¡Prohibido tocar las acelgas!, un día en la feria con mascarillas

Cristina Viu Gomila
cristina Viu CARBALLO / LA VOZ

SOCIEDAD

Basilio Bello

El mercado de Carballo es el primero en reabrir al amparo de la nueva norma, solo con productos agrarios

11 may 2020 . Actualizado a las 21:20 h.

«Non é a feira que había», dice Pura Couto, que acudió con sus verduras desde el vecino municipio de Coristanco. Es verdad. La de ayer en Carballo fue una versión reducida, una especie de aperitivo para ir abriendo boca tras el ayuno del coronavirus.

Tras la suspensión a última hora del mercado de los jueves, los ambulantes de productos frescos y los labradores volvieron a plantar sus productos en la plaza del Concello. El tibio sol de mayo y las ganas de tomar el aire hicieron que hubiera una afluencia bastante alta. Parte del comercio local, además, aprovechó para adelantarse unas horas a la fase 1, siguiendo la costumbre carballesa de comprar en tiendas de todo tipo en domingos alternos.

Faltó el vermú en la terrazas y los churros de media mañana, pero de lo que había hubo de todo. Ochenta céntimos pedía Magdalena por una lechuga del vecino Arteixo y nada menos que 1,5 euros por las primeras patatas tempranas de la temporada. De la parroquia de Monteagudo, cerca del mar, venían llenas de tierra por las lluvias de los últimos días. Competían con las de Valenza, en Coristanco, de la cosecha de otoño. Hasta 70 céntimos pedían por ellas.

Antes de las 7 de la mañana ya había vendedores en busca de un puesto. Se quedaron con los bancos de las zonas más concurridas. El Concello reorganizó los espacios para cumplir con el distanciamiento de dos metros y utilizó los asientos públicos de la plaza y el jardín como referencia para los labradores, en tanto que los ambulantes se situaron en las áreas pintadas. Pura llegó tarde y acabó en un rincón demasiado tranquilo para sus docenas de huevos de gallinas araucanas y del país, a 2 euros la docena. Llevaba casi dos meses regalando las 24 unidades diarias a vecinos y parientes, por lo que las ventas de ayer fueron un alivio.

Antes de las siete de la mañana ya había labradores en busca del espacio más expuesto También lo fue para Santiago Fraga, de A Laracha, que ha terminado criando excepcionales repollos, grandes como pelotas de baloncesto, a 2 euros más la voluntad, además de coliflores de un tamaño acorde. De más lejos llegó Manuel Pérez, con plantones de pimientos de Herbón. Con las huertas todavía a medio gas y casi en tiempo de descuento, el abastecimiento de plantas era ayer una prioridad.

Aunque había espacio, la costumbre hizo que se repitieran los corros de conversación y que los clientes echaran mano de la mercancía para comprobar su calidad. En estos asuntos tuvo que emplearse a fondo la policía local, muy vigilante, que incluso amenazó con multas a alguna señora que no estaba dispuesta a comprar acelgas sin haberlas palpado primero a conciencia.