El mercado local no puede satisfacer ni a un tercio de toda la humanidad

Xavier Fonseca Blanco
xavier fonseca REDACCIÓN / LA VOZ

SOCIEDAD

Eduardo Briones | Europa Press

Según un estudio el producto local es incapaz de cubrir la demanda de alimentos

27 abr 2020 . Actualizado a las 05:00 h.

El año pasado el IPCC, el panel de expertos de Naciones Unidas sobre cambio climático, publicó el informe especial Suelo y seguridad alimentaria que sostiene que el sector de la alimentación es responsable del 37 % de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. «La contaminación ambiental aumenta por el abuso de los medios de transporte necesarios para el abastecimiento de alimentos entre países y continentes. Si a esto le añadimos el incremento en la industrialización del sector alimentario, es fácil entender la relación directa», sostiene Rosa M. Rivero, investigadora del departamento de Nutrición Vegetal del CSIC.

Una de las propuestas que a menudo se mencionan para reducir la huella de carbono del sector es la inversión en el producto local. Sin embargo, un artículo publicado en la revista Nature reconoce que esta oferta no puede satisfacer ni a un tercio de la humanidad. «El mercado local no es capaz de alimentar por sí solo a una población creciente. Es totalmente imposible pretender deforestar aún más para conseguir más tierras agrícolas con el consiguiente gasto de agua que no tenemos, fertilizantes que degradan el suelo y terminan en los mares y ocupando espacios vitales para nuestras ciudades con huertos insostenibles», añade.

Los autores del trabajo modelaron la distancia mínima entre la producción de cultivos y el consumo que los humanos de todo el mundo necesitarían para poder satisfacer su demanda de alimentos. En Europa y Norteamérica cultivos como el trigo se pueden obtener en un radio de 500 kilómetros, pero el promedio global es de unos 3.800.

La globalización ha revolucionado la producción y el consumo de alimentos, diversificando las dietas. Esto ha provocado que muchos países dependan de alimentos importados. «Las patatas, los tomates y las judías son cultivados en muchos países del mundo, siendo alimentos que se consumían hace cientos de años en determinadas regiones y que gracias a la globalización fueron exportados a otras zonas convirtiéndose en productos habituales», confiesa Rivero.

Efectos del coronavirus

Depender del mercado global también puede convertirse en un problema cuando aparecen crisis como la del coronavirus. «Uno de los principales mensajes que se nos trasladó desde el principio fue que las cadenas de supermercados aseguraban la llegada de alimentos a las tiendas. Unas semanas antes de la pandemia, los sectores agrícolas mostraban sus reivindicaciones por el producto local realizando cortes de autovías y carreteras. Paradójicamente, a pesar de su importante actividad en estos días, los pequeños agricultores corren más riesgo de desabastecimiento, ya que sus ingresos eran mayores cuando sus productos era ofrecidos a otros países que al suyo propio. Esta situación puede provocar un receso en la producción propia de una región o un país, por eso se debe llamar a los gobiernos a prestar especial atención al sector de la alimentación», concluye.