Así tantea el comercio de Ourense la «nueva normalidad»

Pablo Varela Varela
pablo varela OURENSE / LA VOZ

SOCIEDAD

Negocios de hostelería, tiendas de moda y peluquerías ajustan sus horarios de atención con un ojo puesto en el lunes 11

09 may 2020 . Actualizado a las 09:11 h.

Los latigazos económicos del coronavirus ya se han hecho sentir entre el pequeño comercio de la ciudad, que durante esta semana ha ido tanteando el retorno con un ojo puesto en el próximo lunes.

Los testimonios del impacto de la epidemia son variados, y hay quien se ha reinventado temporalmente para capearlo. En La Movilteca, una tienda en las galerías del Parque de San Lázaro, Manuel Escribano se marchaba en la tarde de ayer a echarle una mano a una clienta que tenía problemas con Internet en su casa. Habitualmente vende accesorios para móviles, pero lo que ha permitido el aguante de su negocio es la reparación de teléfonos y tabletas. «Abrimos hace tres semanas para dar servicio a la gente que tenía problemas con ello. Al final, muchos teletrabajan o las usan para ver películas o series», explica. Así que, al final, el nicho con el que ha salvado el paso lo ha determinado en qué invierte la gente su tiempo libre.

En la tienda de moda Sloane Square, situada en la rúa da Paz, las hermanas Ariadna y Noelia Martínez acondicionaban el local este viernes, pero más de cara a lo que vendrá. Hay un teléfono para pedir cita previa y probar colecciones de ropa, «pero desde el lunes no ha venido nadie y la gente incluso te pregunta más por Instagram, porque se lo toman con más calma». Ariadna sostiene que, en cierta forma, los clientes no ven en ello una necesidad extrema, así que abogan por esperar al inicio de la semana que viene. «Esto no es como ir la consulta del médico, que igual urge y es realmente importante», indican. Sin embargo, ellas dan por perdida la temporada de verano. «Las grandes marcas han empezado ya con ofertas y en nuestro caso se trata de un tanteo. Confiamos en poder sobrevivir», explican.

Abrir por mirar al futuro

El discurso de la supervivencia lo personifica Manuel Lovelle, de la pastelería Latorta. En condiciones normales, los 21 cafés que sirvió en toda la mañana del viernes los hubiese despachado en apenas una hora de un día sin epidemia. «La gente sigue siendo reticente a entrar. Te piden desde fuera lo que necesitan. Estamos abriendo de mañanas nada más, porque hacerlo más tiempo y que no haya gente tampoco tiene sentido», dice. Lovelle explica que la apertura ya no es solo por calibrar la respuesta de la clientela, sino por «salvar el futuro». «Yo tengo claro que este mes y el de junio serán a pérdidas. Pero el fondo del negocio no puedes dejarlo ir», avisa.

En la peluquería Seoane’ss, Cristina mira con algo más de optimismo el lunes tras un regreso que comenzó con nervios e intranquilidad. «Ahora lo llevamos bien porque tenemos los protocolos muy bien estudiados. Abrimos finalmente el jueves porque el día 4 nos cogía un poco de golpe y los proveedores no tenían suficiente material para suministrarnos», indica. Por el momento, han atendido a la clientela en horario continuo de 9.30 a 17.30, con la idea de evitar acudir a casa y cambiarse, reduciendo al máximo las posibilidades de contacto con la gente. «Protegemos bien a las personas que han acudido, siempre con material desechable. Y nuestro propósito es que a partir del lunes ya podamos reubicarnos un poco más después del jaleo de estos días», dice Cristina.

El cara a cara en las joyerías

En El Cronómetro, los dueños del establecimiento también están funcionando con cita previa y, de hecho, este viernes tenían concertada una con un cliente a las 20.30. No es casualidad y tampoco fuera de hora. «Es verdad que la afluencia es lenta, pero intentamos llevarla con normalidad porque valoramos la cercanía y la venta por Internet nos parece muy fría», indican en la joyería. «La gente prefiere el cara a cara y también tener la posibilidad de ver en persona el producto», agregan. Así que, por ahora, se agarran al goteo de clientes que va a diario.

Mientras, en la joyería Fuentefría, Antonio y Carlos cuentan que han recibido más consultas por teléfono y redes sociales que físicamente, pero abrieron su tienda porque saben de la importancia que tiene demostrar que están en pie y con esfuerzos redoblados desde este lunes. «Hasta ahora vino la poca gente que podías esperar que viniese. Pero estamos aquí porque deben saber que seguimos abriendo», explicaban. Porque en cierta forma, subir la verja es la forma de recordar que ellos también pueden vencer al virus.

«Vine a pedir cita previa porque tengo que comprarle ropa a mis hijos para el verano»

Firmas de Inditex como Lefties, Massimo Dutti o Zara Home abrieron este viernes sus puertas con un sistema de cita previa y restricciones de aforo. Únicamente las tiendas con menos de 400 metros cuadrados de superficie lo hicieron, con la idea de regresar a su actividad habitual de forma gradual y pautada.

Por ejemplo, en Zara Home se despachó a seis clientes el jueves y este viernes había diez anotados para efectuar algún tipo de compra. «El que viene lo hace porque va a tiro fijo a por algún tipo de artículo. Hasta ahora fueron sábanas, ambientadores, zapatillas o artículos para bebés», contaba una de las empleadas. Pero el proceso de atención tiene su razón de ser: solo podía haber dos clientes como máximo dentro del recinto, uno por cada trabajador, y eran dos este viernes.

Es la misma pauta que marcaron en Massimo Dutti, donde cada cliente dispone de una hora para probarse ropa y comprarla, con un tope de dos personas a la vez dentro del establecimiento. Con todo, las dependientas se han topado con gente que les consultaba si era posible entrar sin cita previa, aunque fuese solo para ver qué artículos hay disponibles. «Hemos recibido llamadas telefónicas porque la gente sabía que había este sistema, pero también hay quien va paseando por la calle y tantea si es factible echar un ojo sin más», decía una de ellas sonriendo. «Vamos poco a poco, e imagino que a partir del lunes ya con más fluidez», concluía.

De Lefties, mientras tanto, se marchaba este viernes Melissa, a la que esperaba su novio Jorge fuera de la tienda. «Vine con cita previa porque quería comprar ropa de deporte», contaba. Antes y después de entrar al probador, el personal de la tienda desinfecta el habitáculo. No es ajena Lefties a las limitaciones de clientela y, de hecho, los empleados hacían encaje de bolillos para los ciudadanos a los que una hora de cita previa no les iba bien y otra sí, como si fuese un centro de salud.

P. V.

A Mercedes Rebolledo, madre de tres hijos, se la dieron casi al momento, al mediodía. Acudió este viernes y volverá hoy al establecimiento, porque alguno de sus críos ya ha empezado a dar el estirón y toca renovarles el armario. «Esto realmente es por ellos, porque tengo que comprarle ropa a mis hijos de cara a los meses del verano, y esto al final ya les va quedando raquítico», explicaba la madre. Una de las niñas se miraba la chaqueta riendo, como si por un momento le diese la razón.