«Mi hijo lleva desde marzo diciendo 'papá, ven'. ¿Cuánto más?»

SOCIEDAD

Ramón Leiro

Los padres de Jaume están casados, pero él vive en Barcelona y ella en Pontevedra. Reclaman poder verse

02 may 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

Jaume es un niño de Pontevedra con mucha suerte, ya que le quieren a rabiar y a la vez en dos sitios de España. Sus papás, que se casaron en el 2016, tienen que vivir separados porque él trabaja y cuida a su padre en Barcelona y ella tiene su puesto laboral en Pontevedra. El crío reside en Galicia con la mamá, y el papá está en Cataluña. Pero, aun así, hacen el esfuerzo de viajar todas las semanas —cada mes, el padre les visita tres fines de semana, de viernes a martes, y Jaume y la madre van otro más a Barcelona— para que el pequeño sienta que los tiene a los dos por igual. A veces se hace muy cansando vivir pegados a la maleta. Pero estar los tres juntos y felices lo acaba compensando todo. El problema es que el confinamiento acabó con esa rutina. Y Jaume no ve a su padre desde principios de marzo. «Mi hijo lleva desde marzo diciendo “papá, ven”. ¿Cuánto más?», se pregunta la madre, que se llama Marta.

Todo empieza el 14 de marzo. Ese día, el papá de Jaume, que está empadronado en Barcelona porque es allí donde vive y trabaja pese a tener a su mujer e hijo en Pontevedra, iba a coger un vuelo para venir a Galicia a ver a su familia. Ya no llegó a subirse al avión por miedo a que, tal y como horas más tarde ocurrió, se impusiese el estado de alarma. Se quedó en Barcelona, donde, además de tener obligaciones laborales, cuida también a su padre, que necesita su atención.

Muy pronto comprobaron que se iban suspendiendo todos los vuelos que tenían programados. Al principio, entendieron que les tocaba esperar para verse. Y así lo hicieron. «El 23 de abril fue el cumpleaños del niño. Nos dio muchísima pena que su padre no pudiese estar. Él no entiende que dejase de venir. Le explico que está trabajando, pero no deja de llamarle, le llama por la ventana, por el teléfono... es muy duro», confiesa Marta, la madre.

Tuvieron paciencia. Pero se les fue agotando, sobre todo porque hay algo que no entienden: «Los niños con padres divorciados o separados y con regímenes de visitas sí están viendo a sus progenitores, cumpliéndose los encuentros. Así que no entendemos que nuestro hijo no tenga derecho a lo mismo. ¿Qué pasa con los padres casados pero residentes en comunidades distintas?, ¿qué solución hay? Cuando viajamos coincidimos con familias en idéntica situación, que están casados y con hijos, pero viven lejos. Somos muchos», corrobora Marta.

Aguantaron sin mover ficha hasta que comenzaron a dar fechas de la desescalada y empezaron a ver que como mínimo hasta finales de junio no podrán reencontrarse. Como les parece inasumible e injusto, ya que si estuvieran divorciados el padre sí vería al niño —los juzgados de familia dictaminaron que los regímenes de visitas se mantienen en el confinamiento—, acudieron a Tráfico a ver si podían tener un permiso especial para verse, cubriendo la distancia entre Barcelona y Pontevedra en coche, porque con los vuelos es imposible. «Nos dijeron que nuestra situación no la contemplaban y que no tenían la competencia para darnos un salvoconducto. El problema es que no sabemos quién tiene esa atribución realmente. No sabemos si, por ejemplo, el pediatra nos podría hacer un informe y eso valdría», razona la madre. Le instaron a dirigirse a la Subdelegación del Gobierno en Pontevedra. Y así lo hicieron hace un par de días. Marta tiene esperanza de que la Administración le conteste positivamente y la familia se pueda reencontrar. «Es que ver a un padre no puede ser equivalente a irse de vacaciones a otra provincia, no es una cuestión de ocio, sino un derecho de nuestro hijo y nuestro también», dice.

Mientras esperan la respuesta de las autoridades, continúan tratando de que Jaume no se desespere. A veces quiere hacer hasta treinta videollamadas al día para ver a su progenitor en la pantalla. Le manda tantos besos por el aire, que con ellos casi podría cubrirse la distancia que hay entre Pontevedra y Barcelona.