«Es muy duro que los familiares no estén con sus mayores en sus últimos minutos de vida»

María Guntín
María Guntín LUGO / LA VOZ

SOCIEDAD

CEDIDA

Los que tienen a sus seres queridos en las residencias sufren al no poder acompañarlos por la restricción de visitas

08 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

En la residencia Albertia de Lugo viven 170 residentes y trabajan más de 100 profesionales (médicos, fisioterapeutas, terapeutas, trabajadores sociales, enfermeras, auxiliares de enfermería, cocineros, limpieza, recepción y mantenimiento). Desde que apareció el coronavirus, no se ha registrado ningún positivo en el centro. Cuando empezó la crisis sanitaria, los trabajadores ya tenían equipos de protección individual (epis). "Esto alivió mucho la presión, la carga mental", explica la directora del centro, Cristina Meizoso. En la residencia Albertia siguen protocolos muy estrictos basados en la prevención y actualizan día a días las pautas que marca la Consellería de Política Social y el Sergas.

"Hay mucho miedo. Hemos pasado por varias fases: hay inseguridad e incertidumbre. Los protocolos cambian de un momento a otro", cuenta la directora de esta residencia de mayores, que admite que nadie estaba preparado para afrontar una situación de crisis sanitaria como la que estamos viviendo. Con instrucciones diarias, han tenido que actualizarse sobre la marcha y hacer frente a una pandemia sabiendo que a quien más ataca es a los mayores que viven en las residencias. Poco a poco, Cristina admite que se han ido adaptando y que la situación, dentro de lo que cabe, ya se ha normalizado.

Sin tiempo para despedidas

Uno de los aspectos más difíciles que trae consigo está pandemia es que no permite las despedidas. La directora de la residencia lucense explica que es muy duro que los familiares no puedan ver a los residentes cuando están muy enfermos. No poder acompañarlos durante sus últimos minutos resulta insoportable

Hasta que empezó la pandemia, los familiares podían acudir al centro cuando lo deseasen y, aunque tiene unos horarios de visita, en casos difíciles, flexibilizan por completo las entradas y salidas. "Entendemos que es algo muy íntimo. Es el final de la vida", explica la directora de este centro. Aunque resulte complicado oírlo o leerlo, Cristina explica que es muy importante es llevar la dignidad hasta el último minuto de vida. "Lo vivimos como algo natural", añade.

Estar al frente de una residencia con cerca de 200 mayores implica entender que el personal tenga miedo a contagiarse y a contagiar. El virus ha traído consigo situaciones de ansiedad generalizada para trabajadores de todos los sectores, y más para los que tienen la responsabilidad de cuidar de los mayores. "Es muy importante transmitirles tranquilidad para que trabajen lo mejor que saben y de la forma más segura posible", cuenta Cristina, que desde el primer momento ha decidido apostar por la transparencia con el personal del centro. 

"Llevamos dos meses confinados, y es demasiado tiempo en la vida de una persona mayor"

La comunicación con las familias

Para que el confinamiento y la restricción de visitas que trajo consigo sean lo más llevaderos posibles, en Albertia se estableció una comunicación directa con las familias. Las videollamadas han sido un alivio para los residentes, pero también para sus seres queridos. "Además, las familias se comunican con los profesionales del centro. Los llamamos una vez a la semana para informarles. Además, escriben por correo electrónico a los profesionales de la residencia si tienen cualquier tipo de duda", cuenta Cristina.

Las familias están muy angustiadas por la prohibición de las visitas. "El no ver te genera mucha inseguridad e incertidumbre. Yo estoy convencida de que si nos permitiesen diez minutos de visitas la tensión bajaría. Como no es el caso, están preocupadas por una parte y, al mismo tiempo, saben que están en buenas manos", explica la directora del centro de mayores lucense.

Que el coronavirus no haya calado en buena parte de las residencias de mayores de Lugo podría parecer un milagro. Pero lo cierto es que las actuaciones de los centros han sido fundamentales para evitar esto. "Nosotros cerramos las puertas muy pronto, y antes de que estallase la pandemia ya establecimos unos protocolos determinados", cuenta Cristina. Cada persona que entraba en la residencia antes de que se decretase el estado de alarma ya tenía que lavarse las manos y desinfectarlas con gel hidroalcohólico antes de subir a las plantas. Las restricciones y la disciplina fueron fundamentales para lograr esta cifra.

Por el momento, el Albertia no sabe cuándo podrán volver a poner en marcha su horario de visitas. La espera es muy dura para las familias. "Llevamos dos meses confinados, y es demasiado tiempo en la vida de una persona mayor", explica Cristina

Las residencias de mayores: su papel

"Leí una noticia hace semanas que criminalizaba a las residencias. En ese momento pedí un alto al fuego. Lo pasamos muy mal por la crisis sanitaria y por las noticias que aparecían. Nosotros estamos para cuidar, no para curar. Y lo que hacemos es con cariño y profesionalidad", cuenta Cristina Meizoso, que considera que es muy injusto que los profesionales de los hospitales "sean héroes" y que los de las residencias no.