¿Nos estamos poniendo mal la mascarilla quirúrgica? Así la usa el personal sanitario

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Una médica de familia del Chuac explica una manera de colocarla para que la cara quede bien protegida y, de paso, evitar el engorro de las gafas constantemente empañadas

10 may 2020 . Actualizado a las 00:33 h.

La crisis del coronavirus llegó sin avisar. Y con ella el cambio de hábitos a los que ha obligado una pandemia de tal maginitud. La foto fija desde hace dos meses muestra un panorama donde las mascarillas son un accesorio más de la indumentaria habitual (los poquísimos que aún se resistían tendrán que utilizarla, obligatoriamente, en el transporte público). La necesidad de protegernos del covid-19 ha convertido lo extraordinario en común. Con el inicio del estado de alarma se desató la histeria y las mascarillas quirúrgicas comenzaron a ser tratadas como bienes de auténtico lujo ante la altísima demanda y su, prácticamente, total escasez. Ahora que quien más quien menos tiene un ramillete ya en casa; pero pocos se han planteado si el uso que le damos al producto es el adecuado. Lo cierto es que el personal sanitario, habituado a utilizar este tipo de mascarillas, se coloca la protección de una forma que dista, y mucho, de cómo se la pone el común de los mortales. 

Como explica Uxía Fernández, urgencióloga del Chuac, efectivamente, lo que parece que hace bien la mayoría de la población es utilizar mascarillas quirúrgicas, y no otras, para hacer vida normal. Aclara que las FFP2 y FFP3 sería mejor dejarlas para el personal sanitario y pacientes. Y ahora, el magro de la explicación y, sobre todo, las pautas que debemos implementar para garantizar la máxima protección. 

Si solo cogemos la mascarilla y nos la ponemos únicamente fijándonos en la parte rígida (que va pegada a la nariz), y ya colocamos los extremos detrás de las orejas, quedarán huecos en los laterales de la cara que impiden que quede sellada la zona inferior del rostro. «Esto puede llevar a que nos toquemos más la cara y que, si tenemos gafas, se nos empañen», apunta la experta.

Un truco que evita estos contratiempos, como explica detalladamente Fernández en el vídeo, consiste en «doblar la mascarilla a la mitad y hacer un nudo de cada lado lo más cerca posible del borde de la mascarilla». El siguiente paso, sería crear una especie de cuenco introduciendo cada lado de la mascarilla hacia dentro (como se muestra en el vídeo).

En este momento en el que aún es un misterio el tiempo que tendremos que utilizar mascarilla en el día a día, aquellos que llevan gafas en el siguiente producto un gran aliado. Se trata del gel antivaho, que como explica esta médica, se pueden encontrar en tiendas de deporte y en ópticas. Para evitar problemas de rojeces o dermatitis, Fernández recomienda un limpiador facial suave y un bálsamo protector.