo que pasa».

Pese a su edad, a Olga Valladares le gusta tener la casa limpia y ordenada, al tiempo que disfruta acicalándose ella misma: «Soy muy presumida. Me levanto tarde, pero, aunque sea para estar en casa y aunque no espere otra visita que la de la cuidadora, siempre me arreglo».

La jornada de ayer fue realmente especial para ella. No solo porque alcanzó el siglo de vida, sino porque pudo disfrutar de la compañía de varias amigas que fueron desfilando por su piso a lo largo de la tarde: «Si hay algo que me encanta es la conversación. De vista voy mal, pero de lengua estoy fenomenal». Fue una fiesta sencilla y con las medidas de protección requeridas, pero con tarda, brindis y la animada charla de la incansable Olga Valladares.