Begoña Campos, oncóloga: «Había tanto miedo, que alguna persona no quería tratarse el cáncer»

María Guntín
María Guntín LUGO / LA VOZ

SOCIEDAD

La oncóloga Begoña Campos en una charla saludable organizada por el Sergas y La Voz
La oncóloga Begoña Campos en una charla saludable organizada por el Sergas y La Voz Óscar Cela

La doctora explica que está viendo a pacientes que retrasaron su visita al hospital por el covid-19

07 may 2020 . Actualizado a las 12:43 h.

En el servicio de Oncología del HULA, el covid-19 ha pasado una gran factura psicológica a profesionales y pacientes. Médicos y enfermeras intentaron por todos los medios que los pacientes acudieran lo mínimo al hospital. La mayor parte de las consultas se realizan por teléfono desde que empezó esta pandemia. Las revisiones y las pruebas que se podían posponer, se retrasaron. Así lo explica la oncóloga del Hospital Universitario Lucus Augusti (HULA), Begoña Campos.

«Estos días vemos mucho diagnóstico nuevo de gente que estuvo aguantando en casa sin venir, hasta que no tuvieron más opción», cuenta Begoña. Algunos de los pacientes de oncología no acudieron al hospital por miedo al covid-19. «Hay quien estuvo varias semanas soportando el dolor y que, si no fuera por el coronavirus, habría ido antes a urgencias», añade la doctora. Y esto mismo ocurre con la gente que presenta insuficiencia cardíaca, que llega en peor estado al centro hospitalario por «haber estado aguantando en casa».

Unas semanas muy duras

En Oncología, los profesionales han pasado unas semanas duras, con mucho desgaste psicológico. «Ver al paciente y saber que no puedes darle la mano o agarrarlos en el momento en el que le das una mala noticia es horrible, muy duro para nosotros. Son gestos que dicen y ayudan mucho», añade Begoña, que también habla del miedo que tienen los sanitarios a contagiarse. Ahora, los abrazos son virtuales. Y el contacto más personal con el paciente se echa de menos.

En tiempos de covid-19, algunos pacientes intentan retrasar sus tratamientos en el hospital. «Te dicen que están bien y que los dejes otras dos o tres semanas antes de venir», cuenta Begoña, que también explica que en el caso de los paliativos no ocurre nada por esperar un par de semanas. Pero la cosa cambia con los tratamientos con intención curativa. «Ahí sí que les insistimos más porque estás intentando curar a alguien y los tratamientos son más estrictos. Aún así, por una vez se supone que no debería pasar nada», explica la jefa de oncología del HULA. Sin embargo, la mayor parte de los pacientes con tratamientos curativos ha acudido al hospital para seguir lo pautado y quien no se ha puesto la medicación es porque la decisión ha sido consensuada con un médico.

«Al hacerles mucha consulta telefónica, minimizas mucho el tiempo que están en el hospital, y eso lo pacientes lo agradecen mucho porque el agobio llega cuando están en la sala de espera con más gente» añade Begoña Campos.

«Al principio, podíamos organizarnos de otras formas, pero ahora vemos que los tratamientos tienen que continuar, y en ello estamos», explica Begoña, que también cuenta que está en contacto constante con sus paciente para citarles a una hora concreta en el hospital. En definitiva, es imprescindible intentar que pasen el menor tiempo posible en el centro sanitario.

Para evitar contagios y el contacto entre pacientes, en el Hospital de Día del HULA se utiliza un sillón de cada dos, para dejar así un espacio suficiente entre cada persona. Además, pacientes y personal están en todo momento con una mascarilla puesta y siguen un estricto protocolo.

Factura psicológica

«Hay de todo, personas que dicen que esto no es para tanto. Pero la gran mayoría vienen muy agobiados», cuenta Begoña. A la «ansiedad» y al miedo que tienen algunos pacientes se suma que ahora tienen que acudir solos a poner sus tratamientos, mientras que antes podían hacerlo con un acompañante. Las personas que están ingresadas solo pueden recibir una visita, y debe ser la de una persona menor de 70 años y sana.

Para intentar paliar este miedo colectivo tan extendido, médicas, enfermeras, auxiliares y demás personal sanitario se han convertido en mucho más que profesionales. Ya son acompañantes, amigos y muchas veces, psicólogos. Escuchan al paciente cuando necesita hablar y su labor se sale y mucho de lo sanitario: cuidan, miman y ayudan. Entre todos, tratan de hacerles lo más llevadera posible las estancias en el hospital.

Ampliación de horario

Begoña Campos explica que, al espaciar citas para los tratamientos, probablemente tengan que ampliar los horarios de los mismos. Es algo que también estudian estos días. «Suponemos que tendremos que trabajar por la mañana y por la tarde», explica la doctora.

Las citas telefónicas sobrevivirán a la pandemia y se prolongarán en el tiempo. «Queremos que esto se extienda, porque por ejemplo, hay analíticas que es posible resolver telefónicamente con la persona», cuenta Begoña. Así, los pacientes no tendrían que esperar en la sala de espera. En el caso de que esto resulte inviable, estudiarán otras alternativas y nuevas soluciones.