La ausencia de turistas, principales frecuentadores de los Campos Elíseos, se hacía notar en las aceras, pero también en el interior de los locales, que en su mayoría son grandes cadenas multinacionales. Esa actividad al ralentí no se limitaba a los grandes ejes comerciales de la ciudad. En barrios de la capital, en su periferia o en otras ciudades de Francia, muchos comercios optaron por no abrir todavía sus puertas y quienes lo hicieron se encontraron con poco público.
Apostado a la entrada de una perfumería, Chaabane esperaba «con calma» y protegido por una mascarilla la llegada de clientes en su primer día de trabajo tras el confinamiento. «Tomamos todas las medidas de precaución cuatro o cinco días antes de reabrir. Hicimos el pedido de máscaras y de gel hidroalcohólico, pusimos los carteles con las consignas», señaló a Efe este joven dependiente. Chaabane se mostró contento por retomar su puesto tras dos meses, aunque reconoció que en dos horas abierta la tienda solo había recibido la visita de tres clientes, frente a la veintena o treintena que ya habrían pasado antes del confinamiento.