Una anomalía en el Atlántico podría desarrollar huracanes cerca de Galicia

SOCIEDAD

Huracán Ophelia, que afectó a Galicia en octubre del 2017
Huracán Ophelia, que afectó a Galicia en octubre del 2017

La temperatura del océano al suroeste de la Península es la más elevada de los últimos veinte años

02 may 2020 . Actualizado a las 10:48 h.

La temperatura del océano Atlántico varía en un ciclo irregular que se conoce como Oscilación Multidecadal Atlántica (AMO). Aproximadamente cada cuarenta años cambia de fase, de positiva a negativa y viceversa. Esto define si el agua está más cálida o fría de lo normal. «Actualmente estamos en la etapa positiva, pero debido al calentamiento global el período final de esta fase está siendo más anómalo de lo que suele ser habitual. Es decir, la temperatura en algunas zonas del Atlántico alcanza, en estos momentos, el valor más elevado de las últimas dos décadas. Lo que estamos viendo es que dentro de este ciclo natural, el cambio climático está intensificando el calentamiento», reconoce J.J. González Alemán, investigador en la física de la atmósfera.

Las anomalías positivas se concentran en una amplia región que abarca desde el suroeste de la Península hasta el noroeste de África. Esta no es una zona cualquiera. Aquí nacen muchos de los ciclones tropicales que acaban convirtiéndose en huracanes. El proceso comienza con una ligera perturbación del aire que sale del continente africano y llega al océano empujada por los vientos alisios, que soplan del este al oeste. «Precisamente la presencia de aguas tan cálidas en esta región del océano, cerca de Cabo Verde, explica por qué varios organismos científicos están señalando que la temporada ciclónica podría ser muy activa, ya es la zona principal de desarrollo de huracanes», sostiene González Alemán.

 

Si el Atlántico se convierte este año en una máquina de producir sistemas de bajas presiones tropicales, la probabilidad de que uno de ellos ascienda hacia el norte también aumenta. «Tenemos el antecedente del año 2005, cuando la temperatura del agua también fue muy alta y se formaron ciclones como el Delta que se desviaron de su trayectoria habitual. Cuanta más actividad haya, más probable parece que pueda llegar un huracán o incluso que se pueda formar uno in situ, como ocurrió el pasado año con el huracán Pablo», apunta el investigador. El ciclón Pablo desafió la lógica científica cuando en octubre del año pasado transitó de borrasca a ciclón tropical al oeste de las Azores primero y después, contra todo pronóstico, comenzó a ascender y a 44 grados latitud norte, a unos 700 kilómetros de la costa gallega, se transformó en un huracán de categoría 1. 

El escenario actual favorecería tanto que ciclones tropicales se puedan transformar en borrascas como también que las bajas presiones extratropicales se conviertan en huracanes, algo que no es tan habitual. «Este tipo de transiciones no se sabía que existían hasta hace pocos años y son precisamente lo que tiene más potencia de afectar a Europa», explica. «Yo apostaría a que es muy probable que haya al menos uno cerca de la Península. Lo que desconozco es con qué intensidad», confiesa. 

Hasta hace poco, la presencia de tormentas tropicales y huracanes cerca de la Península se consideraba un hecho aislado. Sin embargo, en los últimos cuatro años, de manera consecutiva, nos han visitado varios de estos gigantes de la atmósfera. No solo eso, en menos de un lustro la actividad ciclónica extratropical ya ha hecho historia con Ophelia y Pablo. El primero fue el huracán más potente que se formó al este del Atlántico desde que existen registros y el segundo transitó de ciclón a huracán en latitudes medias. «En lo referente a la ciencia de la atmósfera para hablar de normalidad o clima se necesitan tener en cuenta muchos más años, pero lo que sí hemos visto es que desde hace quince años hay una tendencia a una mayor frecuencia de ciclones tropicales cerca del suroeste de la Península y que ese cambio se ha acentuado todavía más en los últimos cuatro años», concluye González Alemán.