Las nuevas peluquerías: clientes a cuentagotas, sin joyas y extremando precauciones

Rosa Estévez
rosa estévez VILAGARCÍA / LA VOZ

SOCIEDAD

MARTINA MISER

Unos negocios abrirán el lunes; otros aún no lo tienen claro, y hay quienes optan por esperar unos días

02 may 2020 . Actualizado a las 19:48 h.

¿Necesita urgentemente un corte de pelo? Pues ármese de paciencia, porque conseguir cita en las peluquerías va a llevar su tiempo. Los salones podrán volver a abrir sus puertas el próximo lunes, pero algunos tienen claro que no lo harán de momento. Y los que decidan hacerlo, lo harán con restricciones que limitarán la capacidad de maniobra de quienes los atienden, por expertas que sean sus manos en esas lides. «Va a haber que tener paciencia», dicen las peluqueras consultadas por La Voz. Y esa frase vale para sus clientas y para ellas, que vuelven al trabajo sin tener muy claras, aún a estas alturas, cómo van a ser las cosas en cuanto levanten la verja de su negocio. De hecho, todas aseguran «estar llamando a la gestoría» continuamente para ver qué novedades hay, y pendientes, también, de la llegada de las mascarillas, capas y toallas desechables y geles de desinfección con los que van a pertrechar sus instalaciones para recibir a su clientela con todas las garantías.

En la peluquería de Diana Rey, la próxima semana solo trabajará la dueña. Ya tiene la agenda para los primeros días organizada: atenderá a una persona de cada vez. A la entrada, le pedirá que se desinfecte las manos y que se quite las joyas que pueda llevar puestas y, si no tiene mascarilla propia, le entregará una. Y cuando esa persona se vaya, procederá a desinfectar el espacio que ha ocupado, el material que ha usado... y a volver a empezar. «En el local tendría sitio para atender a más de una clienta y guardando la distancia de seguridad», explica Diana, que de momento no tiene previsto instalar mamparas.

Tampoco piensa hacerlo, por ahora, María Estonllo, propietaria de varias peluquerías en la comarca de O Salnés. «Hasta que salga el último decreto no voy a hacer nada. Nosotros no tenemos problema de espacio, en Barrantes dejando una separación de dos metros tenemos sitio para atender a cinco personas de cada vez», dice. Ella confía en poder abrir sus puertas el lunes, pero todo depende de si la gestoría consigue resolver sus dudas a tiempo y de si llega el material de prevención que ha encargado ya hace días, pero que se demora más de lo que a María le gustaría. Le urge abrir. Por su negocio, y también por sus clientes, que esperan con impaciencia.

María Estonllo: «Tendremos que planificar el trabajo de otra forma, hacer turnos para atender a más gente»

«Yo soy una persona optimista. Cojo las cosas según van viniendo y las voy resolviendo así como llegan. No vale la pena agobiarse antes». María Estonllo es propietaria de dos peluquerías, una academia y responsable del servicio en cuatro geriátricos de la provincia. A sus órdenes solían trabajar 19 personas, pero cuando comenzó la crisis del covid-16 solicitó un ERTE. Fueron momentos confusos en los que María prefirió quedarse sola, aunque eso supusiese una carga de trabajo extra para ella, ya que las visitas a las residencias no se interrumpieron. «La verdad es que allí siempre me sentí muy segura. Desinfectan las instalaciones continuamente, te toman la fiebre en cuanto llegas... La verdad es que me sentí muy tranquila en todo momento», cuenta de una experiencia atípica, vivida de habitación en habitación, compartiendo conversación con los residentes.

María sabe que hay mucha gente esperando a que sus peluquerías vuelvan a abrir. «El primer mes va a ser una locura, porque tentemos muchísima gente esperando», relata. Ya ha comenzado los preparativos para la reapertura: ha pedido mascarillas, guantes, geles y todo lo necesario para garantizar la seguridad de sus empleados y de sus clientes. Ella, que ya tiene experiencia en esto, sabe que «cuesta un poco de trabajo acostumbrarse» a trabajar «con mascarilla y guantes; a mí me costó, pero ya le cogí el truco», señala.

En cualquier caso, se resiste a enloquecer «hasta que las normas estén claras». ¿Para qué perder el tiempo? Su receta para esta situación, como para todo en la vida, es sencilla: trabajo y sentido común. A fin de cuentas, las peluquerías están llenas de rutinas de limpieza a las que habrá que añadir otras nuevas, como desinfectar en profundidad peines y peinetas entre uso y uso. Y trabajar de una manera diferente, espaciando la agenda. «Tendermos que hacer turnos y abrir durante más horas para poder dar servicio a todo el mundo», explica María, aferrada a su optimismo.